Este español podría tener en sus manos la solución al tráfico en las grandes ciudades

Jakub Motyka,
Sensefields Sensor

Se llama Marc Solé, es el CEO de Sensefields y está a los mandos de una empresa cuyo principal objetivo ahora mismo pasa por ofrecer soluciones al problema del tráfico en las grandes ciudades. Sensefields nació como una compañía que proporcionaba sensores para registrar el tráfico en las autopistas de peaje (uno de sus primeros casos de éxito fue el proyecto de la Autovía C-25), y ahora tiene en sus manos proyectos que abarcan conceptos tan de actualidad como las ciudades inteligentes, la seguridad vial o los coches conectados.

El negocio de Sensefields se divide en dos ramas: infraestructuras inteligentes y coches inteligentes. La primera de ellas se sustenta en un pequeño dispositivo que se coloca bajo el asfalto en las calles y permite monitorizar el flujo de vehículos para después interactuar directamente con la infraestructura de su alrededor; la segunda rama, la del coche inteligente (y, por lo tanto, coche conectado) está más enfocada hacia la revolución que vivirá de aquí a unas décadas el mundo del motor.

Este sensor magnético se coloca bajo tierra y es capaz de registrar el tráfico que pasa por ese punto. Después, esa información se puede enviar a un receptor inalámbrico

Dentro del marco del pasado Mobile World Congress 2018, la propuesta que más nos llamó la atención en el stand de esta empresa fue precisamente ese sensor. Es llamativo porque, en lugar de limitarse a recoger la información, también es capaz de compartir esos datos con la infraestructura que tiene a su alrededor.

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El tráfico en ciudades como Madrid o Barcelona no se solucionará únicamente colocando sensores debajo del asfalto, pero desde luego sería un primer paso para tratar de encontrar alternativas viables que vayan más allá de medidas tan aleatorias como -por ejemplo- restringir el paso de los vehículos en función de si tienen matrícula par o impar.

De todo esto hemos hablado con Marc Solé, quien nos ha explicado todos los proyectos que Sensefields está sacando adelante ahora mismo desde sus oficinas ubicadas en Barcelona. Así mismo, también nos ha dado su opinión sobre el problema de la congestión del tráfico que viven las grandes ciudades de todo el mundo.

  • ¿Cómo funciona el sensor que estáis mostrando en esta feria?

Nuestros sensores son sensores magnéticos e inalámbricos que lo que hacen es medir el campo magnético terrestre y ver cómo se perturba al paso de un vehículo. Con esta perturbación, capturamos cuatro datos: el conteo de los vehículos, el nivel de congestión, la velocidad y la clasificación por longitud (para saber si es un camión, un autobús, un coche o una motocicleta).

Después, esos datos los enviamos de forma inalámbrica a lo que nosotros llamamos el DPS (Data Processing Station), donde se procesan esos datos y donde corren diferentes algoritmos para diferentes soluciones.

En esta estación hacemos procesamiento local de datos para poder interactuar también de forma local con diferentes dispositivos como pueden ser un semáforo, un panel de información variable o una señal.

  • ¿Y cuáles son las aplicaciones que podría tener este sistema?

Tenemos diferentes soluciones, como por ejemplo mejorar los tiempos de los semáforos: en función de la congestión, se podrían alargar los verdes o los rojos del tiempo semafórico. Otro ejemplo es medir las longitudes de cola para gestionar diferentes tipos de vehículos, como es el caso de una parada de taxis, donde podemos saber cuándo está llena y cuándo está vacía.

Fuera de las ciudades, también trabajamos con la activación de señales en intersecciones peligrosas. Cuando un vehículo se acerca a una intersección peligrosa, este sistema permitiría encender una serie de luces avisando en la vía principal de que un coche se está acercando.

Por otra parte, con nuestro sistema también mandamos estos datos a la nube para que sean analizados o para que activar diferentes tipos de alarmas por incidencias. A través de esta información analizamos los datos, vemos las tendencias y comparamos históricos.

A parte del tráfico, también hemos desarrollado y comercializamos sensores medioambientales para correlacionar los datos de tráfico con la contaminación. Es decir: medimos gases (seis tipos de gases contaminantes), tamaño de las partículas y ruido. Con eso localmente podemos ver cómo el tráfico está afectando a la contaminación, y así se pueden generar mapas de correlación para ver cuánto está afectando la congestión de tráfico a la contaminación.

Además de los sensores medioambientales, también trabajamos con sensores meteorológicos. Los datos de tráfico, para ser analizados, tenemos que saber qué tipología de día ha habido: no es el mismo tráfico cuando llueve, nieva o hay un festivo entre semana.

De esta forma, con las tres patas de recolección de datos de tráfico, contaminacióny meteorología, tenemos todos los datos completos para poder indexar esa información y así ver cómo es nuestro comportamiento en la ciudad o en la carretera.

  • ¿Y qué diferencias tiene este sensor de medición del tráfico respecto a los que ya se utilizan en ciudades como Madrid o Barcelona?

La tecnología más utilizada para capturar datos es de los años ochenta, y se conoce como espiras inductivas. Estas espiras lo que hacen es generar un campo magnético y ver cómo se distorsiona, mientras que nuestro sistema es pasivo, en el sentido de que medimos el campo magnético terrestre y vemos cómo se perturba con el paso de los vehículos.

En las espiras inductivas, cualquier problema físico afecta mucho a la medición de los datos, y se trata de sistemas que sufren muchas descalibraciones. Nosotros no damos datos por debajo del 97-87% de fiabilidad, y con la espira el problema es que nunca sabrás con el tiempo cuál es tu precisión.

  • ¿Cuál es el principal reto al que se enfrentan ahora mismo las grandes ciudades en cuanto al tráfico de vehículos privados?

Hay muchas y muy diversas ciudades: nosotros trabajamos por todo el mundo, y tenemos proyectos desde Santiago de Chile hasta Dubái, pasando por Bogotá, Ciudad de México y Taipéi (Taiwán), y cada ciudad es muy particular. Lo que sí es imprescindible en todos los casos es que, antes de tomar una decisión, hay que tener buenos datos.

Ejemplo de una intersección regulada por semáforos en la que los sensores de Sensefields ayudarían a alargar los rojos o verdes en función del tráfico en cada sentido.
Ejemplo de una intersección regulada por semáforos en la que los sensores de Sensefields ayudarían a alargar los rojos o verdes en función del tráfico en cada sentido.

Pero la información no va a resolver el cien por cien de los problemas, sino que hay unas voluntades políticas que no hay que olvidar que muchas veces están relacionadas con las políticas de transporte. No todo va a ser transporte privado, ni todo va a ser transporte público, sino que la clave está en cómo vamos a intercambiar entre todos esos modos de transporte.

  • ¿Consideras el coche compartido como una posible solución?

Precisamente, nuestra segunda línea de negocio es la movilidad desde el punto de vista del vehículo. Hemos desarrollado una unidad embarcada para procesar datos en local, dentro del vehículo: la unidad lo que hace es geolocalizar el vehículo con gran precisión (usamos Galileo, GPS, Baidu y Glonass) y lo complementa con un procesador de muy alta capacidad para capturar los datos que generan los sensores del vehículo.

En Sensefields estamos ya trabajando en varios proyectos de carsharing y motosharing. Las motos compartidas de Muving llevan nuestra unidad para hacer todo el procesamiento de actuación: recibir la orden de activar o desactivar la moto, abrir y cerrar el guardacascos, geolocalizar la moto… en resumen, hacer todo ese proceso que implica el vehículo compartido.

  • Dejando a un lado la ciudad, ¿qué nos puedes contar sobre este proyecto de la Unión Europea de crear un estándar para el coche conectado del futuro?

A día de hoy, los vehículos están circulando independientemente de lo que pasa a su alrededor. El futuro, que ya casi es presente, implica el reto de resolver cómo vamos a conectar esa información que genera el vehículo con la información que genera la infraestructura.

Uno de los proyectos que está impulsando la Comunidad Europea es todo lo relacionado con las comunicaciones G5, que abarcan todo ese cambio de información entre vehículo-vehículo y vehículo-infraestructura. La Comunidad está ya regulando servicios centrados con la seguridad, y aquí en España lo que se está impulsando con fondos de Europa es el C-Roads, un proyecto en el que este mismo verano se va a empezar a probar la aplicación de estas soluciones basadas en la tecnología G5.

El coche conectado tendrá muchas implicaciones de cara a la seguridad. Te pongo como ejemplo una zona de niebla en la que tú entras y estás circulando con una visual muy compleja; lo que se va a generar con estos sistemas son una serie de mensajes vía radio que los vehículos van a enviar tanto a la infraestructura como a los otros coches para avisar de la situación en ese tramo de la carretera.

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  • ¿Qué papel jugará el 5G en todo esto?

Los vehículos tienen dos vías de comunicación: vía 5G, es decir, comunicación celular; y lo que se conoce como G5, comunicación local. Ambas utilizan protocolos a priori diferentes, y la principal diferencia entre utilizar una y otra residirá en el momento en que un servicio no se pueda permitir fallos en la conectividad: ahí se necesitará conectividad local, para que el procesamiento y el envío de esos mensajes sea cerca del dato.

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