5 cosas que han cambiado en el coronavirus que deberías conocer
- La aparición de nuevas variantes implican cambios en el virus original que pueden hacerlo (o no) más peligroso.
- Estos son los 5 principales cambios que ha experimentado el SARS-CoV-2 tras la aparición de las variantes de preocupación.
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El nuevo coronavirus ha evolucionado mucho más allá de alpha, beta, gamma y delta.
Pero estas han sido las únicas variantes que se han considerado de preocupación por los cambios detectados en el patógeno en comparación con el virus original.
Las mutaciones que han surgido con estas variantes han convertido al SARS-CoV-2 en un virus más transmisible, resistente a la respuesta inmunitaria e incluso más viral —aunque los primeros nuevos síntomas se parezcan más a los del resfriado común—.
A la comunidad científica le inquieta que la próxima variante de interés o preocupación traiga consigo una mutación que ofrezca una mayor resistencia a los anticuerpos —como ya lo hicieron beta y gamma—.
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Según la directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), Rochelle Walensky, esta nueva versión está a tan sólo unas mutaciones de distancia.
"La mayor preocupación en este momento es el gran número de personas que tienen el virus y, por tanto, el gran número de variantes que se están generando. Algunas de ellas podrían ser el gordo, es decir, más resistentes que delta", ha reconocido a Business Insider Andrew Read, que estudia la evolución de las enfermedades infecciosas en la Universidad Estatal de Pensilvania, también en EEUU.
Mientras tanto, los científicos siguen encontrando versiones aún más alejadas del virus original.
"Cada semana se detectan nuevas variantes del virus SARS-CoV-2. La mayoría van y vienen, algunas persisten pero no se vuelven más comunes", ejemplifica el Dr. Stuart Ray, virólogo e investigador clínico, vicepresidente de Medicina para la Integridad y Análisis de Datos en la Universidad de Johns Hopkins.
No obstante, los directores generales de Pfizer y Moderna creen que en un año la vida volverá a la vieja normalidad a pesar de la propagación de nuevas versiones del coronavirus. Aunque sería necesario vacunarse cada año, como contra la gripe.
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La capacidad del nuevo coronavirus para adherirse a las células humanas
Unas de las mutaciones más peligrosas del coronavirus se identificó tras la aparición de las variantes beta y gamma, anteriormente conocidas como B.1.351 de Sudáfrica y P.1 de Brasil.
Estas variantes compartían una mutación que había potenciado la capacidad del SARS-coV-2 para adherirse a los receptores de las células humanas.
N501Y, nombre que recibió la alteración del virus, supuso un cambio del aminoácido asparagina por tirosina en las variantes, según The Conversation.
Esto significa que al coronavirus le resulta más fácil infectar a sus huéspedes, porque es más afín a sus propios receptores.
La resistencia del coronavirus a los anticuerpos
En esta misma línea, se descifró una mutación que afecta a la proteína pico o espiga del nuevo coronavirus, que ayuda al coronavirus a resistir con más éxito a los anticuerpos.
A partir de la variante sudafricana, la mutación E484K o similares se asociaban a una peor protección por parte de las vacunas —aunque los porcentajes sólo han variado entre un 10% y un 30% y ninguna ha dejado de ser eficaz—.
"El hecho de que 3 semanas después de la primera dosis solo se esté protegido en un 30% —frente al 80% de la original— indica que esta cosa ha descubierto cómo evadir, al menos en parte, el sistema inmunitario", ha advertido a Business Insider Bob Wachter, director del Departamento de Medicina de la Universidad de California, EEUU.
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Los hallazgos publicados en Nature sobre la sensibilidad reducida de la variante delta sugieren que el patógeno sigue funcionando igual.
"La sustitución E484Q, que puede ser funcionalmente similar a la mutación de escape de anticuerpos E484K que se encuentra en las variantes Beta y Gamma, está presente en B.1.617.1 y B.1.617.3 subtipos", explican los autores del estudio.
Aunque estudiaban si la ausencia de E484Q, la presencia de T478K u otros cambios en la proteína pico o en cualquier otro lugar pueden facilitar la replicación viral y la transmisibilidad del virus.
La viralidad del COVID-19
Un estudio aún en curso, que registra datos de millones de pacientes en Reino Unido, encontró que las nuevas variantes habían cambiado el cuadro clínico del COVID-19, la enfermedad provocada por el SARS-CoV-2.
Aunque los síntomas ahora se parecen más a los de un resfriado o la gripe —como verás a continuación— las nuevas características del virus también le han hecho más viral.
Es decir, hace que algunos pacientes enfermen más rápido y más grave.
Los datos de las autoridades sanitarias de Reino Unido sugieren que delta duplica el riesgo hospitalario de variantes como alpha.
Esta última, a pesar de estar más cerca del virus original, ya se consideraba que era entre un 30% y un 70% más mortal, de acuerdo con los hallazgos de una investigación de la Universidad de Washington, EEUU.
La capacidad del virus para propagarse
Un estudio no revisado por pares y una investigación de expertos británicos y sudafricanos han encontrado que alpha y beta son hasta un 50% más contagiosas que la cepa original del coronavirus.
Delta, la última variante de preocupación responsable de las recientes olas de casos de COVID-19 en casi todo el mundo, también es un 60% más contagiosa que la versión británica.
Además, de acuerdo con los CDC, los nuevos datos también han revelado que las personas infectadas con delta tienen una mayor carga viral, independientemente de su vacunación.
Los síntomas que aparecen tras la infección con el SARS-CoV-2
Los síntomas que aparecen tras la infección con el SARS-CoV-2 son ahora más similares a los del resfriado común y la gripe. Aunque dependerá también de si has recibido las 2 dosis de la vacuna, una o ninguna.
Los 5 primeros síntomas que aparecen tras el contagio con el nuevo coronavirus son: el dolor de cabeza, el dolor de garganta, la congestión nasal, la fiebre y la tos persistente, según los hallazgos de la investigación en curso de ZOE COVID Study —que hace un seguimiento de los datos de más de 4 millones de pacientes—.
Si ya tienes una dosis de la vacuna, puede que no presentes fiebre entre los primeros indicios del COVID-19, pero sí estornudos.
Mientras que, tras la pauta completa de la vacuna, tienes menos probabilidades de desarrollar una tos seca y persistente. Aunque aumentan las posibilidades de sufrir la pérdida del gusto y el olfato, según la misma investigación.
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