"Si lo tienes muy claro, emprende solo; si no es así, busca ayuda": las aceleradoras se convierten en motor del emprendimiento en mitad de la crisis

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  • En un momento de crisis de financiación de proyectos, las aceleradoras se erigen como una alternativa para ayudar a las startups a dar sus primeros pasos.
  • "Si puedes tirar solo, hazlo; si no, busca ayuda", recomienda Marc Borrell, fundador de Farside Ventures.

Todo el mundo conoce la historia. Un grupo de jóvenes genios en tecnología con mucho más talento que capital se juntan en el garaje de uno de ellos y montan una empresa. Con el paso del tiempo, la compañía crece gracias a sus rompedores productos, que cambian por completo el mercado.

Sin apenas ayuda de nadie, del garaje pasan primero a una pequeña oficina. Esta, en muy poco tiempo, da paso a otra un poco más grande. 

En cuestión de años, el pequeño proyecto empresarial montado por aquellos soñadores emprendedores se ha convertido primero en un competidor nacional de primer orden y, finalmente, en un gigante internacional. 

La historia acaba cuando, finalmente, la empresa sale a bolsa y multiplica por una buena cantidad de ceros su valor. Todos los fundadores de la compañía, que son ya reputados empresarios a los que la prensa dedica páginas enteras, se han hecho ricos. Aparece un rótulo en la pantalla: The end.

La realidad del mundo del emprendimiento es muy distinta. Para empezar, porque, por norma general, quien sabe mucho de un determinado ámbito tecnológico no tiene por qué saber nada acerca de cómo montar una empresa.

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Para continuar, porque antes de alcanzar no ya el éxito rotundo, sino simplemente una cifra de negocio que permita que los fundadores no pierdan dinero (lo que se conoce como ebitda positivo), antes la startup en cuestión debe atravesar un desierto de sinsabores y aprendizajes que puede prolongarse 5, 10 o incluso 15 años.

Y, para acabar, esto no es así porque la inmensa mayoría de los emprendedores, en mayor o menor medida, cuenta con compañeros de viaje. Estos adoptan muchas veces la forma de inversores que, a cambio de un porcentaje de la empresa, inyectan capital para que esta pueda desarrollarse.

Pero hay incluso quien da un paso más allá. Los venture builders (más conocidos en España como incubadoras o aceleradoras, aunque existen matices entre todos estos conceptos) no solo inyectan capital en las fases iniciales de las startups, sino que las orientan en el cada vez más complejo mundo de los negocios, les proporcionan ayuda.

A cambio, se quedan también con un porcentaje de la empresa, que reclamarán llegado el momento, una vez esta crezca lo suficiente.

En mitad de un momento especialmente complicado en el mundo del emprendimiento, con los fondos pensándoselo 2 veces antes de apostar por nadie, algunas de las aceleradoras más potentes de España han levantado la mano para erigirse como alternativa.

Lo hicieron hace unos días en el Tech Spirit Barcelona, organizado por Tech Barcelona, un evento que ha reunido estos días en la Ciudad Condal a muchos de los protagonistas del ecosistema nacional.

"Reconozco que el venture builder no es el modelo que más me gusta. Me parece que tiene un poco lo malo de emprender, que es que al final estás solo, y lo malo de trabajar para otro, que es que tienes jefe", señaló Jesús Monleón, socio del fondo de base tecnológica SeedRocket.

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Le contestó Marc Borrell, uno de los socios fundadores de Farside Ventures, una aceleradora que se ha marcado como objetivo para los 4 próximos años ayudar a crear 100 startups en España.

"Depende un poco de cada uno. Si eres capaz de montártelo por tu cuenta, hazlo, desde luego. Pero, si no puedes y no sabes mucho de cómo funciona el mundo de las startups, busca ayuda, asóciate", ha respondido Borrell.

Ernest Sánchez, socio del venture builder Nuclio, espantó la idea del emprendedor inexperto como el único objetivo potencial de las aceleradoras.

"A Nuclio llegan muchas veces emprendedores que han tenido éxito, que han vendido incluso algún proyecto y que saben cuánto valor aporta poderte dedicar únicamente a las operaciones. Si quieres más comodidad, es lógico que des algo a cambio".

La dilución de capital, enemiga de las aceleradoras

Nada es nunca gratis. En el mundo del emprendimiento, menos.

Farside Ventures, por ejemplo, suele entrar inicialmente en las startups con inyecciones de unos 50.000 euros. La empresa incipiente pasa entonces a formar parte de su portfolio mientras Farside se guarda la opción de, si el negocio va bien, apostar hasta medio millón de euros por cerca de un 20% del capital de la startup en cuestión una vez esta alcance esa valoración a ojos de los inversores.

Es un proceder que a veces echa para atrás al resto de inversores. Al entender que ya no hay suficiente pastel de capital que repartir o que este está ya demasiado repartido, los fondos optan en ocasiones por no arrimarse a las startups que ya funcionan bajo la tutela de un venture builder.

En el mundo del emprendimiento, a esto se le conoce como un problema de cap table, término que en inglés alude a la tabla que refleja quién tiene qué porcentaje de una empresa.

Elisabeth Martínez, miembro también de Nuclio, recordó que, con todo y con eso, muchas startups de éxito han salido de aceleradoras. Actualmente, por ejemplo, Housfy, inmobiliaria digital ya con cierto recorrido, forma parte del portfolio de Nuclio.

Farside, por su parte, anda detrás de la billetera digital Rand y de la inmobiliaria también digital Wolo.

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"Si el proyecto es bueno y tracciona, al final encuentra financiación. Los fondos tienden a fijarse demasiado en el cap table. Yo siempre digo que, si el proyecto mola, métele. Sinceramente, es una excusa barata no apostar por una empresa por razones así".

Monleón, por su parte, invitó a las startups a ser prudentes con el manejo de su capital.

"Hay una larga travesía por el desierto hasta llegar a dar beneficios. En el camino, hay muchas cosas que no se pueden controlar. Hay otras que sí: la tecnología, el reparto de capital... En esto puede ayudar el venture builder. Ir acompañado reduce mucho el riesgo", explicó.

"No existe la fórmula del éxito. La base de todo es el talento, el producto y el capital. El venture builder da la metodología. Ahí es donde ayudamos", reflexionó Sánchez a renglón.

Empresa convencional y aceleradoras, agua y aceite

Algo que no ha visto claro ninguno de los ponentes es la mezcla, cada vez más frecuente en España, del concepto de aceleradora de startups y empresas de carácter más convencional.

Borrell lo tiene claro: "Que el corporate invierta en esto es un error. Es mejor que inviertan directamente en los fondos, porque una startup necesita un patio trasero en el que romper cosas. Si no lo tienes, matas la posibilidad de que un proyecto crezca".

Sánchez suscribe: "Creo más en los centros de innovación. Este tipo de propuestas deben suponer una vía paralela que no afecte al corazón del negocio principal. Antes de incorporar nada, aconsejaría que se tocaran antes ciertas teclas".

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"Lanzar una startup y que funcione el producto es muy difícil, pero conseguirlo con un segundo producto ya es la bomba. Si el producto en cuestión está alineado con el negocio de la compañía, lo más normal es que este se desarrolle dentro de la propia empresa", zanjó Monleón, que puso un ejemplo:

"En una startup en la que participé, hubo que cerrar una vía de negocio alternativa porque nos terminamos haciendo la competencia a nosotros mismos. Imagina esto mismo en una empresa más grande".

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