Por qué nunca deberías obligar a una persona noctámbula a madrugar

Esta es la transcripción del vídeo.

Hay muchos consejos para mejorar la calidad y cantidad de sueño: acostarse siempre a la misma hora, evitar la exposición a las pantallas cuando llega el anochecer, no posponer las alarmas… Pero todo se reduce siempre a la misma premisa: que eres tú el que está haciendo las cosas mal. Cuando, en realidad, puede que ni siquiera sea tu culpa. 

Dentro de prácticamente todos los organismos vivientes de la Tierra hay un reloj interno que mantiene el orden. A esto se le llama el ritmo circadiano. En el caso de los seres humanos, se encuentra en una parte del cerebro llamada hipotálamo. Y, aunque es más conocido por controlar los ciclos de sueño, también es responsable de ayudar a órganos primarios como el cerebro, el corazón y los pulmones a trabajar en perfecta armonía. Pero no todo el mundo tiene el mismo ritmo circadiano. Los noctámbulos, por ejemplo, suelen sentir el cansancio mucho más tarde que las personas con más madrugadoras. La razón suele estar también en que producen altas cantidades de la hormona del sueño, la melatonina, cuando ya está bien entrada la noche. 

Durante la mayor parte de la historia de la humanidad esto carecía de importancia, ya que las personas noctámbulas solían encargarse de tareas como proteger a sus tribus de los ataques de los animales nocturnos o a sus ciudades de los astutos conquistadores, pero la sociedad lo ha ido convirtiendo en un problema a medida que iban pasando las décadas. Se calcula que el 80% de los estadounidenses sigue un horario diario que oscila entre las 6 de la mañana y las 6 de la tarde. Sin embargo, casi un tercio de la población se considera una criatura más bien nocturna. Lo que significa que estarían más cómodos en un horario más parecido a este otro. A este fenómeno se le llama jet lag social. Es como el jet lag que podrías sentir tras un largo viaje en avión… Pero mucho peor porque no desaparece con el paso de los días. 

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Y el jet lag social está pasando factura a los noctámbulos del mundo. Porque, incluso si duermes la cantidad diaria recomendada, la alteración del ritmo circadiano también tiene consecuencias. Por ejemplo, un estudio reveló que, por cada hora que tu ritmo circadiano está desajustado, el riesgo de sufrir obesidad aumenta un 33%. También crece el riesgo de padecer las numerosas complicaciones asociadas a la obesidad. Y el problema no es solo físico. En otro estudio, las personas cuyo ritmo circadiano estaba desfasado en más de 2 horas registraron síntomas de depresión notablemente más severos.

Y como el ritmo circadiano tiende a cambiar con la edad… El jet lag social es especialmente evidente en los adolescentes. De hecho, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades advierten de  que la mayoría de los colegios de Estados Unidos empiezan demasiado pronto, antes de las 8:30. Lo cual, según la organización sin ánimo de lucro Rand Corporation, está costando al país 9.000 millones de dólares al año debido, principalmente, a la pérdida de rendimiento académico y a los accidentes de tráfico provocados por el cansancio de los jóvenes al volante. Por suerte, el ritmo circadiano no está grabado en piedra. Resulta que se desencadena, en gran medida, por las señales de luz que llegan a tus ojos. Cuando te despiertes, sal a la calle, que el sol de la mañana te bañe… O, si eso no es posible, asegúrate de iluminar bien tu casa. Puede que te alegre un poco más la mañana.