Sí, últimamente hay más enfermedades infecciosas: los expertos dicen que hay 7 razones que lo explican

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Investigadora con un tubo de ensayo de la viruela del mono

REUTERS

Tras superar los momentos más complejos del COVID-19, este 2022 ha sido un año especialmente complejo en cuanto a la propagación mundial de enfermedades infecciosas

Primero, fueron los informes de niños con una insuficiencia hepática misteriosa y potencialmente mortal en Estados Unidos y algunos países de Europa. Luego, los casos de viruela del mono subieron en todo el mundo como nunca antes.

La meningitis ha matado al menos a una docena de personas en Florida este año, según los epidemiólogos, mientras que un parechovirus fatal infectó a recién nacidos en varias zonas de Estados Unidos y al menos un bebé murió en Connecticut. En Australia y Bélgica, la difteria reapareció y los casos del virus de Marburgo se están identificando por primera vez en Ghana.

Por si fuera poco, recientemente Nueva York anunció que hay polio en sus aguas residuales, lo que refleja una tendencia muy inusual detectada en las alcantarillas de Londres la pasada primavera.

"Es como si todas las plagas bíblicas estuvieran regresando, ¿verdad?", comenta a Business Insider el doctor Madhukar Pai, experto en salud global de McGill. En realidad, esto no ha ocurrido de la noche a la mañana y tampoco es resultado directo de la pandemia, pero los expertos están de acuerdo: el ritmo de estos brotes infecciosos se está acelerando.

 

"No es algo que esperábamos que sucediera en la salud pública, se trata de una situación que temíamos que pudiera suceder", expresa Jay Varma, experto en control y prevención de enfermedades en la Universidad de Cornell. 

Pai y otros expertos de primer nivel señalan que no existe una explicación "simplista". En cambio, se trata de una amplia red de al menos 7 circunstancias entrelazadas entre sí que sustentan este aumento de las enfermedades infecciosas.

1. Un contacto más estrecho entre animales y humanos

El COVID se extiende como un reguero de pólvora entre las poblaciones de visones. Kit MacAvoy/SOPA Images/LightRocket/Getty Images

Kit MacAvoy/SOPA Images/LightRocket/Getty Images

Hoy en día mascotas y productos animales viajan por todo el mundo y la demanda mundial de carne alcanza máximos históricos. De forma colectiva se está entrando en contacto con todo tipo de animales con mucha más frecuencia que antes.

"La interfaz humano-animal se ha roto", como expresa el doctor Larry Brilliant, que ayudó a erradicar la viruela. La Organización Mundial de la Salud estimó en 2014 que el 75% de los patógenos emergentes de la actualidad se han "originado en animales", un número que se ha acelerado en las últimas décadas.

La interacción humano-animal es la forma en la que el COVID-19 se propagó por primera. El ébola, el VIH, el MERS, el SARS, la influenza y la viruela del mono también tienen reservorios animales. Cuando una enfermedad pasa de animales a personas, siempre tiene el potencial de generar un nuevo brote.

"El primer factor que impulsa la transmisión es la creciente interacción entre humanos y animales, en entornos que no son del todo naturales, o entornos que son diferentes de la forma en que han sido en el pasado", apunta Varma.

La deforestación, captación de carbono de las tierras de cultivo y el comercio ilícito de animales salvajes son factores que también influyen.

"La población humana es ahora tan enorme que nos infiltraremos en todo tipo de ecosistemas en los que nos encontraremos con organismos nuevos, organismos a los que no tenemos mucha inmunidad previa", añade Pai. 

Hombre con mascarilla pasa delante de imagen de virus, en pandemia por covid-19

2. Aumento de viajes y migración global

Joven en el aeropuerto buscando vuelo

La naturaleza social global e interconectada de la vida moderna ayuda a propagar enfermedades entre las personas de manera más eficiente que nunca. Cualquier enfermedad infecciosa en cualquier parte del mundo está ahora a solo un vuelo de distancia.

"Cada vez que alguien se sube a un avión, existe un riesgo muy pequeño de que lleve algo nuevo con él", explica Eric Rubin, editor jefe de la revista New England Journal of Medicine. “Cuanta más gente sube a los aviones, más aumenta el riesgo”.

Es un juego de números. Y con el aumento de la cantidad de viajeros, los nuevos patógenos pueden viajar muy rápido y muy lejos. En 2022, tanto la viruela del mono como la poliomielitis viajaron en avión e infectaron a otras personas en nuevos continentes. 

Por el contrario, cuando los viajes globales se detuvieron en 2020, la gripe prácticamente desapareció durante todo un año.

3. Grave crisis climática

hombre limpiando agua calle, inundación
Reuters/ Albert Gea

Un artículo publicado en la revista Nature el pasado 8 de agosto sugiere que la mayoría de los patógenos humanos del planeta se verán "agravados" por el cambio climáticode una manera u otra. Muchos de ellos ya lo han notado.

"Las enfermedades transmitidas por insectos están cambiando sus patrones, porque los insectos que las transmiten ahora tienen un rango mucho más amplio", indica Rubin, citando la forma en que el Zika, una enfermedad contenida en África, se ha propagado por Asia y América.

La fiebre Chikungunya también es ahora una enfermedad global y no la amenaza regional que alguna vez fue. "Los trópicos se han mudado a Europa y América del Norte", sentencia Varma.

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4. No hay suficientes vacunas para los niños

Niño recibe una vacuna contra el COVID-19.

REUTERS/Hannah Beier

Durante la pandemia, las tasas de vacunación se desplomaron en todo el mundo de una manera en la que no se había documentado en décadas. La OMS lo llama "la mayor disminución sostenida de las vacunas infantiles en aproximadamente 30 años".

Si se suma eso al retroceso en la vacunación que ya estaban viviendo muchos países desarrollados, alimentado por la desinformación y el rechazo a las vacunas, este es el resultado. Era inevitable que se produjera un aumento en la propagación de enfermedades prevenibles por vacunación una vez que se relajaran los confinamientos, el distanciamiento social y las medidas de enmascaramiento.

"Necesitamos que todos se vacunen, o todos enfrentamos riesgos", alerta Varma. En algunas áreas del condado de Rockland, Nueva York, donde la poliomielitis ha dejado al menos a un hombre joven no vacunado paralizado, solo el 37% de los niños están vacunados. Esto es grave dado que en Estados Unidos casi el 93% de los bebés tienen esa vacuna.

5. El precio de años de descuido de los brotes de enfermedades de los países en desarrollo

Una enfermera de Médicos Sin Fronteras realiza una prueba de COVID-19 a un trabajador sanitario en Johannesburgo el 13 de mayo de 2020.
Una enfermera de Médicos Sin Fronteras realiza una prueba de COVID-19 a un trabajador sanitario en Johannesburgo el 13 de mayo de 2020.

"Todos estos años, en África había viruela del mono, nadie hizo nada, nadie les dio vacunas", critica Pai. "Ahora, de repente, ¿todas las naciones ricas buscan y reciben vacunas contra la viruela del mono? Pagamos el precio por una gestión de las enfermedades tan arcaica", añade.

"Si la viruela del mono se hubiese gestionado mejor en África, no se habría propagado por todo el mundo. Si el COVID se hubiese gestionado mejor en los países de ingresos bajos y medios, no habrían surgido nuevas variantes. Si el ébola se hubiera contenido en África occidental, incluso antes de que se extendiera, entonces no habría llegado al resto de continentes", sentencia.

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6. Percepción cambiante de las amenazas de enfermedades

El mapa de ProMED, una herramienta de los expertos en enfermedades infecciosas de todo el mundo, es un instrumento de acceso abierto y apolítico para el seguimiento de la propagación de enfermedades.
El mapa de ProMED, una herramienta de los expertos en enfermedades infecciosas de todo el mundo, es un instrumento de acceso abierto y apolítico para el seguimiento de la propagación de enfermedades.

Sociedad Internacional de Enfermedades Infecciosas

Otro factor a tener en cuenta es que las experiencias durante la pandemia han moldeado a la sociedad y es inevitable traer ese conocimiento a las noticias sobre enfermedades infecciosas que se leen ahora.

En algunos casos, es exagerado, advierte Pai. "Algún pequeño brote ocurre en algún rincón de algún mercado en China, e inmediatamente todos en todo el mundo se vuelven locos".

En muchos casos, el aumento de la preocupación está justificado.

Actualmente, los científicos tienen mejores herramientas para darse cuenta de lo que está sucediendo: secuenciar virus, probar casos y hacer sonar las alarmas que no podían tener hace años.

"El COVID realmente ha cambiado la forma en que notamos estas cosas", explica Rubin, hablando tanto de los lectores como de los científicos. "Todos los días se informa de una enfermedad de algún tipo en algún lugar del mundo", insiste, y eso se debe, en parte, a que todos les estamos prestando más atención que antes.

7. Aún no tenemos claro cómo la exposición a COVID ha afectado al sistema inmunológico

Fernando Simón

Las nuevas amenazas de enfermedades son alarmantes en este momento porque aún no sabemos bien los efectos que podría llegar a tener el COVID en el cuerpo.

"Aprenderemos en los próximos meses y años si el COVID altera el sistema inmunitario en un grado u otro, lo que nos hace más susceptibles", aventura Pai.

Especialmente, los médicos están preocupados por un abuso de antibióticos que pueda provocar más infecciones fúngicas, superbacterias y resistencia a los antimicrobianos.

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pandemias

Los científicos estiman que las probabilidades de experimentar otra pandemia "pueden duplicarse en las próximas décadas", a medida que los brotes de enfermedades se vuelven cada vez más comunes.

Pero cabe mantener la cabeza fría y entender que "cada enfermedad es distinta", con diferentes características biológicas, distintas razones de aparición y diversos modos de transmisión y prevención.

"La respuesta es más inversión en salud pública, ¿no?", dice Pai. A menudo se trata de "cosas a las que hemos renunciado", afirma, intervenciones que están "minadas", como el agua potable, el buen saneamiento, las vacunas, el acceso equitativo al tratamiento y la atención clínica, así como una sólida investigación sobre las enfermedades.

"Nuestro racismo en la forma de pensar sobre las enfermedades infecciosas", dice, "acabará volviéndose contra nosotros, que es lo que está ocurriendo". 

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