Alerta por los secuestros en el mundo cripto: los delincuentes ven a los ostentosos dueños de criptomonedas como un objetivo fácil, y los ataques violentos se han disparado

Criptomonedas.

iStock; Rebecca Zisser/Insider

Cuando los secuestradores le dijeron a Rocelo Lopes que se habían llevado a su mujer, no les creyó.

El entonces empresario de 46 años, especializado en el mundo de las criptomonedas, recibió una llamada telefónica a primera hora de la tarde de abril de 2017, mientras trabajaba en su oficina de la ciudad brasileña de Florianópolis. Le dijeron que esperara una petición formal de rescate en bitcoins en las horas siguientes. "Se trata de otro estafador. Es alguien que intenta hacerse el gracioso conmigo", pensó, y colgó el teléfono.

De todos modos, se puso en contacto con la asistenta de su familia. Su cónyuge, de 32 años, había llevado a su hija al colegio horas antes, muy cerca de la casa familiar, pero no había vuelto a casa, contestó la asistenta. No sabía dónde había ido su mujer. Fue entonces cuando Lopes comprobó el sistema de cámaras de seguridad de su casa.

Las imágenes borrosas de las cámaras de seguridad de ese día, poco después de la comida, mostraban a varias personas merodeando por la calle justo al lado de su jardín. Su mujer caminaba por la acera en dirección a su casa cuando se le acercó un hombre con una camiseta blanca y negra.

Ella retrocedió. Una persona de blanco se abalanzó detrás de ella para interceptarla. El grupo desaparece por un momento detrás de una valla. Unos segundos más tarde, apretujada junto a la persona de blanco, la empujan por una bocacalle y desaparece.

"Es difícil cuando ves que te quitan a alguien que quieres. Es muy, muy difícil", explica en una entrevista. "Lo primero que dije fue: 'Mierda. ¿Qué voy a hacer ahora? No tengo ni idea'. No estaba preparado para ese tipo de situación".

Lopes se había hecho un nombre en Brasil como jefe de la firma de blockchain CoinBR y unos meses antes había vendido la operación a Stratum, donde todavía trabajaba. Las exigencias de los secuestradores eran altas. Querían decenas de millones de dólares, pagados en varias criptodivisas.

"O pagas, o la matamos", cuenta Lopes que le dijeron los secuestradores por WhatsApp. "Te vamos a enviar trozos de ella".

Las criptomonedas parecen una locura, pero mucha gente se está haciendo rica con ellas: ¿soy entonces yo el tonto?

El auge de las criptomonedas ha creado una nueva clase social de personas ricas y semi-famosas.

Los inversores y amantes de la tecnología que apostaron por las criptomonedas son ahora aclamados como profetas financieros revolucionarios y se ven ensalzados por el encanto de la riqueza repentina, que a menudo se exhibe a través de una cultura de consumo conspicuo de Lamborghinis, fiestas en yates y todo tipo de exhibiciones agresivas de riqueza bajo el paraguas de las criptomonedas.

En el proceso, algunos se han convertido en objetivos principales para los delincuentes oportunistas.

Los hackeos y las estafas digitales son moneda corriente en los círculos de las criptomonedas, pero los expertos en seguridad, los inversores y otras personas del sector dicen que no se está prestando suficiente atención a los delitos físicos que tienen como objetivo a los propietarios de criptomonedas, desde simples robos hasta allanamientos, secuestros, torturas e incluso asesinatos.

Estos ataques ilustran un eslabón débil fundamental en las monedas digitales basadas en la cadena de bloques, que pregonan nuevos niveles de seguridad financiera y privacidad: a pesar de la compleja matemática criptográfica que sustenta la integridad de las criptomonedas, si alguien con una pistola te obliga a entregar la tuya, no hay mucho que puedas hacer al respecto.

Una obra de arte de bitcoin de Stacey Coon, Anastasia Sultzer y Nanu Berk en la convención Bitcoin 2021. Marco Bello / Getty Images
Una obra de arte de bitcoin de Stacey Coon, Anastasia Sultzer y Nanu Berk en la convención Bitcoin 2021. Marco Bello / Getty Images

Jameson Lopp, tecnólogo centrado en la privacidad y defensor del bitcoin, ha adquirido el hábito de rastrear las amenazas a la seguridad física de los usuarios de criptomonedas. Su interés por el tema es personal. En octubre de 2017, una unidad de policía fuertemente armada se presentó en su casa de Carolina del Norte después de que un anónimo remitiera una denuncia falsa a las fuerzas del orden asegurando que en ese lugar se habían tomado rehenes, como parte de una estrategia para extorsionarle por sus bitcoins.

"Por un lado, fue algo divertido y desconcertante, porque era consciente de todo el asunto de los SWAT; siempre fue algo que pensé que sólo les ocurriría a los famosos", explica. "Por otro lado, sentí una ansiedad extrema y, ya te imaginas, no quería que la policía entrara en mi casa y disparara potencialmente a mi perro".

Desde entonces, ha estado rastreando los ataques físicos dirigidos a los propietarios de criptomonedas. Ha identificado casi 100 incidentes denunciados públicamente en los medios de comunicación a lo largo de los últimos años, y cree que lo más probable es que esa cifra sea muy inferior puesto que las víctimas no quieren atraer más atención de los delincuentes.

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La lista de Lopp parece un manual completo sobre los diferentes tipos de violencia en todo el mundo. Un hombre que fue drogado por su cita de Tinder para inducirle a compartir sus contraseñas. Un estudiante de 14 años del norte de Inglaterra que fue golpeado y retenido para pedir un rescate después de presumir en las redes sociales de sus ganancias invirtiendo en criptomonedas. Un trader de los Países Bajos que se convirtió en el objetivo de atacantes vestidos de policías que irrumpieron en su casa en 2019 y lo torturaron con un taladro eléctrico frente a su hija de 4 años para obligarle a entregar sus criptomonedas.

Estos incidentes se han pasado a llamar, en un ámbito coloquial dentro de internet, como "ataques de llave inglesa de 5 dólares", una referencia a un comic del artista de "xkcd" Randall Munroe en 2009. En él se bromea sobre cómo a un "criptogenio" le gusta imaginar que el complot de un malvado se frustra cuando se enfrenta a un cifrado indescifrable, pero la realidad suele ser más sencilla: "Drogadle y golpeadle con esta llave inglesa de 5 dólares hasta que nos diga la contraseña". 

Las criptomonedas se diferencian de otros activos financieros en un aspecto importante: la mayoría de los activos en el mundo de las finanzas hoy en día ya no son "bienes al portador", comenta Lopp. 

"Por lo general, están controlados por algún tipo de autoridad que puede revocar el acceso o devolverlo si se transfiere de forma incorrecta", explica, y describe el bitcoin como "una vuelta al tipo de activo de oro o mercancía física, de forma que si te haces con él y puedes salirte con la tuya, nadie puede recuperarlo".

Jameson Lopp, cofundador de Casa, sentado en un sofá en una antigua cámara acorazada de un banco y vestido con un traje de etiqueta.
Jameson Lopp, cofundador de Casa, sentado en un sofá en una antigua cámara acorazada de un banco y vestido con un traje de etiqueta.

Casa.

La falta de identidades reales vinculadas a los monederos digitales y su facilidad para transferirlos (las claves de decenas de millones de dólares en bitcoins pueden guardarse en una memoria USB, enviarse discretamente por correo electrónico o incluso escribirse y enviarse por correo) convierten a las criptomonedas en un objetivo especialmente atractivo.

Los propietarios de criptomonedas se convierten en objetivos fáciles

En las primeras horas de una mañana de junio de 2021, un empresario salió a trompicones de una fiesta posterior a la conferencia de Bitcoin Miami y se metió en lo que creía que era un taxi normal y corriente que le esperaba fuera de un club del sur de Florida.

El conductor le pidió el teléfono a su pasajero para que le indicara cómo llegar a su casa y, embriagado, el empresario se lo entregó. Pero el conductor siguió pidiéndole el pin del teléfono, y el empresario se dio cuenta poco a poco de que le estaban llevando en dirección contraria a su hotel. El conductor le exigió entonces más de 100 dólares -mucho más que lo que hubiera costado su viaje- antes de llevarle a casa.

Tras persuadir de alguna manera al conductor para que le devolviera por un momento el teléfono, el empresario se bajó en un semáforo en rojo, a kilómetros de su hotel, para darse cuenta de que el conductor había inutilizado su teléfono quitándole la tarjeta SIM.

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En ese viaje no hablaron concretamente de criptomonedas, y no está claro si el conductor tenía la intención de encontrar algún tipo de criptocartera en su móvil o si, por el contrario, aquello no era más que un intento de robo tradicional. Pero, según explica el empresario a Business Insider en una entrevista, la abundancia de criptomillonarios en la zona no era un secreto: "Esto era BTC Miami. Si has estado por ahí esa semana, sabes que hay un montón de gente del mundillo allí".

Para el empresario fue un recordatorio de la vulnerabilidad de sus posesiones de criptomonedas . Si el conductor hubiera accedido a su cartera de criptomonedas en el teléfono, explica, "podría haber robado lo suficiente para pagar una casa".

Gran parte de la vulnerabilidad es resultado de las propias acciones de la comunidad cripto.

Con sus muestras públicas de fanfarronería y jactancia financiera, la cultura cripto es intrínsecamente exhibicionista. Los devotos de las criptomonedas se identifican a sí mismos añadiendo ojos láser a sus fotos de perfil en internet, y transmiten su predilección por las monedas preferidas con todo tipo de memes y frases hechas.

No es difícil encontrar a personas que comparten sus últimas operaciones con criptomonedas en Twitter e Instagram, presumiendo de su compromiso de mantener (o holdear) todas sus tenencias de criptomonedas e incluso mostrando algunas de sus ganancias más significativas o de los objetos que se han podido comprar gracias a sus inversiones en criptomonedas.

Ese tipo de comportamiento es un foco para los delincuentes más ambiciosos, afirma Rigel Walshe, un neozelandés corpulento y cubierto de tatuajes que trabajó como policía protegiendo al primer ministro de su país antes de convertirse en desarrollador de una empresa de criptomonedas. "Si has hecho los deberes, puedes encontrar a una persona o un grupo de personas en el que, si tú y un equipo de cinco individuos bien entrenados os presentáis con una pistola, es muy probable que podáis salir con una cantidad de dinero muy importante", explica Walshe.

Y añade: "Eso no es diferente de cualquier otro tipo de riqueza, ¿verdad? Si eres ostentoso con lo que tienes, es más probable que te roben".

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Los NFT -activos digitales vinculados al arte- también presentan riesgos de seguridad. Suelen utilizarse como llamativas imágenes de perfil en las redes sociales de cara al público, y existen claros registros de sus valores, a veces astronómicos (las famosas NFT del "Club Náutico de los Monos Aburridos" se han vendido por sumas multimillonarias), pero la mayoría de la gente aún no dispone de herramientas de custodia para protegerlas.

"Estas NFT están empezando a valer mucho dinero, millones de dólares", advierte un inversor. "En su mayor parte, no creo que estén utilizando soluciones de custodia de nivel institucional".

"Simplemente, están en la cartera de alguien", continúa, calificándolo de "extremadamente aterrador".

A diferencia de las amenazas de ciberseguridad, como el phishing y la piratería informática, que han llegado a ser bien comprendidas por el público, se presta menos atención a los asaltos en la vida real, en parte porque esos robos físicos son más difíciles de realizar y, en consecuencia, mucho menos comunes. 

Y, como en el caso de dos clientes del consultor de seguridad Karl Perman, las víctimas suelen preferir guardar silencio. A pesar de haber perdido millones en activos digitales como resultado de los asaltos a sus casas el año pasado, las víctimas evitaron toda publicidad sobre los robos, explica Perman, y una de ellas ni siquiera habló con la policía.

Se desconoce el número total de estos ataques y no está claro hasta qué punto están en el radar de las fuerzas del orden. Un representante del FBI, al ser preguntado si la agencia hace un seguimiento de estos delitos en Estados Unidos, simplemente ha contestado lo siguiente: "No tenemos información que proporcionar".

Pero la criptodelincuencia es casi tan antigua como las criptomonedas. El primer entusiasta del mundo cripto que se enfrentó a ella parece haber sido Hal Finney, uno de los primeros en adoptar el bitcoin, que algunos sospechan que podría haber sido en secreto Satoshi Nakamoto, el seudónimo tras el que se esconde el misterioso creador del bitcoin.

Finney padecía la enfermedad degenerativa ELA, y en los meses previos a su muerte en 2014 fue objeto de una despiadada campaña de extorsión por parte de un asaltante que le exigía 400.000 dólares en bitcoins. En un momento dado, su casa fue asaltada,  y una llamada falsa provocó la respuesta de la policía armada.

Nombres falsos, habitaciones del pánico y cajas fuertes en el bosque

Michael Arrington, un empresario del sector de los medios de comunicación convertido en inversor en criptomonedas,  tuiteó recientemente que se había visto "obligado" a mudarse de una casa de 800 metros cuadrados en Miami que había comprado recientemente por 16 millones de dólares. 

Arrington acusa a un agente inmobiliario de Sotheby's de filtrar información sobre el acuerdo, saboteando los esfuerzos que, según explica, había hecho para mantener la ubicación de la casa en secreto "debido a las amenazas de seguridad únicas y violentas contra la gente del mundo cripto."

La sensibilización sobre los riesgos está aumentando entre algunos miembros de la criptoclase privilegiada. Algunos lo han llevado al extremo, llegando a ocultar sus identidades con nombres de usuario y seudónimos -incluso entre sus compañeros de trabajo- para mantener el anonimato y la seguridad personal.

La demanda de equipos y servicios de seguridad física de alta tecnología está creciendo. Muchos propietarios de criptomonedas equipan sus casas con alarmas y cámaras visibles. Las habitaciones del pánico no son ajenas a las propiedades de algunos personajes especialmente adinerados, según trabajadores tecnológicos, junto con el uso de empleados de protección de ejecutivos, así como de perros rastreadores que ocasionalmente han sido vistos patrullando los terrenos en las fiestas.

Representación de una criptomoneda de Bitcoin. REUTERS/Dado Ruvic.
Representación de una criptomoneda de Bitcoin. REUTERS/Dado Ruvic.

REUTERS/Dado Ruvic

La gente no necesita hacerse invulnerable; sólo tiene que crear las suficientes molestias para que los atacantes decidan ir a por objetivos más fáciles, explica Nick Neuman, cofundador de la empresa de criptoseguridad Casa con Lopp y su CEO. "Es como el chiste o la metáfora de huir del oso. Solo tienes que no ser la persona más lenta".

Para algunos propietarios de criptomonedas eso significa utilizar servicios de "custodia" como Anchorage, Coinbase Custody o Fireblocks para almacenar remotamente sus criptoactivos por ellos, sirviendo esencialmente como una bóveda bancaria digital. 

Esto hace más difícil que alguien los robe o los obtenga por la fuerza. "Si me secuestran hoy, no tengo el control directo de los fondos", explica un inversor de capital riesgo sobre los activos de su empresa. Una alternativa son los monederos "multisig", en los que se requiere el consentimiento o la firma de varios "poseedores de claves" para mover los fondos, lo que protege los activos incluso si una persona se ve atacada.

La geografía también es importante, ya que se considera que algunos países presentan mayores riesgos. Un antiguo empleado de un proyecto de criptomonedas de alto nivel fue advertido por su equipo de seguridad corporativa de que creían que un cártel de México estaba elaborando una "lista de objetivos" de personas adineradas relacionadas con las criptomonedas.

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Pero dado el espíritu de feroz independencia entre los devotos de las criptomonedas, existe un recelo inherente a los servicios de terceros. Un principio básico de la cultura de las criptomonedas es "ni tus llaves, ni tus monedas". Se refiere a la idea de que las redes descentralizadas como bitcoin permiten a la gente realizar transacciones directamente, sin intermediarios. Si dependes de un servicio similar a un banco para tener las claves de tu cripto, podría decirse que ya no es realmente tuyo.

En algunos casos, los propietarios de criptomonedas han recurrido a métodos decididamente anticuados para proteger sus tesoros de alta tecnología. Una figura bien conectada de la industria tecnológica ha contado que conocía a alguien que guardaba las claves de criptodivisas por valor de 350 millones de dólares en una caja fuerte física y que tenía otro contacto que enterraba sus claves privadas en un bosque para protegerlas.

Rocelo Lopes pasó días tratando de persuadir a los secuestradores de su esposa para que no le hicieran daño, y tratando de persuadirlos para que redujeran su demanda inicial de unos exorbitantes 40 millones de dólares, que se pagarían a través de las criptodivisas ZCash y Monero, centradas en la privacidad.

Finalmente, el precio bajó hasta los 2 millones de dólares. Entonces los secuestradores metieron la pata. Se habían estado comunicando con él a través de la aplicación de mensajería encriptada WhatsApp, pero uno de ellos finalmente le hizo una llamada desde un teléfono público cercano a su ubicación.

A pesar de las advertencias de que no lo hiciera, Lopes había conectado en secreto con las fuerzas del orden, y los investigadores policiales pudieron identificar la ubicación de los secuestradores: São Paulo, a 10 horas de viaje. Agentes de policía armados acudieron al lugar y lograron liberar a los rehenes y detener a muchos de los conspiradores, matando a uno de ellos en el proceso. 

La esposa de Lopes resultó ilesa.

Tras el incidente, Lopes se replanteó su estrategia de seguridad. Su familia se trasladó a un lugar más seguro, compró un coche blindado y contrató guardaespaldas para proteger a su mujer e hijos.

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En el momento en que la esposa de Lopes fue secuestrada en 2017, el bitcoin se encontraba en una curva ascendente de unos 1.300 dólares por moneda. En 2022, el bitcoin y otras criptodivisas valen muchas veces más. Incluso tras el reciente desplome de los valores de las criptomonedas, el bitcoin vale casi 44.000 dólares la moneda, y muchos propietarios de criptoactivos no están mejor preparados que Lopes en 2017.

En noviembre, unos asaltantes irrumpieron en la casa española de uno de los cofundadores de Tuenti, Zaryn Dentzel, y lo torturaron en un intento de obligarle a entregar decenas de millones de dólares en bitcoins. Diez días más tarde, unos ladrones robaron por la fuerza un cajero automático de bitcoins en una tienda de Barcelona tras embestirlo con un todoterreno. 

Al mes siguiente, dos hombres fueron detenidos en Indonesia por un robo que costó a una pareja 400.000 dólares en criptodivisas y dinero en efectivo. Dos semanas después, 11 personas que cumplían condena en una cárcel de Ontario fueron acusadas de tomar como rehenes a dos de sus compañeros de prisión para obligarles a transferir sus tenencias de criptodivisas.

"Esto sigue siendo un nicho y un caso límite", concluye Lopp. "Pero, a medida que el espacio se generaliza, es algo que esperamos que surja cada vez con más frecuencia, simplemente porque más personas con mentalidad maliciosa estarán probando para ver cuál es el riesgo y la recompensa de tratar de atacar físicamente a las personas que tienen bitcoin y otros activos digitales".

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