5 diferencias clave entre la estrategia de Alemania y España para frenar los rebrotes

- La estrategia que han adoptado los gobiernos de España y Alemania para hacer frente a la pandemia de coronavirus están lejos de ser comparables.
- Descontando las infraestructuras sanitarias y el momento en que ambas atajaron el punto álgido del COVID-19, el país liderado por Angela Merkel ha demostrado tener métodos más efectivos.
- Desde la implementación de una app de rastreo eficaz hasta la flexibilidad para decretar confinamientos, los métodos alemanes han convertido al país en uno de los referentes en la lucha contra los rebrotes.
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Desde prácticamente los inicios de la pandemia, diversas instituciones han destacado la capacidad de Alemania para "gestionar y controlar mejor que otros países" los efectos del COVID-19, sobre todo al compararse con poblaciones y países similares.
Ya en el mes de abril, mientras España e Italia estaban al borde del colapso económico y social, Angela Merkel observaba la situación con total tranquilidad, sin confinamientos ni preocupación por las alarmantes cifras de fallecidos. Aun día de hoy, sus 9.217 muertes y 221.571 casos están muy por detrás de los registros de sus vecinos pese a ser un país con más de 83 millones de habitantes.
Como es evidente, su increíble infraestructura sanitaria, su punto de partida favorable o los recursos con los que cuentan explican parte de los buenos resultados, pero el principal pilar de su estrategia anticoronavirus no es otra que la aclamada batería de medidas diseñada por el Instituto Robert Koch, acordada en consenso entre el Gobierno central y los estados federales.
Estas son las 5 grandes diferencias que la alejan de la respuesta española al coronavirus.
Una app funcional y masiva desde hace semanas

Mientras que nuestra Radar COVID ha chocado de bruces con la burocracia y la discordancia competencial entre comunidades autónomas, la Corona-Warn-App alemana ha sido uno de los mayores puntos fuertes de la estrategia nacional contra la pandemia. Si la española todavía tendrá que esperar para ver la luz, la de Robert Koch ya estaba operativa el 16 de junio.
Su mayor crítica es que no está disponible para modelos iPhone anteriores al iOS 13.5 —por no disponer de la última tecnología Bluetooth—, pero a partir de ahí son todo alabanzas. La aplicación es gratuita, ocupa sólo 17,6 megabytes, garantiza la anonimidad y no pide ningún dato personal, ni nombre, sexo, edad o dirección.
El único permiso que pide utilizar es el Bluetooth, que sirve para medir la distancia entre 2 personas —que la tengan instalada y aprobada—. Para ello, los teléfonos intercambian identificadores (ID) generados de forma aleatoria por un encriptador y guardan los datos de estos encuentros durante 15 días, el tiempo estimado para que se manifieste una infección, y emiten datos de riesgo de contagio dependiendo de con quién se haya cruzado el usuario.
La app, además, funciona de forma descentralizada, por lo que los datos no pasan por un servidor central y se almacenan en cada teléfono.
A todos los efectos, las aplicaciones de rastreo han demostrado ser una de las mejores herramientas para combatir los rebrotes en todo el mundo, con ejemplos tan reseñables como el de Corea del Sur, pero en ningún caso sustituyen a otras medidas de seguridad como las mascarillas o el distanciamiento social. En todo caso, las complementan.
Datos de rastreo antes de comer

Romper la cadena de contagios por todos los medios posibles, analógicos incluidos, es una parte fundamental de la estrategia alemana para evitar la propagación exponencial del virus y qué mejor manera de evitar infecciones indeseadas que en los lugares donde tantas personas distintas coinciden varias veces al día: bares y restaurantes.
Desde su apertura al público a mediados de mayo —la fecha baila dependiendo de cada estado federado o land—, los establecimientos cuentan con una serie de formularios que obligan a rellenar a los clientes para, en caso de detectarse una infección en el local, poder contactarles rápido y cortar la cadena de contagios fuera del ámbito del restaurante. Esta sencilla medida, obligatoria en 11 länder y recomendada en otros 4, ha demostrado ser una de las mejores primeras balas contra los rebrotes.
Claro que la medida ha tenido su polémica. Los más escépticos la tildan de una invasión a la privacidad de los clientes, más aún cuando la policía llega a tener acceso a esos datos de forma intrusiva.
Confinamiento perimetral estricto

Quizás la principal diferencia entre Alemania y España sea la existencia de una estrategia unitaria en la lucha contra la pandemia. Durante el estado de alarma, la respuesta contra el coronavirus era coordinada y gestionada por el Gobierno central a través del Ministerio de Sanidad, pero ahora cada comunidad autónoma es independiente a la hora de evaluar su nivel de riesgo o las medidas que debe tomar.
En Alemania, por contra, todos los länder se rigen por el mismo umbral: si se registran más de 50 nuevas infecciones por cada 100.000 habitantes en los últimos 7 días, ese territorio pasa a considerarse de alto riesgo. Entonces comienzan los cierres.
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La diferencia entre ambos países, según datos de El Confidencial, llega hasta tal punto que, de aplicarse la normativa teutona, en España debería haber más de 70 ciudades de más de 25.000 habitantes bajo confinamiento perimetral, como lo están Aranda de Duero (Burgos) o Totana (Murcia).
Esto tirando por lo bajo, ya que en realidad serían bastantes más de 70. Hasta la fecha, comunidades como Aragón, Asturias, Baleares, Cantabria, Castilla-La Mancha, Galicia y Navarra no aportan datos al respecto, por lo que cualquier población por encima del límite en estas regiones es, por el momento, desconocida a ojos del seguimiento del COVID-19 —aunque se sepa que superan el umbral de contagios, como es el caso de Zaragoza—.
Test en aeropuertos y monitorización de países de riesgo

Todos los aeropuertos de Alemania están obligados a habilitar centros de pruebas diagnósticas rápidas de COVID-19 no sólo para los que vuelvan a casa, sino para todos los pasajeros que quieren entrar en el país. El rastreo no termina ahí, sino que es el propio Gobierno el que establece recomendaciones que fijan dónde se debe viajar y qué zonas no están recomendadas.
Desde el pasado sábado 1 de agosto, todos los viajeros que arriben al país teutón derecho a someterse, de forma gratuita y dentro de las 72 horas posteriores de su llegada, a estas pruebas, siendo un procedimiento voluntario para todos y obligatoria para los pasajeros procedentes de zonas de riesgo —una lista a la que se acaba de unir España—.
Monitorizar las llegadas de pasajeros y conocer el nivel de contagio vía PCR es una de las claves para evitar rebrotes indeseados, ya que el virus puede viajar entre países y, por muchas medidas de protección que haya dentro de las fronteras nacionales, estas pueden traspasarse con un simple salto de aduanas. En España, los aeropuertos de Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cataluña y Madrid están considerados de alto riesgo por la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA, por sus siglas en inglés).
Más test y más recursos

Según las estimaciones del Instituto Robert Koch, Alemania ha realizado más de 8 millones de test desde el inicio de la pandemia, su estructura está capacitada para realizar alrededor de 1,2 millones de PCR a la semana y cerró el último mes con 563.553 PCR en total. Si se compara con España, las cifras son de escándalo: 273.358 pruebas en julio y 4,3 millones en total desde marzo, casi la mitad que en tierras germanas.
La clave de este punto no es que se hagan más o menos test, o al menos no sólo esa, sino la diferencia de recursos destinados a la pandemia en los dos países. Si se ponen sobre la mesa los millones de euros destinados a reforzar los dos sistemas sanitarios
—ambos entre los mejores del mundo—, el crédito extraordinario recibido por Salvador Illa (1.000 millones de euros) languidece en comparación con el refuerzo alemán, de más de 7.800 millones.
Las partidas no sólo se reflejan en métodos de medición como son los test, sino en las medidas de reacción contra los rebrotes, ya sea para aumentar el número de camas UCI, el personal sanitario o mejorar las infraestructuras de los hospitales de cara a afrontar la pandemia.
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