Protección de Datos pide a los constructores de los nuevos metaversos que tengan en cuenta "la privacidad de los avatares" y su "huella digital"

Metaverso mal

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El auge de los mundos digitales que responde a la construcción del metaverso permite "conocer y perfilar al individuo a niveles no conocidos previamente en las redes sociales", avanza la Agencia Española de Protección de Datos. El organismo de control ha publicado en su blog una primera aproximación sobre los desafíos en materia de privacidad que tienen estas nuevas dimensiones.

En una red social se pueden extraer múltiples datos personales de sus usuarios, basados en las fotos que sube, los comentarios que escribe e incluso los comportamientos que tiene. Los algoritmos que organizan el contenido que muestran a los internautas aprenden día a día precisamente de esos hábitos.

Ahora imagínate el potencial que pueden tener algoritmos de ese estilo, o la cantidad de datos que puedes generar, en un mundo que pretende ser una representación fidedigna de la vida real. Ya no es lo que escribas, lo que fotografías, o lo que compartas. Ya es cómo te ubicas, a (el avatar de) quién te acercas, y cómo mueves tus manos.

"Desde el punto de vista de la privacidad, el uso del metaverso puede ser muy intrusivo, ya que el conjunto de datos que se tratan en este entorno aumenta de forma exponencial", incide la AEPD en su artículo. "Cualquier entorno virtual está por diseño plenamente datificado, y permite tratar un espectro más amplio de información relativa a actividades humanas".

Esas "actividades humanas" pueden implicar "nuevas categorías de datos con mayor granularidad y precisión". Estar en el metaverso no implica estar conectado al mismo a través de un teléfono móvil o de un ordenador. Puede implicar estar conectado al mismo con unas gafas de realidad virtual o incluso con cualquier otro tipo de wearable, como una pulsera o un reloj inteligente.

Las tecnológicas que lideren el metaverso podrán conocer incluso el nivel de pulsaciones que tiene un usuario cuando se le acerca un avatar con cara de pocos amigos. "Las gafas VR extraen información de las variaciones del iris, y los mandos que hacen de interfaz del metaverso desvelan los cambios posturales, lo que permite analizar la respuesta emocional".

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"El análisis de la posición relativa de los avatares en un mundo virtual permite el análisis proxémico de forma automática, es decir, el estudio de la organización del espacio en la comunicación lingüística no verbal. Los tiempos y la forma de reacción permiten estudiar biomecánicamente al individuo, y así sucesivamente", continúa la Agencia de Protección de Datos.

Por todo esto, sumado al futuro auge de las interfaces neuronales, el despliegue del metaverso permitirá trazar y rastrear a los usuarios a unos niveles hasta ahora insólitos. "Además, esa información fluirá en dos sentidos, del individuo al entorno y del entorno al individuo".

"En este último caso, la proyección de pequeñas variaciones corporales se traducirá en los avatares de las personas con las que se intracciona, con lo que se podría desvelar información de forma no deseada y que sería incluso explotable por medios automáticos. Se podrían emplear con gran precisión novedosas técnicas de neuromarketing".

En definitiva, los metaversos, que "pretenden ampliar la experiencia de las redes sociales mucho más allá del aspecto visual o de los gráficos en 3D", involucrará a los usuarios en múltiples "dimensiones" y extenderá los datos recogidos "a la información no verbal y biométrica". 

Los mundos virtuales llevaban tiempo en la ficción, pero ya "se dispone de la masa crítica de tecnología y los condicionantes sociales" para que sean una realidad, recuerda la AEPD.

Además, para la Agencia ese no es el único desafío de los metaversos. También lo es la posibilidad de que desarrollos tecnológicos pretendan "sustituir los mecanismos de regulación y gobernanza del mundo real por reglas ejecutadas automáticamente", como ya ha ocurrido con ciertas criptomonedas.

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Por eso, la AEPD entiende que el RGPD no bastará para regular el metaverso, y aboga por esperar a las propuestas de regulación que se cocinan en Bruselas, como el Reglamento de Servicios Digitales, el Reglamento de Mercados Digitales, el Reglamento del Dato, el Reglamento de Gobernanza del Dato y el Reglamento de la Inteligencia Artificial.

Con respecto al RGPD, la Agencia considera que es necesario "tener en cuenta" también "las garantías específicas de privacidad desde el diseño y por defecto que se puedan aplicar" para también "preservar la privacidad de los avatares y su huella digital en el metaverso". 

El hacker y CDO de Telefónica, Chema Alonso, explicaba en una reciente entrevista con este medio que el concepto de metaverso va mucho más allá de esos mundos digitales, y que podrán existir entornos en los que tu identificación será indispensable. Aunque el avatar sea tu representación virtual, no será imposible ser capaz de rastrear quién es la persona que está detrás del mismo.

De hecho, esa diferencia entre avatar y cuerpos reales puede ocasionar también otros tantos desafíos desde un punto de vista psicológico, según han advertido ya varios expertos.

La AEPD plantea en su comunicación sobre la privacidad en el metaverso mecanismos para minimizar los datos que se recojan por dispositivos wearables, mecanismos de gobernanza y normas transparentes, auditorías sobre los procesos automatizados, gestión adecuada de dispositivos y un almacenamiento correcto de los datos, y evaluaciones de impacto en protección de datos.

El metaverso no podrá ser una jungla, por eso también exige derechos como el de cancelación o supresión para poder desaparecer de los metaversos cuando así lo estimen los usuarios, sistemas de seguridad para que estos mundos estén siempre disponibles, y que se ponga a los menores "como eje central de las políticas de definición de medidas y garantías" en estos nuevos espacios.

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