Las 5 amenazas que tener en el radar porque definirán el futuro de la economía en 2022 y 2023, según el Fondo Monetario Internacional
- El efecto dominó provocado por la guerra en Ucrania, el endurecimiento de la política monetaria o el fin de las ayudas lanzadas por los gobiernos son sólo algunos ejemplos.
- Con lo que ya tenemos, el FMI ha rebajado drásticamente sus previsiones, pero todo podría empeorar.
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"Las desgracias, más que un castigo, son una amenaza". Esta frase, atribuida a Montesquieu, define bastante bien el drama de nuestros días. Cuando parecía que la economía global se recuperaba de la desgracia del COVID-19, llega una nueva amenaza.
"La guerra en Ucrania ha provocado una gran pérdida de vidas, ha desencadenado la mayor crisis de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, y ha hecho retroceder gravemente la recuperación mundial", ha alertado el Fondo Monetario Internacional.
Como consecuencia, la economía mundial ha dado un gran paso atrás. El FMI rebajó este martes drásticamente sus previsiones de crecimiento para 2022 y 2023 y alertó de las 5 amenazas que conviene tener en el radar, porque de ellas depende el futuro de la economía en 2022 y 2023.
1. El efecto dominó de la guerra en Ucrania
"La invasión de Ucrania y las sanciones resultantes como castigo a Rusia tendrán importantes consecuencias para la economía mundial", avisa el organismo, en su último World Economic Outlook, publicado este martes.
Los primeros damnificados serán la propia Rusia (por las sanciones) y Ucrania, por el grave colapso derivado de la invasión, la destrucción de infraestructuras y el éxodo de su gente. El FMI pronostica un desplome económico de doble dígito para ambos países este año, y a Bielorrusia, por extensión.
Pero las consecuencias de la guerra se extenderán más allá de estas fronteras. El efecto cascada se notará en otras economías a través de subida en el precio de las materias primas, los mercados financieros o problemas de desabastecimiento en el comercio mundial, "especialmente en Europa".
Las empresas en Rusia y Ucrania suministran productos especializados, y la falta de algunos de esos bienes ya están teniendo consecuencias, por ejemplo en la industria automovilística europea. "A través de cadenas de suministro globales estrechamente integradas, las interrupciones de producción en un país pueden muy rápidamente cascada globalmente", avisa el FMI.
La consecuencia de esto es que la inflación "se mantenga elevada durante mucho más tiempo".
2. Turno de los bancos centrales: cierre del grifo del dinero y riesgo de terremoto financiero
La inflación no es un problema nuevo. Venía dando la lata desde mediados de 2021, cuando llegó a alcanzar tasas no vistas en los últimos 30 años.
Esto había puesto en un aprieto a los bancos centrales, que con la pandemia abrieron la barra libre de liquidez para entidades y gobiernos con el objetivo de asegurar la recuperación de la economía tras el COVID-19. Con una inflación tan alta, las medidas ultraexpansivas inflamaban todavía más los precios, pero retirarlas podría suponer cortar en seco la necesaria recuperación.
La guerra de Ucrania no ha hecho más que añadir más leña al fuego. Al temor al descontrol de la inflación se suma un nuevo miedo: que las subidas de precios se incrusten en unas economías renqueantes, provocando la temida estanflación (inflación sin crecimiento).
Este gráfico muestra por qué los problemas de la banca van más allá del COVID-19
Ante este peligro sí que los bancos no pueden quedarse de brazos cruzados: la Reserva Federal (Fed) ya ha comenzado con la subida de tipos de interés, y el Banco Central Europeo ha anunciado el fin de las compras de deuda y de la barra libre a la banca por la pandemia, y en julio podría subir los tipos de interés.
"En los próximos meses, se espera que las tasas oficiales aumenten aún más y que los balances de los bancos centrales en niveles récord comiencen a desvanecerse, sobre todo en las economías avanzadas", explica el FMI.
Esto desestabilizaría mucho los mercados financieros, podrían pincharse burbujas de activos, se devalúan las primas de riesgo y en países percibidos como con un mayor riesgo de insolvencia la prima de riesgo subiría más.
El ejemplo más claro es el de los mercados emergentes, donde ya se han producido fugas de capital, según observa el organismo.
3. Los países dejarán de dar ayudas fiscales
Nada es para siempre, tampoco las ayudas a hogares y empresas lanzadas por gobiernos de todo el mundo para hacer frente al batacazo de la pandemia.
En 2020, los estados sacaron toda su artillería fiscal en un esfuerzo sin precedentes por aliviar el impacto de la crisis del COVID-19 en la economía. Salió bien. Aunque el PIB se resintió, la recuperación se inició con rapidez, y en países como España se evitó la destrucción de miles de empleos gracias a figuras como los ERTE.
Con la guerra en Ucrania y sus consecuencias sobre las economías, los gobiernos, ya exangües por el esfuerzo anterior, han tenido que hacer un nuevo desembolso. Pero las arcas empiezan a estar vacías.
"Ante los crecientes costos de endeudamiento, los gobiernos se enfrentan cada vez más al imperativo de reconstruir las reservas. Se espera que el apoyo fiscal disminuya en general en 2022 y 2023, en particular en las economías avanzadas", pronostica el organismo dirigido por Kristalina Gueorguieva.
Eso significaría el fin de muchas ayudas que hoy alivian a hogares y empresas e, incluso en algunos casos, subidas de impuestos, lo que a su vez plantea una amenaza, ya que podrían retraer el consumo o poner en riesgo la viabilidad del tejido empresarial, dependiendo de cómo se redirijan.
4. El efecto dragón: frenazo en China por los confinamientos
Mientras en Occidente las economías dejan atrás las restricciones por el COVID-19, China sufre el peor rebrote desde la irrupción de la pandemia en 2020, y los nuevos confinamientos amenazan con un nuevo golpe a su economía.
"Los acontecimientos en China continúan dominando el perspectivas para Asia, especialmente para las economías emergentes. La combinación de variantes más transmisibles y la estricta estrategia para combatir el COVID-19 ha llevado a duras restricciones de movilidad y bloqueos localizados que, junto con una anémica recuperación del empleo urbano, han pesado sobre el consumo privado", señala el FMI.
Concretamente, los recientes bloqueos en centros clave de fabricación y comercio como Shenzhen y Shanghái agravarán las interrupciones del suministro en otros lugares de la región y más allá. A esto se suma el frenazo en la inversión inmobiliaria, tras la crisis de Evergrande.
5. Cuando despertó... La pandemia seguía ahí
Ha quedado claro con los confinamientos en China. La realidad es que por mucho que en Europa se acaben las restricciones, el final de las mascarillas no significa el final de la pandemia.
Fin de las mascarillas en interiores: cuándo llevarla y cuándo no
Las restricciones han comenzado a disminuir a medida que pasa lo peor de ómicron, y el FMI augura que el impacto económico y sanitario del virus irá desvaneciéndose a lo largo del segundo trimestre.
Sin embargo, como vinieron delta u ómicron, podrían llegar otras variantes más virulentas, y aquí el organismo advierte: la mayoría de los países no alcanzarán el objetivo del 70% de vacunación completa en 2022".
¿Qué significa eso? Que el mundo continuaría siendo vulnerable a la aparición de una nueva cepa. "Dadas las deficiencias de vacunación en los países de bajos ingresos, la posibilidad de nuevos brotes se tienen en cuenta en el escenario central", añade.
"Ahora tenemos una variante. Es un gran problema, pero parece que no será gran cosa. El riesgo es que pueden aparecer todavía más variantes que no podamos identificar con las PCR o resistan a las vacunas, ese es el auténtico peligro", avisa José García Montalvo, catedrático de Economía aplicada de la Universidad Pompeu Fabra.
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