Adiós a la era del liderazgo empático: las empresas intentan ser 'padres guays' para los empleados y fracasan cuando llega la hora de los despidos

Rebecca Knight,
La dureza de los despidos está dejando de lado la empatía que floreció durante la pandemia.

sorbetto/Getty Images

  • Se supone que la pandemia había dado lugar a un liderazgo más empático.
  • Pero cuanto más lejos queda la pandemia y planea la sombra la recesión, los empresarios vuelven a las viejas prácticas.
  • Eso incluye recortar su masa laboral, a menudo al azar y a veces sin demasiada compasión.
Análisis Faldón

Empecemos por lo más básico: despedir nunca es fácil.

Despojar a las personas de su medio de vida es la medida más difícil que tienen que tomar las compañías y no hay forma sencilla de hacerlo. 

Aunque puede que no exista una forma bonita de despedir a alguien, sí existen muchas formas desastrosas de hacerlo. Y últimamente hemos tenido muchos ejemplos.

Algunas grandes compañías, como Google, han notificado el despido a sus empleados a través de un mero correo electrónico. En Amazon y Meta ha habido recortes por partida doble. Disney está haciendo varias rondas, alargando el drama de los trabajadores varios meses. McDonald's ha cerrado sus oficinas y sus empleados encontraron la carta de despido en sus buzones.

Se suponía que la pandemia había dado paso a una era de liderazgo empático. Y, durante un tiempo, fue así. 

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Muchas empresas hicieron de la salud mental de sus trabajadores una prioridad al comienzo de la crisis sanitaria, dando instrucciones a los altos cargos para que hicieran todo lo necesario para ayudar a los empleados conmocionados a sobrellevar la situación

Los trabajadores, sobre todo los más jóvenes cuya primera experiencia laboral se dio en el contexto del covid-19, se acostumbraron a este estilo de gestión más cálido y suave, lo que se convirtió en una expectativa para futuros puestos de trabajo. 

Pero la dureza de los recientes despidos masivos sugiere que la empatía que los directivos adquirieron durante los momentos más duros de la pandemia se ha acabado en cuanto los números rojos han aparecido. 

"Se ha acabado la época en la que solíamos proclamar 'saldremos todos juntos de esto' o 'hay que hablar de salud mental en las empresas'", afirma a Business Insider Muriel Maignan Wilkins, cofundadora de Paravis Partners, una empresa de asesoramiento sobre suites C. 

Ahora todo lo que habíamos avanzado se ha perdido. La naturaleza fría e impersonal con la que se han producido las salidas, combinada con el gran número de empleados despedidos, ha producido que los trabajadores se tambaleen: "La necesidad de la empatía por parte de los jefes no solo fue un mero destello en tiempos de pandemia".

Ser un líder empático no implica arreglar cosas

Desde hace tiempo los trabajadores "desean dejar de ser tratados como meros números de la compañía para ser tratados como lo que son: seres humanos. La pandemia provocó que ese clamor se hiciera evidente a ojos de los directivos", afirma Wilkins.

Sin embargo, a medida que la pandemia se queda atrás y las amenazas de recesión aumentan, los empresarios vuelven a fijarse solamente en los números. La necesidad de sanear sus cuentas y prepararse para una posible crisis les ha hecho reaccionar a las condiciones del mercado de forma brusca, al azar y sin ninguna compasión. 

"Ser un líder empático no significa arreglar las cosas, sino tener en cuenta el sufrimiento de la gente y hacer algo al respecto", explica Wilkins. 

"Si tratas un despido como una mera y rutinaria transacción a través de un correo electrónico en el que no miras a los ojos a tu empleado y le explicas el porqué de esa dolorosa decisión, no estás reconociendo el trabajo ni teniendo en cuenta cómo se puede sentir esa persona". 

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Alison Taylor, profesora asociada de la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York, comenta a Business Insider que los despidos mal gestionados apuntan a un declive más profundo del liderazgo de las empresas. Los directivos deben ser empáticos, pero también deben orientar y guiar a los trabajadores y no protegerlos de la realidad económica.

La tendencia actual de las compañías, según Taylor, es que sus directivos traten como un "padre guay" a sus empleados, que no les ponen límites para que les quieran. 

"Los jefes no saben cómo responder a la nueva exigencia del cuidado de la salud mental por parte de los trabajadores, al mismo tiempo que tienen que ayudar a los empleados a entender que su trabajo depende de su rendimiento personal y el de la empresa", afirma Taylor.

Esta dualidad del trabajo, que aún se debate entre los expertos de recursos humanos, atormenta a los directivos a medida que la economía parece dar una tregua, añade la experta. Pero es muy comprensible que los empleados de las diferentes empresas estén muy enfadados por cómo se han gestionado los despidos. 

"El mensaje que llegaba desde arriba era: 'cuidaremos de vosotros, pase lo que pase' como si el rendimiento tampoco importase", aclara Tylor.  

"Los jóvenes no han llegado a estar familiarizados con estas condiciones más precarias dentro de las grandes empresas", añade. "Hemos tenido un largo periodo de crecimiento, pero ahora todo está cambiando y nos encontramos en un momento diferente".

 

Los trabajadores son considerados como recursos prescindibles

Por supuesto, existen obstáculos logísticos que dificultan la ejecución empática de despidos masivos.

"Si estás despidiendo a 50 personas, puedes tener conversaciones uno a uno para explicarles la situación, pero si estás despidiendo a 10.000 trabajadores, debes tener un plan muy específico para llevarlo a cabo de la manera más suave posible", explica a Business Insider Francine Gordon, profesora de gestión en la Leavey School of Business de la Universidad de Santa Clara.

Las 2 rondas de despidos de Amazon han sumado 27.000 trabajadores y las de Meta, 21.000 personas. Con estas cifras es muy difícil dar explicaciones uno a uno. 

Gordon, que ha trabajado en recursos humanos, explica que los despidos "requieren mucho esfuerzo para ponerlo todo en su sitio" y parece que para algunas empresas primó la rapidez por encima de la planificación y la organización de las salidas de los trabajadores. Esto también puede deberse a que muchas nunca habían tenido que realizar despidos a esta escala. 

Por ejemplo, los despidos en Meta han sido los primeros recortes de plantilla a gran escala de la empresa desde su lanzamiento en 2004. 

Pero, aun así, no hay excusa para algunas cosas, asegura la experta. "Descubrir que has perdido tu trabajo a través de un correo electrónico es muy triste", afirma Gordon.

"Ahora las empresas se preguntan por qué los empleados ya no son leales", añade. "Bueno, el trabajo es una calle de doble sentido: cuando tratas a la gente como mercancía prescindible, es difícil sentirse leal".

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