Qué podemos aprender de Marcel Duchamp, el genio del dadaísmo, para innovar sin temer a los límites sociales

Alberto Iglesias Fraga
marcel duchamp obra
Reuters
  • Marcel Duchamp es uno de los principales artistas asociados al dadaísmo, un movimiento que se replanteaba los principios básicos del arte y los límites del mismo.
  • A través de su obra podemos extraer importantes lecciones sobre las barreras a la ideación, el poder de ir contra la marea y la capacidad de reinventar cualquier elemento de nuestra vida en algo con valor.
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El siglo XX fue especialmente prolífico en el terreno artístico, con el avenimiento de distintas corrientes como el cubismo, el futurismo, el impresionismo, la Bauhaus, el surrealismo, el ‘pop art’ y muchas más. Todas ellas de sobra conocidas por el gran público, al igual que muchos de sus protagonistas habituales (Picasso, Dalí, Munch, Warhol, etc.).

Pero existe una corriente de pensamiento que merece una especial atención, al menos en cuanto a lo que representa desde el punto de vista de la innovación y la reinvención de cualquier molde preconcebido sobre el propio arte o de los límites socialmente aceptados.

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Ese es el dadaísmo, un movimiento artístico que surgió en Zúrich en el año 1916. ¿Su premisa básica? Explorar las fronteras de la razón para sortear las definiciones clásicas del arte y lo bello. El dadaísmo, por tanto, se burla del arte clásico, de los estrechos márgenes para la originalidad que imponen los estilos clásicos, y busca cómo salirse de la norma por medio de la provocación, la reflexión irónica y una lógica casi ilógica.

Marcel Duchamp

Uno de sus principales exponentes no es otro que Marcel Duchamp, un francés (nacido en Normandía en 1887 y nacionalizado norteamericano en 1955) que formó parte de una saga de hermanos artistas, aunque más convencionales de lo que el bueno de Marcel llegó a ser. Él optó por explorar las distintas corrientes imperantes en la época (como el cubismo o el surrealismo), pero sería con el dadaísmo con la que mayor afinidad encontraría.

Marcel Duchamp presumía de no preocuparse por el trasfondo de sus obras, por no explorar las razones o las potenciales atribuciones que se le puedan hacer a su obra. Su obsesión era el formato en sí: romper con lo que teníamos asumido como definición estándar de arte en favor de una concepción mucho más amplia y confusa.

Un ejemplo de romper con los moldes: La Fuente

Quizás el ejemplo paradigmático de cómo Duchamp fue capaz de reinventar las reglas del arte, innovando desde un prisma completamente nuevo, sea 'La fuente'. Es su obra más conocida (aunque existen dudas razonables sobre su autoría real), datada en 1917 y perteneciente a la categoría de los 'ready-made': objetos cotidianos que eran descontextualizados para convertirlos en objetos de admiración.

En este caso, hablamos de un simple urinario colocado al revés y firmado bajo el seudónimo de 'R. Mutt'. Hasta aquí podríamos pensar que se trata de un ejemplo más del dadaismo, de esa burla al sistema establecido del arte, pero lo cierto es que la historia de 'La Fuente' esconde una importante lección sobre el poder de la masa y los críticos a la hora de innovar.

La Fuente - Duchamp

Duchamp presentó esta obra a una muestra de arte de la Sociedad de Artistas Independientes. Esta entidad había surgido precisamente como contrapeso a las estructuras tradicionales y la crítica obsoleta del arte al uso, promulgando un espíritu libre y la aceptación de cualquier obra en aras de esa libertad creativa.

Pero, por algún motivo, los organizadores rechazaron tajantemente 'La Fuente' de Duchamp, rompiendo así con esa aspiración fundacional. Y es que, aunque no seamos conscientes, la masa siempre impone unos límites a nuestra propia imaginación, incluso cuando pretendemos romper con ellos. Qué sería del mundo digital si Steve Jobs, Bill Gates, Mark Zuckerberg y otros muchos hubieran seguido los caminos dictados por el sector y no se hubieran atrevido a salirse fuera de la norma, obviando las críticas y buscando su propio objetivo personal.

Replantearse hasta lo más elemental

Una de las obras más desconocidas pero igualmente icónicas de Duchamp es su '3 Stoppages Étalon' (1913). En ella, el artista francés hace un ejercicio básico para cualquier proceso de innovación: replantearse las concepciones más básicas e interiorizadas que tenemos sobre nuestro mundo. Con un toque de inconsciente e intuición, de paso.

Metro - Marcel Duchamp

En esta composición, Marcel Duchamp simplemente lanzó sobre tres lienzos sendos hilos de un metro de longitud desde una altura de un metro. ¿El resultado? Tres formas distintas de representar una misma longitud, tres 'metros' igualmente válidos pero que no tienen por qué responder a la imagen de una línea recta que todos nos imaginamos. Toda una lección sobre los distintos prismas que puede tener un mismo elemento, así como de la importancia del azar a la hora de contemplar nuestro entorno.

Todo está sujeto a una disrupción

De otra de sus obras, concretamente de su primera 'ready-made', podemos extraer otro consejo que nos acompañe en nuestra búsqueda de la innovación sin moldes preestablecidos. Fue en 1913 cuando Marcel Duchamp decidió colocar una rueda de bicicleta sobre un taburete de cuatro patas, como una simple forma de entretenerse mirando cómo giraba la rueda en esa posición. Parece una cuestión baladí, una extravagancia de un día cualquiera en la vida del bueno de Duchamp, pero significó el comienzo de toda una nueva forma de arte que nadie hubiera imaginado jamás.

Rueda de bicicleta sobre taburete - Marcel Duchamp

Y es que, ¿quién puede negar que esa rueda de bicicleta sobre un taburete fuera una obra de arte? ¿Quién puede decirnos que cualquier cosa que nos rodea puede llegar a convertirse en algo mucho más valioso de lo que hubiéramos pensado? ¿Por qué no podemos coger algo ya existente y, mejorándolo o simplemente cuestionándolo, darle un nuevo valor en nuestro mundo? Estas preguntas, habituales en cualquier proceso de ideación o de reinvención de modelos de negocio, son las mismas que plantea la labor de Duchamp, solo que de una manera mucho más visual, directa y disruptiva.

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