Así han evolucionado los humanos para convertirse en los mejores corredores del planeta

Correr puede parecer una tarea agotadora para la mayoría de nosotros. Pero, ¿sabías que nuestra especie ha evolucionado para correr mejor que cualquier animal en este planeta

No, ya sé que los humanos no somos los animales más rápidos del planeta. Este título le corresponde a los guepardos. Sin embargo, quizás no sepas que el ser humano puede hacerles morder el polvo, al menos, en las largas distancias. Cuando se trata de resistencia, el ser humano superar a los lobos, los guepardos e, incluso, a los caballos.

En los primeros metros, las personas no pueden competir contra ciertos animales. En los 100 metros, ni Usain Bolt podría ganar a un guepardo, si quisiera intentarlo. 
Pero las maratones y las ultramaratones son una cosa completamente distinta.


Cada año, una pequeña ciudad de Gales acoge una maratón entre seres humanos y caballos. 
La prueba tiene una distancia de 35 kilómetros entre jinetes de caballos y corredores y, aunque los caballos suelen ganar, a veces son los corredores humanos quienes llegan antes.


Pero, ¿qué ha hecho de las personas unas superestrellas en las carreras de larga distancia?

El arma secreta es el sudor. Los humanos tenemos entre dos y cuatro millones de poros por los que sudamos en todo nuestro cuerpo, lo que significa que podemos correr y refrigerarnos al mismo tiempo y poder hacer esto es una gran ventaja.

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Por el contrario, los perros sudan por la boca y el sudor de otros animales como los caballos o los camellos es mucho menos eficaz a la hora de refrigerar. 
Esto significa que se calientan bastante rápidamente y tienen que disminuir de velocidad.

Además, en carrera hacia delante nuestra biomecánica hace que estemos especialmente bien dotados para las largas distancias. La carrera del ser humano tiene dos fases: aérea —cuando ninguno de los dos pies toca el suelo— y apoyo —cuando uno de los dos pies toca el suelo—.


Al estar en el aire, la gravedad empuja a todo el cuerpo hacia abajo, lo que genera una gran cantidad de energía cinética, pero en cuanto pisamos el suelo con uno, deceleramos, y perdemos de manera instantánea gran parte de esa energía cinética en el proceso.


Bastante de ella se pierde en forma de vibraciones y sonidos que se generan contra el suelo, pero la mayoría sube de nuevo a través de nuestros tendones y huesos.


Y aquí es donde nuestras adaptaciones especiales nos dan más ventajas. Nuestros músculos y tendones son especialmente largos y flexibles. Como sucede con un muelle saltador, son capaces de convertir gran parte de la energía cinética de la fase aérea en energía potencial para usar después.

De hecho, nuestro cuerpo puede acumular entre un 15 y 20 veces más de energía cinética que el de un chimpancé, que tiene un cuerpo similar al nuestro.


Así, cuando se trata de mantener el movimiento, la musculatura humana es capaz de llevar ese 15% de energía acumulada de vuelta en cinética, lo que nos hace más fácil impulsarnos hacia delante. Sin ese pequeño truco, nos llevaría mucho más trabajo conseguir dar cada paso.

Pero, ¿qué es lo que ha hizo de los humanos unos corredores de fondo tan imbatibles? Algunos antropólogos creen que esto se originó entre hace dos y tres millones de años, cuando empezamos a cazar y a recolectar comida.


Como no podíamos correr detrás de una gacela, como hacen los guepardos, los seres humanos desarrollaron cómo cazar por persistencia, persiguiendo al animal en distancias mucho mayores hasta que la presa se sobrecalentara o cayera en una trampa.


De hecho, la caza por persistencia continuó llevándose a cabo hasta 2014 por parte de los bosquimanos en el desierto del Kalahari.


Sin embargo, correr distancias puede ayudarte, incluso si no estás interesado en bajar tu próxima comida. Los estudios demuestran que correr puede reducir el peso, la grasa corporal y los niveles de colesterol. Y cuanto más entrenes, mayores serán los beneficios para la salud. 

Se ha demostrado que solo un año de entrenamiento reduce el peso corporal en aproximadamente 3,5 kg, reduce la grasa corporal en un 2,7% y disminuye la frecuencia cardíaca en reposo en un 2,7%.

Puede parecer muy difícil, y tal vez incluso imposible correr una milla o una maratón. Pero, de hecho, has nacido para correr. De hecho, todos hemos nacido para ello.

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