3 lecciones sobre el dinero que aprendí ganando 8 euros la hora cuando era adolescente y que sigo aplicando a mis 30 años

Jen Glantz.
Jen Glantz.

Gaby Deimeke

  • De adolescente, aprendí a administrar el dinero ganando unos 8 euros la hora haciendo de canguro.
  • Ahora tengo más de 30 años, pero utilizo esas bases para elaborar un presupuesto y ceñirme a él.
  • También busco múltiples fuentes de ingresos y presto mucha atención a cada euro que gasto.

Cuando estaba en el instituto, conseguí mi primer trabajo como canguro para varias de las familias que vivían en mi barrio. Lo hice durante 2 años, casi todos los fines de semana, y ganaba 8 dólares la hora (unos 7,50 euros al cambio actual). 

En aquella época, ese dinero me permitía empezar a ahorrar para futuros gastos universitarios, pagar la gasolina y tener efectivo para gastar cuando salía con mis amigos.

Pero, a medida que pasaban los años y empecé a aceptar otros trabajos a tiempo parcial mientras estudiaba —y trabajos a tiempo completo cuando me gradué—, ese salario por hora se duplicó y luego se triplicó. Y hasta ahora, que gano más dinero que nunca, intento aparentar que sigo viviendo con un sueldo de 8 euros la hora

Estas son las razones por las que sigo enfocando mis finanzas como cuando era una adolescente y las mejores lecciones sobre el dinero que he aprendido a lo largo de los años gracias a esa mentalidad.

1. Me ayuda a ceñirme a un presupuesto 

Cuando ganaba 8 euros la hora como canguro en el instituto, intentaba ahorrar entre 2 y 3 dólares por hora de ese sueldo para poder hacer compras de última hora o cosas que necesitaba para el colegio. 

Engañarme a mí misma haciéndome creer que ganaba menos me ayudó a crear un pequeño fondo de emergencia para el futuro, en lugar de gastar cada dólar que ganaba en el momento en que lo ganaba. 

Guía para empezar a ahorrar.

Por eso, después de pasar la mayor parte de mis 20 años acumulando deudas de tarjetas de crédito y sin tener un fondo de emergencia o una cuenta de jubilación, quería hacer de mis 30 años una década en la que mis finanzas volvían a estar bajo control. Para ello, volví a esa forma de pensar de la adolescencia, que me recordaba que debía gastar menos de lo que ganaba.  

En los 2 últimos años, me he propuesto ahorrar al menos el 20% de mis ingresos. Para conseguirlo, me ato a un presupuesto estricto que elaboro cada mes. En lugar de presupuestar en función de mis ingresos actuales, me gusta fingir que gano entre un 30% y un 40% menos de lo que gano. 

De ese modo, siempre puedo gastar menos dinero del que gano para cumplir mis objetivos de ahorro e inversión cada mes. Mientras el dinero sobrante va destinado a pagar facturas, mi cuenta de emergencias o a mi cuenta de ahorros hasta que tenga un plan para utilizar ese dinero.

2. Me hace desear tener más fuentes de ingresos 

Al principio de mi carrera como canguro, me di cuenta de que trabajar con una sola familia limitaba mis ingresos, porque sólo me necesitaban una noche a la semana. Para ganar más dinero, empecé a anunciar mis servicios a familias que me necesitaban entre semana o los viernes por la noche. Conseguí 3 familias más y pude triplicar mis ingresos semanales.

Cuando empecé a trabajar a jornada completa, me di cuenta de que, aunque no tenía tiempo suficiente para aceptar más trabajos, podía empezar a encontrar formas de obtener ingresos pasivos para poder aumentar constantemente mi patrimonio neto sin tener que trabajar las 24 horas del día.

 

Empecé a obtener ingresos pasivos a través de salidas financieras, como colocar mi dinero en cuentas de ahorro de alto rendimiento, certificados de depósito e incluso acciones que generan dividendos para conseguir unos cuantos miles de dólares extra cada año.

También creé fuentes de ingresos pasivos secundarias, como la venta de cursos online, productos en Amazon, e incluso compartiendo enlaces de afiliados a productos que me gustan en mi newsletter semanal, lo que me hace ganar un porcentaje de cada venta que se hace cuando alguien hace clic en esos enlaces y compra algo. 

Estas actividades paralelas ocupan menos de una hora de mi semana y pueden reportarme miles de dólares al año.

3. Me obliga a prestar atención a cada euro que gasto 

Durante mi etapa de canguro, llegué a ganar entre 150 y 200 dólares (que serían ya entre 140 y 180 euros) a la semana y trabajaba entre 20 y 24 horas semanales, además de ir a la escuela. 

Cada euro que ganaba me parecía importante porque había trabajado duro para conseguirlo. Me aseguraba de que, cuando lo gastaba, era en cosas que necesitaba y no en compras impulsivas durante una tarde casual en el centro comercial.

 

Todavía hoy, como alguien que quiere cumplir unos objetivos financieros concretos (jubilarse como millonario antes de los 50 años y ser capaz de ahorrar el 20% de mis ingresos), me encuentro a mí misma poniendo toda mi atención aún en cada euro que gasto. 

Semanalmente, reviso cada artículo del extracto de mi tarjeta de crédito, no sólo en busca de errores, sino también para analizar todo lo que he comprado y si lo necesitaba o no. También actualizo semanalmente la hoja de cálculo de mi presupuesto y me aseguro de hacer un inventario financiero al final de cada mes para no perder de vista mis objetivos. 

Aunque gane más de 8 dólares la hora como cuando era adolescente, prestar mucha atención al destino de cada dólar es mi forma de mantener el control de mi dinero, algo que dejé de hacer a los 20 años. Sin embargo, a los 30, cuando gano más dinero que nunca, me parece importante controlar mis gastos y ahorros como si volviera a ser adolescente.

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