7 aberraciones que cometes al celebrar Halloween

Que si Halloween sí, que si Halloween no. Desde hace por lo menos 15 o 20 años, cada 31 de octubre divide a España por la mitad. 

A un lado están quienes defienden el carácter lúdico de una fiesta consagrada a espantar el miedo a la muerte; a otro, quedan los que la condenan por su carácter frívolo y su origen extranjero. 

Y eso que, al menos sobre este último punto, existen dudas más que razonables de hasta qué punto Halloween es, más que una costumbre ajena adquirida, un barco que el continente americano ha devuelto al viejo continente.

Tal y como ha recordado Business Insider España, Halloween encuentra sus antecedentes más antiguos en la Europa precristiana, concretamente en los pueblos celtas, que poblaron parte del norte de la Península Ibérica. 

Estos celebraban el día de Samhain, momento en que la frontera entre el mundo de los muertos y los vivos desaparecía para abrir paso a lo sobrenatural, al regreso de las almas del más allá. Por ello, durante todo el día se celebraban banquetes en los que se hacían ofrendar a los muertos para gozar de su favor y favorecer su paso al otro mundo.

Sea cual sea su origen, lo cierto es que se ha convertido en un lucrativo negocio. En EEUU, ni siquiera la inflación va a impedir que los consumidores disfruten como es debido de la fiesta de los muertos: está previsto que gasten más de 10.500 millones de euros, según recoge Expansión.

En España se empieza a notar ya la fiebre de Halloween. Según un estudio de Selfbank recogido a su vez por La Información, los españoles están dispuestos a gastar de media 20 euros en su disfraz de Halloween, aunque hay un 7,2% de fanáticos están dispuestos a gastar 50 euros: café para los muy cafeteros.

Con todo, los españoles, recoge este medio, aún gastamos más en lo nuestro: dulces (los típicos buñuelos de viento y huesos de santo de esta época) y flores para el Día de todos los santos.

No obstante, por muy divertida que pueda resultar para muchos las fiestas de Halloween, conviene no dejarse llevar demasiado por el entusiasmo. Como ocurre con cualquier festividad en la que hay folclore, comida y jolgorio, Halloween se presta muy fácilmente a que cualquiera pueda pasarse de frenada.

Dicho de otra manera, ojo con la gastronomía, los disfraces y la fiesta si no queremos que nuestro Halloween sea de verdad una pesadilla. Estas son 7 aberraciones que debes procurar evitar a toda costa un día como hoy.

1. Pensar que Halloween es sinónimo de Carnaval

Lo sabemos: estás de escándalo. Las clases de spinning y las sesiones de crossfit de después del verano ya se dejan notar, y estás deseando enseñárselo al mundo.

En Business Insider España, por supuesto, estamos siempre a favor de que cada uno vista como quiera. No obstante, antes aconsejamos tener en cuenta un par de consideraciones. 

La primera tiene que ver con el tiempo. Por mucho que la emergencia climática nos aceche, no dejamos de estar en a principios de noviembre, con lo que nunca es mala idea llevar algo de ropa de abrigo de más. Al fin y al cabo, para quitarnos prendas siempre hay tiempo.

En segundo lugar, conviene no confundir Halloween con Carnaval. El tema central del primero es el miedo, el terror y la muerte, con lo que tal vez no sea el momento más indicado para sacar del armario nuestro disfraz de Pikachu. 

Si lo hacemos porque no nos queda más remedio, no es tampoco mala idea adaptarlo: seguro que un poco de maquillaje basta para convertir al compañero de Ash en un pokemon zombi, por ejemplo.

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2. Comprar disfraces muy caros

Al hilo de lo anterior, recuerda que Halloween solo se celebra una vez al año. Esto quiere decir que, por mucho que nos guste esta festividad, no es necesario que terminemos pidiendo un préstamo al banco para poder salir disfrazados ese día.

En tiendas de disfraces especializadas y en tiendas online como Amazon es posible encontrar disfraces originales e interesantes por no más de 20 o 30 euros. Si no sabes muy bien de qué ir este año, aquí tienes unas cuantas propuestas.

3. Dar por hecho que todo es Halloween el día de Halloween

Por inverosímil que pueda parecer a muchos acérrimos defensores de la fiesta, no solo hay quien la ataca por resultar superficial y extranjera. No señor, los hay mucho peores: hay a quienes les da igual.

Que sea 31 de octubre no significa necesariamente que tengamos permiso para ir disfrazados del conde Drácula a cualquier lugar, especialmente si uno ha pasado ya la pubertad. 

Por ello, desde Business Insider Españarecomendamos prudencia. Si en tu oficina nadie ha dicho nada de ir disfrazado, es más que posible que tu magnífico atuendo de Candyman se quede un poco en fuera de juego. 

De igual manera, si unos amigos te invitan a una fiesta y el código de vestimenta no hace la menor alusión a que se trata de una celebración de Halloween, lo más probable es que seas el único que aparezca vestido como Beetlejuice. 

Si tienes dudas, tira de clásicos: pantalón vaquero y camiseta blanca lisa y vieja, una de estas que se pueda hacer jirones y, dado el caso de requerir disfraz, te pueda transformar en zombi en un santiamén con apenas algo de maquillaje y un poco de carmín simulando sangre.

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4. Dejarlo todo para última hora

Si estás leyendo este artículo un 31 de octubre, ya vas tarde.

Incluso en países en principio con poca raigambre cultural de la fiesta de Halloween, como pueda ser España, esta es ya todo un acontecimiento. Esto quiere decir que negocios como las discotecas y los bares de copas aprovechan el día para hacer su agosto.

Si no quieres terminar en una sala masificada en la que no tienes espacio para moverte apenas un par de metros, como ocurre en Nochevieja, te aconsejamos que prepares la fiesta con antelación: compra tu entrada unas semanas antes en algún lugar que te merezca confianza.

De lo contrario, la hora de las brujas será todas y cada una de las que pases fuera de casa.

5. Olvidar que las fiestas infantiles son fiestas infantiles

Si alguien disfruta especialmente este tipo de fiestas son ellos: los más pequeños de la casa.

No obstante, dados los temas tan serios y graves que en realidad parodia la fiesta, conviene tener cuidado. Si no está atento, para un adulto es relativamente sencillo convertir una inocente celebración infantil en un mal día.

Hablamos, por ejemplo, de hacer pasar a los niños más miedo de la cuenta. Todos guardamos excelentes recuerdos de experiencias como las casas o los túneles del terror, lugares en los que uno entra sabiendo que dentro hay actores disfrazados y dispuestos a asustarnos en cada esquina.

Convertir una casa grande en una mansión terrorífica y hacer a los jóvenes invitados un tour guiado por ella para ir asustándolos puede estar muy bien solo si estos tienen la suficiente madurez como para entender que todo forma parte de un juego.

De igual manera, contar historias de miedo en la oscuridad o ver películas de terror puede igualmente ser divertido solo a partir de cierta edad. Recomendamos prudencia y contar siempre con el visto bueno de padres o tutores antes de exponer a cualquier niño a una actividad así.

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6. Pensar que tú no pasarás miedo

Al hilo de lo anterior, hay que recordar que también los adultos pueden pasarlo verdaderamente mal en Halloween. 

Para ello, bastan tan solo un tablero, unas velas y que una de esas personas adictas a la adrenalina que genera el miedo proponga apagar las luces e invocar a los demonios en busca de respuestas.

En Business Insider España, por supuesto, no creemos en los espíritus. Sí creemos, sin embargo, en un fenómeno psicológico muy estudiado: la sugestión colectiva. 

Se trata de un poderoso mecanismo mediante el cual, bajo las condiciones adecuadas, la mente humana es capaz de aceptar una determinada idea y reinterpretar su mundo conforme a la misma.

Utilizada por sectas y charlatanes, la sugestión puede hacer también lo suyo en sesiones de supuesto espiritismo que pueden convertir cada ruido, por convencional que sea, en una señal del más allá. 

Basta, por tanto, con que uno de los participantes sufra una dolencia cardiaca para que una simple ouija pueda terminar en el hospital no por la acción de ningún demonio, sino por el poder de nuestra propia mente para engañarnos. De nuevo, aconsejamos sentido común y prudencia.

7. Atiborrarte de dulces

Un clásico: donde hay fiesta, hay bebida y, sobre todo, hay comida. Halloween no es menos, con sus calabazas de rostro fantasmal asociadas a la celebración desde hace por lo menos un siglo.

A ello se añade la famosa tradición del truco o trato: niños que, disfrazados, timbran en las casas de sus barrios en busca de dulces como caramelos y chucherías. 

Tal es el aluvión de dulces que puede recibir cualquier niño a poco que dé un par de vueltas a su manzana que, en primer lugar, hay que recomendar moderación en el consumo de estos dulces.

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En segundo lugar, ojo con los experimentos gastronómicos. Sabemos que estás deseando reproducir las magdalenas con forma de fantasma que te ha mostrado tu influencer de cabecera, pero, si va a ser tu primera vez con ello, es posible que la pesadilla la vivan tus invitados al probar tu obra.

Prueba a hacer tu receta al menos un par de veces antes del día señalado y tu resultado no levantará a los muertos, pero casi.