Shocks cerebrales y otras 9 formas absurdas, pero científicamente probadas, para ser más inteligente

¿Quieres ser más inteligente y listo? ¿Ser capaz de tomar mejores decisiones? ¿No dejarte enredar por cantos de sirena? ¿Fortalecer tu memoria? ¿Mantener tu cerebro joven?

La mejor forma de afilar tu cerebro es usándolo todo lo posible. Muchas personas cometen el error de abandonar tareas intelectuales después de la etapa de educativa o cuando ya tienen la vida asentada. Es entonces cuando la mente se deteriora.

Pero si tienes esa inquietud, seguro que ya has cubierto las bases previsibles: leer casi cada día, escuchar podcasts sobre conocimiento, resolver pasatiempos y acertijos como Wordle...

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Si quieres tener aún más garantías de ser inteligente, deberás explorar los métodos más raros y a primera vista absurdos, como por ejemplo ponerte melancólico, mascar chicle o ir en moto cada día.

Aquí tienes un repaso a las técnicas más esperpénticas para cultivar sabiduría y ejercitar el cerebro. Todos ellos avalados por la ciencia, como debe ser en un artículo de esta temática.

1. Vestir como si fueras inteligente

¿Te suena eso de Fake it until you make it (traducción muy libre: Fíngelo hasta que se haga realidad)? 

Viene a decir que si logras comportarte como si fueras aquello que anhelas ser (alguien seguro, un buen líder, un emprendedor creativo...) a la larga consigues convertirte en ese tipo de persona. No es magia sino algo así como entrenamiento mental.

Pues parece que este consejo también funciona con ser más inteligente.

En 2012, un grupo de investigadores de la Universidad del Noroeste de Evanston (Illinois) quisieron demostrar que tu forma de vestir puede condicionarte más de lo que crees (a través de Pacific Standard). A este fenómeno se le llamó cognición ataviada.

Para comprobar empíricamente su tesis, cogieron a 58 estudiantes y los dividieron en 2 grupos. Todos realizarían las mismas pruebas de inteligencia, pero un grupo lo haría con su ropa normal y el otro se pondría batas de laboratorio.

"Llevar batas de laboratorio connota un foco científico", explica Hajo Adam, uno de los líderes del experimento. "Cuando te pones una, piensas inmediatamente en que debes prestar suma atención a lo que estás haciendo y que no debes cometer errores".

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¿Adivina lo que pasó? El grupo de las batas de científico sacó mejores puntuaciones que el resto. 

Para cerciorarse de que no había sido casualidad, se repitió el experimento con cerca de 100 nuevos voluntarios: un grupo volvería a llevar batas de laboratorio mientras el otro vestiría como si sus miembros fueran pintores. De nuevo, ganaron los que parecían ser científicos.

"La conclusión principal que podemos sacar de este estudio es que llevar cierto tipo de ropa puede condicionarte si se le otorga un significado simbólico que además puede alterar tu experiencia física mientras llevas dicha prenda", concluyeron los investigadores.

¿Significa eso que los que llevaban ropas más de pintores habrían triunfado en pruebas más creativas? ¿O que alguien vestido de juez o de monje puede llegar a conclusiones más éticas que el resto?

2. Estar depre y enfadado

Si se te da elegir entre estar alegre o triste, es muy posible que elijas la primera opción. Al fin y al cabo, cuando estás de buen humor es cuando disfrutas más de lo que estás haciendo (incluso si no te gusta) y gracias a tu simpatía atraes a un montón de personas.

Ahora bien, si quieres ser más inteligente vas a tener que aliarte con la tristeza.

Detente un momento y piensa en algunos ejemplos de personas históricas que destacaron por su enorme inteligente y sabiduría. Por ejemplo, Sócrates revolucionó tanto la filosofía como la retórica gracias a su método de cuestionarlo absolutamente todo. En un plano más creativo, la escritora Virginia Woolf fue una de las primeras figuras en asentar las bases del feminismo actual.

¿Qué tienen en común Sócrates y Woolf? Su cinismo y sus finales trágicos. Sócrates aceptó su pena de muerte (envenenamiento por cicuta) al negarse a aceptar a los dioses atenienses. Mientras que Woolf, en abril de 1941, se llenó sus bolsillos de piedras y se lanzó al río cercano a su hogar para ahogarse. 

Múltiples estudios recientes han empezado a descubrir que la tristeza y el mal humor están conectadas con la inteligencia. Una de las investigaciones más curiosas corrió a cargo del australiano Joe Forgas en 2010. Este decidió poner a sus voluntarios una serie de cortometrajes sobre temas como la muerte para inducirles un estado de melancolía.

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A continuación, los participantes, mientras estaban tristes, tuvieron que realizar pruebas aritméticas, recordar eventos del pasado y saber diferencias entre datos reales y burdos rumores. Los resultados fueron sorprendentes: aquellos que estaban más tristes cometieron menos errores que los demás (a través de Wired).

Un estudio posterior de la Escuela de Negocios de Columbia indagó más en este asunto. Se concluyó que estar de mal humor ayuda a desconectarse de la intuición y de la impulsividad. De esta forma, se llegan a deducciones más certeras y basadas en la observación objetiva. Es como si la tristeza activara el sentido común.

Además, una persona más pesimista sabe procesar mejor la información y cuestionarla porque ese es su modus operandi habitual; no se deja llevar por las promesas a corto plazo que no llevan a ningún lado.

3. Mascar chicle

¿Te echaban mucho la bronca los profes en el cole porque mascabas chicles en clase? Pues ha llegado el momento de tu venganza.

Algunos estudios recientes han descubierto que mascar chicle ayuda a aumentar tus habilidades cognitivas. Por ejemplo, investigadores de la Universidad de St. Lawrence (Nueva York) pidieron a 159 voluntarios dividirse en 2 grupos: los que iban a estas mascando durante las pruebas y los que no (a través de ZME Science).

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Los 2 grupos resolvieron tests de lógica u otros más atípicos como repetir números al revés. ¿Conclusión? Los que mascaron chicle sacaron mejores puntuaciones que el resto.

¿Cuál es el secreto de los chicles? ¿Se trata del azúcar? No, los tiros van por otro lado. Mascar te ayuda a estar más atento a lo que haces debido a un proceso llamado excitación inducida por la masticación. Masticar estimula al cerebro, lo despierta y te permite estar más concentrado. 

Así que la próxima vez que alguien te eche la bronca por estar mascando chicle, ya puedes responder que es tu herramienta imprescindible para acabar un reto o prueba con concentración y lógica. 

4. Tener un pecho peludo

¿Eres hombre y la gran cantidad de vello en tu pecho te hace sentir inseguro o raro? Si estás ponderando depilártelo, considera esta ventaja peliaguda: es muy posible que dicho vello te haya convertido en una persona más inteligente que la media.

En 1996, el doctor Aikarakudy Alias, psiquiatra con más de 30 años investigando la relación entre el vello y la inteligencia, sorprendió a los presentes del octavo Congreso de la Asociación de Psiquiatras Europeos al anunciar que los hombres con pechos peludos tienen más posibilidades de acabar siendo doctores, científicos o personas con cargos educativos importantes (a través de Independent).

Alias en su momento decidió coger una muestra de estudiantes varones de medicina. Descubrió que el 45 % tenía esa zona "extremadamente" peluda. Cuando comparó este tipo de estudiantes con otros centrados en profesiones más laborales, descubrió que los primeros eran más peludos que los segundos.

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Además, Alias afirmó que cuando examinó las notas académicas de los estudiantes, "los hombres más peludos sacaron mejores cualificaciones". Por ejemplo, en el campo de la ingeniería, los 6 mejores estudiantes tenían más vello que los 8 peores.

Asimismo, este investigador destacó un estudio anterior que descubrió que 117 de los mejores miembros de Mensa, la asociación de superdotados, tenían también mucho vello en esa parte del cuerpo.

Finalmente, Alias remató su jugada explicando que famosos inteligentes como Robin Williams, Peter Sellers o el jugador de ajedrez Garry Kasparov destacan por su peludez, mientras que otros, como el boxeador Muhammed Ali, apenas tienen pelo en pecho.

La gran duda es... ¿cómo verificó Aikarakudy Alias que esos estudiantes tenían el pecho peludo o no? Hay preguntas que es mejor no responder.

5. Ir en moto

Si siempre has soñado con cogerte una moto y convertirte en un nómada de la carretera, aquí tienes una buena excusa: esta actividad te puede hacer más inteligente.

Si eres gamer quizás te suena Ryuta Kawashima. Es un neurocientífico japonés que ayudó a Nintendo a crear la serie de videojuegos Brain Traning, cuyos ejercicios están pensados en rejuvenecer tu cerebro.

Una de sus pesquisas más curiosas fue descubrir que ir en moto no solo mejora tus habilidades cognitivas, sino que además te ayuda a ralentizar el envejecimiento de tu cerebro.

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Kawashima cogió a 22 voluntarios, hombres de entre 40 y 50 años, que en su momento iban en moto, pero que llevaban al menos una década sin montar. 11 de los voluntarios tuvieron que conducir en moto cada día durante 2 meses. Los otros participantes no hicieron nada raro en su día a día.

A continuación, a todos se les dio una serie de pruebas mentales. El grupo que había montado en moto cada día sacó mejores resultados (a través de Grunge). Además, los renovados moteros explicaron que cometían menos errores en el trabajo y que en general se sentían más felices.

Así que Kawashima concluyó que ir en moto conlleva tener un elevado nivel de alerta y desarrolla la solución rápida de problemas, debido a los riesgos inesperados que te puedes encontrar yendo a gran velocidad. "Así que es como entrenamiento para el cerebro", apostilló el neurocientífico.

6. Beber alcohol

Beber en exceso te llevará a tomar decisiones más tontas de lo normal. Pero la moderación aquí te ayudará a ser más inteligente.

Un estudio del 2012 realizado por psicólogos de la Universidad de Illinois utilizó a 40 voluntarios que se consideraban bebedores sociales para realizar un experimento curioso.

La mitad de los participantes vio una película de dibujos animados mientras bebía vodka con un nivel de alcohol del 0,075, justo por debajo del límite legal (0,08). Los otros, pobres, vieron la peli sin beber nada.

Después del visionado, todos tuvieron que realizar una serie de tests básicos de inteligencia. El resultado fue sorprendente: el grupo de bebedores resolvió con éxito una media de 9 de las 10 preguntas. Los sobrios en cambio solo resolvieron una media de 6 pruebas. Además, los bebedores tardaban mucho menos en responder.

"Tenemos la hipótesis", concluye el estudio, "de que beber alcohol, al desactivar tu proceso de pensamiento normal, puede activar las habilidades de pensamiento creativo. Quizás la innovación se desbloquea cuando no se puede estar concentrado".

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Las conclusiones son muy importantes en este caso. Las pruebas del estudio eran más creativas que lógicas (por ejemplo, había que deducir asociaciones de palabras). Así que no es recomendable que bebas antes de un examen; ya que, según esta investigación, desarrollará tu inteligencia creativa, tu pensamiento lateral.

Así que, si llevas tiempo bloqueado con un problema, y las soluciones clásicas de siempre no te funcionan, ¿qué tal si te vas un rato de copas? Tráete una libreta para apuntar lo que se te ocurra.

7. Escuchar podcasts a todo trapo

¿Cuántos podcasts tienes ahí esperando en tu lista de pendientes? Seguro que un montón, ¡y la lista crece cada semana!

Quizás has oído hablar de la técnica conocida como escucha rápida, que consiste en escuchar podcasts o programas de radio clásicos a 1,5/2x de velocidad. Como ya habrás deducido, este método te permite integrar más conocimiento en menos tiempo.

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Si te preocupa no entender nada de lo que escuchas si aumentas la velocidad, ten en cuenta que, según el canal de YouTube The Art of Improvement, el ratio normal durante un discurso es de 150 palabras por minuto. No obstante, el cerebro es capaz de digerir sin problemas 275-300 palabras por minuto. Así que podrás comprender el podcast de turno aunque lo pongas al doble de velocidad.

Además de permitirte aprender más en menos tiempo, escuchar podcast a mayor velocidad te ayudará a desarrollar tu escucha activa (a través de Medium). Practicar esta actividad a un ritmo más elevado te obliga a prestar más atención, a concentrarte. Dicha concentración no se queda aislada: descubrirás que te cuesta menos atender a los demás.

Así que ya sabes: ¡a limpiar esa lista de podcasts pendientes!

8. Dejarlo todo y ponerte a bailar

Desde hace ya tiempo que los científicos han descubierto y demostrado que, si quieres evitar que tu cerebro se deteriore conforme te hagas mayor, debes mantenerlo ocupado siempre que puedas leyendo, realizando pasatiempos... Lo que quizás no esperabas es que bailar también entra en este listado de actividades rejuvenecedoras.

En 2003, un estudio realizado por investigadores del Colegio de Medicina Albert Einstein descubrieron el gran poder del baile para reducir el riesgo de demencia (a través del blog de Harvard).

En concreto, el estudio analizó la incidencia de 11 actividades físicas (ir en bici, jugar a golf, nadar...) en el proceso de mantener el cerebro joven. Bailar fue la única actividad que redujo el riesgo de demencia de los participantes del estudio. 

¿La clave detrás del poder del baile? Es una actividad que requiere tanto un esfuerzo mental como social; estos 2 esfuerzos, al activarse simultáneamente, logran reducir tanto la demencia como rejuvenecer el cerebro.

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Por lo tanto, si quieres ser más inteligente de esta forma, no vale con bailar a solas en tu cuarto. Tienes que añadir un componente social.

¿Quieres una sugerencia? Apúntate a una clase de Zumba. Un estudio de 2012 llevado a cabo por la Universidad de Minot (Dakota del Norte) descubrió que este programa de baile mejora tu ánimo y además desarrolla habilidades cognitivas como el reconocimiento visual o la buena toma de decisiones. 

Además, se te reduce el estrés y tus neuronas establecen vínculos con mayor facilidad. Esto último te ayudará a mejorar tu memoria a largo plazo o tu reconocimiento espacial.

9. Pegarle una descarga eléctrica a tu cerebro

¿Recuerdas aquella película ochentera, Cortocircuito, en donde un robotillo cobraba vida, y demostraba ser tremendamente inteligente, después de recibir una accidental descarga eléctrica?

En 2011, unos investigadores de Australia sorprendieron a todo el mundo al revelar que habían creado gorros de pensar electrificados (a través de ABC News).

En la curiosa investigación, los participantes se dividieron en 2 grupos: los que tuvieron que resolver problemas complejos en menos de 6 minutos sin ningún tipo de ayuda y los que, para solucionar estos acertijos complicados, se pusieron un pequeño gorro que les pegaban leves descargar eléctricas cada cierto tiempo.

Solo el 20 % de los participantes del primer grupo lograron resolver los problemas complejos dentro del límite de tiempo. Por contraste, el 60 % de los engorrados terminaron con éxito la prueba.

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Las descargas del gorro tenían un propósito: suprimir la actividad del lado izquierdo del cerebro (el más conservador y el más conectado a la lógica) y avivar la actividad del lado derecho (el creativo, el que usa el pensamiento lateral para resolver problemas).

En otras palabras: se condicionó al grupo de los engorrados para que dejaran sus ideas tradicionales y buscarán nuevas formas de resolver problemas.

"El cerebro siempre está buscando formas de encontrar un equilibrio entre la exploración y lo rutinario, es decir, discernir entre probar lo que sabes que funciona o bien buscar nuevas formas de resolver problemas", explicó David Eagleman, uno de los asistentes de la investigación.

"Estados 2 formas de pensar siempre están en guerra en tu cerebro. Este estudio demuestra que se puede condicionar la batalla para que gane la exploración y así se puedan buscar nuevas posibilidades".

Advertencia de rigor: no intentes hacer esto en tu casa (o en cualquier otro lugar).

10. Dejarse llevar por la tórrida llamada de la pasión

Si has entrado en este artículo buscando una excusa científica para tener más sexo, acabas de hacer bingo.

Durante las últimas décadas se ha descubierto que el cerebro no es un órgano aislado. Está conectado con casi todo el cuerpo. Y eso incluye todas aquellas partes relacionadas con actividades sexuales.

En 2014, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Maryland descubrió que tener sexo de forma regular permite el buen desarrollo de la neurogénesis, es decir, la creación de nuevas neuronas. Además, mejora y potencia funciones cognitivas, lo que a largo plazo ayuda a pensar con mayor claridad y a tomar mejores decisiones.

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No es la única prueba sobre los beneficios del sexo para tu inteligencia. Un equipo de la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey) lleva más de 30 años estudiando los orgasmos femeninos. Una conclusión reciente reveló que, cuando una mujer tiene un orgasmo, la sangre fluye con más nutrientes de lo normal en al menos 30 zonas cerebrales (a través de Business Insider).

En otras palabras: gracias al placer, las células se renuevan y el cerebro rejuvenece (o bien se mantiene joven). A modo de comparación, otras actividades como los pasatiempos o leer activan muchas menos regiones que un orgasmo. Así que ya sabes qué te toca priorizar si quieres ser más inteligente (o ayudar a tu pareja a mejorar sus funciones cognitivas).