6 grandes amenazas para la economía española en 2023

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  • Si algo hemos aprendido en los últimos 2 años es que todo puede empeorar. 
  • Una recesión más dura, escasez de gas en invierno de 2023 o el riesgo de un terremoto financiero son solo algunos de los frentes abiertos en el nuevo año.

Si algo hemos aprendido después de la pandemia es que todo puede pasar y todo es susceptible de empeorar

2021 iba a ser el año de la recuperación post COVID-19 gracias a la llegada de la vacuna, pero las sucesivas oleadas del virus truncaron las expectativas. La mirada de esperanza se trasladó entonces a 2022, pero estalló la guerra en Ucrania. 

"La Guerra de Ucrania ha sido el detonante de la tormenta perfecta, especialmente para Europa: en un momento en el que las economías se estaban recuperando de la crisis de la COVID-19", diagnostica Aurelio García del Barrio, director del Global MBA con especialización en Finanzas del IEB.

Desde entonces, hacer previsiones se ha convertido en un baile de cifras a merced de riesgos al alza y a la baja, y empezamos a convivir con una incertidumbre que se antoja eterna. "Lo peor está por llegar y, para muchas personas, 2023 se sentirá como una recesión", adelantaba el FMI en octubre.

La crisis de precios agravada por la guerra nubló el horizonte. Dentro de ese entorno incierto, estas son las 6 grandes amenazas para el futuro de la economía en 2023, según los expertos consultados por Business Insider España.

1. El efecto dominó de la recesión

Que se viene una recesión económica es algo que ya se daba por descontado. El nuevo año llega con un tercio de las economías del globo en riesgo de entrar en recesión, según pronostica el Banco Mundial. Pero todo apunta a que, salvo sorpresas, será una mini recesión: la crisis más leve de los últimos 40 años

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Además, a diferencia de crisis anteriores, en esta ocasión España podría verse menos golpeada. "Por una vez, España está mejor situada que otros países europeos", apunta Federico Steinberg, investigador principal del Real Instituto Elcano.

Pero eso no significa que España vaya a salir indemne. "La economía está inserta dentro del ciclo europeo, en clara desaceleración", matiza Steinberg.

Por lo pronto, el Fondo Monetario Internacional pronostica que Alemania e Italia entrarán en recesión en 2023. En qué medida afecta esto a España dependerá de la magnitud de la contracción. "Una recesión en Alemania puede arrastrar al conjunto de la eurozona", advirtió en julio el vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos. 

2. El riesgo de una crisis de gas en invierno de 2023

Gaseoducto propiedad de Gazprom en Svobodny (Rusia).
Gaseoducto propiedad de Gazprom en Svobodny (Rusia).

Reuters

A la hora de saber si las cosas pueden ponerse (todavía) más feas, todos los ojos están fijos en un mismo punto: la crisis energética.

El mercado energético será la primera pieza del dominó en 2023. Lo que ocurra con el gas y el petróleo, un mercado muy dominado por las decisiones del líder ruso, Vladímir Putin, determinará todo lo que venga después.

"Todo está muy condicionado por la crisis energética y lo que suceda con el gas. Eso va a condicionar la actividad económica, la inflación y, por ende, la política monetaria y el nivel de subida de los tipos de interés", resume María Jesús Fernández, economista sénior de Funcas.

Pero "la situación claramente ha mejorado", señala Sonsoles Castillo, economista, jefe para Análisis Económico y Financiero BBVA. En los últimos meses, Europa ha logrado llenar las reservas de gas, los precios energéticos se están moderando y esa moderación ya se refleja en una inflación que empieza a dar tregua. "Eso da garantías de que no vamos a tener corte de suministro este invierno", añade Castillo. 

Pero la amenaza está en 2 frentes: por un lado, todos sabemos que, en cualquier momento, la situación en los mercados energéticos puede dar un vuelco, y Europa sigue dependiendo enormemente de Rusia. 

Por otro, apunta Castillo, "la clave será el invierno siguiente", cuando sí que hay riesgo de que Europa se quede sin reservas de gas. El gran riesgo es una crisis de suministro energético en invierno de 2023. Ya lo advirtió el FMI: "El invierno de 2022 será difícil para Europa, pero el invierno de 2023 será probablemente peor".

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En España, concretamente, no hay riesgo de un corte de suministro, como sí lo hay en Alemania. El problema es que los hogares pagarían la energía a precio de oro, y ese encarecimiento puede ser la gota que colma el vaso para unas economías ya cercenadas por la inflación.

3. El peligro de la inflación subyacente

En España los precios llevan moderándose ya 5 meses consecutivos, lo que significa que la inflación ha empezado a dar tregua a los bolsillos. 

El problema, ahora, está en la inflación subyacente, que sigue subiendo a pesar de que la tasa general se relaja. Si en enero la inflación subyacente estaba en el 2,2%, en noviembre ya alcanza el 6,3%, y subiendo.

Que la inflación subyacente aumente significa que toda esa tormenta de costes energéticos y de materiales que sufrían las empresas se ha estado trasladando a precios finales de los productos que fabricaban. De hecho, en los últimos meses los productos que más suben son los alimentos. 

El riesgo es que la inflación subyacente se incruste en la economía y la arrastre a efectos de segunda ronda: básicamente, que empuje salarios y éstos a su vez presionen más los precios, llevando a una peligrosa espiral inflacionaria.

"No está claro que no vaya a haber efectos de segunda ronda. Todo parece indicar que no, pero también todo es susceptible de empeorar si se materializa algún tipo de riesgo", avisa José Emilio Boscá, catedrático de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad de Valencia e investigador asociado de Fedea. 

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4. Un aterrizaje monetario forzoso 

La presidenta del BCE, Christine Lagarde.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde.

Dependiendo de lo que ocurra con los precios energéticos, veremos cómo marcha la inflación y, en función de la inflación, los bancos centrales irán haciendo y deshaciendo.

Hasta ahora, con unas economías al rojo vivo, tanto la Reserva Federal (Fed) como el Banco Central Europeo habían recurrido a echar un jarro de agua fría para relajar precios, apretándole las tuercas a la política monetaria con unas subidas de tipos históricas y a toda velocidad

Con una recesión en el menú de los próximos meses, el dilema ahora pasa por que más vale contener la inflación cuanto antes (una tarea para la que se ha puesto manos a la obra con bastante retraso) y crear suficiente colchón subiendo los tipos, por si hace falta bajarlos de golpe en caso de recesión severa.

Subir los tipos de interés encarece el precio del dinero, lo que enfría el consumo y, por tanto, contribuye a relajar precios. El problema es que estos movimientos tardarán en permear en los mercados, de manera que hay riesgo de que los bancos centrales se pasen de frenada.

"Siempre hay un retardo entre la aplicación de una política monetaria y su efecto. Se corre el riesgo de sobrerreacción: apretar demasiado, y que luego su impacto sea mayor y la recuperación más lenta", señala Inma Ordiales, colaboradora de la Fundación Alternativas.

Pero las autoridades monetarias tienen claro que mejor pasarse de frenada que todo lo contrario:

"Si apretáramos demasiado, podríamos entonces utilizar nuestras herramientas con fuerza para apoyar la economía, mientras que si no conseguimos controlar la inflación porque no apretamos lo suficiente, la inflación se afianzará", ha dicho Jerome Powel, el presidente de la Fed.

El problema ahora es que las agresivas subidas de tipos podrían empezar a surtir efecto en 2023, convirtiéndose en la gota que colma el vaso para una economía ya de por sí deprimida. 

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5. Un terremoto que desestabilice los mercados

La inflación que asola la economía ha llevado a los bancos centrales a subir tipos más rápido de lo que los mercados esperaban. Eso, a su vez, ha empujado al mercado por un precipicio empinado.

Lo que ocurre en las bolsas tiene que ver con una década de rally alcista, donde muchas voces hablaban, incluso, de una burbuja que estallaría cuando los tipos de interés subieran.

En 2018, Wall Street tuvo un adelanto de lo fea que sería esta burbuja una vez que estallara en serio. El intento de subir gradualmente los tipos de interés provocó una implosión sistemática en estas acciones sobrealimentadas. 

Desde que los tipos empezaron a subir, el S&P 500 ha caído un 17% y el Nasdaq un 29%. Incluso con alguna mejora reciente, esto es lo que Wall Street considera clásicamente un mercado bajista.

El riesgo de las subidas de tipos está en que desestabilicen los mercados financieros, llegando a pinchar burbujas de activos, tal y como ocurrió en 2008.

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6. La bomba de la relojería de la deuda

Para España, un terremoto en los mercados financieros puede llegar a ser una auténtica pesadilla. Básicamente por el problema que se arrastra de siempre: una deuda pública elefantiásica.

"El del déficit y la deuda es un problema latente que va a suponer bastantes dolores de cabeza en el futuro. No es sostenible", avisa Javier Ferri, doctor en Economía e investigador de Fedea.

"Es nuestra mayor vulnerabilidad ahora mismo. El elevado nivel de deuda combinado con el alto déficit estructural "son una bomba de relojería que en cualquier momento puede estallarnos", coincide María Jesús Fernández.

El final de las compras de deuda por parte de los bancos centrales genera muchos movimientos sísmicos en los mercados, y pueden llevar a ventas por pánico. 

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Algo parecido a lo que ocurrió hace unos meses en Reino Unido, cuando se anunció un presupuesto con bajada de impuestos y deuda elevada. "Si esa medida se hubiera anunciado en 2016, no hubiera pasado nada, pero desde la subida de tipos, los mercados están en una situación muy inflamable", añade.

"Cualquier cosa que genere desconfianza puede ser la chispa que haga saltar por los aires los mercados financieros y la crisis de la deuda, y eso puede suceder aquí", advierte Fernández.

Si esto ocurriera en España, pasaría algo parecido a lo de 2012: se dispararía la prima de riesgo y al Estado le podría costar colocar deuda en el mercado, y se vería obligado a adoptar severas medidas de ajuste de la noche a la mañana por la necesidad de reducir la deuda.

En ese sentido, avisa Ferri, "España debería haber planteado ya una senda creíble de corrección del déficit desde 2023", precisamente con el objetivo de curarse en salud y transmitir confianza a los mercados.

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