Dejé mi trabajo para perseguir mis sueños: esto es lo que aprendí tras fracasar estrepitosamente

Connie Cheung
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La autora.
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Cortesía de la autora

  • Dejé mi trabajo en Google para crear una empresa, pero 5 meses después de dejarlo no había hecho gran cosa.
  • Fue una gran decepción no poder mantener los pequeños objetivos que me había marcado.
  • Cambié de mentalidad y descubrí alegrías inesperadas, lo que me llevó a un nuevo enfoque de mi carrera.

"Adiós, me voy a perseguir el sueño de mi vida de convertirme en fundadora de una startup", escribí el año pasado en un correo electrónico dirigido a todos mis conocidos de Google, donde trabajaba entonces. Estaba lista para convertirme en una empresaria esbelta y elegante que se iba de vacaciones fabulosas. Tenía ahorros suficientes para montar una empresa en 2 años antes de volver al trabajo.

Tan solo 5 meses después, estaba en la cama viendo la tele, con el mismo pijama que llevaba puesto desde hacía 4 días, y con la idea de crear una empresa ya casi olvidada. 

Lo intenté todo para motivarme

Lo peor es que incluso planeé el fracaso. Ansiaba la angustia en la que todos nos inspiramos: Oprah Winfrey cuando fue despedida cuando trabajaba de reportera, Sara Blakely, que suspendió la prueba de acceso a la Facultad de Derecho 2 veces antes de fundar Spanx, y Min Jin Lee, la autora de Pachinko a quien rechazaron 2 manuscritos antes de publicar su primer libro 12 años después de dejar su trabajo como abogada corporativa.

Rebosante de sabiduría proveniente de Instagram, creía que incluso los cambios más pequeños podían ser transformadores. Empezaba con 2 minutos al día en mi startup, sabiendo que pronto estaría codificando durante horas y horas. Me impuse la norma de ver Netflix solo en la cinta de correr (como Arianna Huffington), creyendo que en poco tiempo correría mi primer maratón. 

Desesperada, probé todos los trucos. Me suscribí a una plataforma de desarrollo web. Intenté limitar mi tiempo de trabajo después de leer sobre un tipo que iba al gimnasio durante semanas pero no se permitía hacer ejercicio, y luego perdió 45 kilos. Probé a recompensarme con un masaje por cumplir ciertos plazos. 

Todavía me duele la espalda de lo poco que trabajé.

A mi vergüenza se sumaba la culpa de saber que el tiempo libre era un privilegio que la mayoría de los estadounidenses no podían permitirse. Un año sabático, aunque posible para estudiantes universitarios, es un lujo para la mayoría de los estadounidenses, cuya cuenta bancaria suma de media unos 5.300 dólares.

Empecé a divertirme

Dolorosamente y con muchas súplicas, rompí con mis sueños. Entonces ocurrió algo extraño. Me divertí mucho. 

Hice tarjetas a mano para gente a la que apreciaba, lo que me llenó de un placer inesperado. Me apunté a un gimnasio y corrí el kilómetro y medio más rápido de mi vida; me sentí como si volara, una experiencia nueva porque tuve sobrepeso durante la mayor parte de mi infancia. Nunca pensé: "Este es un paso hacia un negocio de tarjetas de felicitación". Nunca me dije: "Si mejoro 20 segundos a la semana, acabaré haciendo un kilómetro y medio en 6 minutos". Fue glorioso. No había objetivos ni expectativas. 

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Hace poco, una amiga también dejó su trabajo. Ha estado en terapia por la ansiedad que le producía pasar el tiempo de descanso de forma incorrecta. No hay manera incorrecta, le comenté. Excepto que sí la hay. La manera incorrecta es dictar lo que debe suceder y creer que has fracasado si no sale según lo planeado. 

Cambié de actitud

7 meses después de dejar mi trabajo en la empresa, probé un nuevo enfoque. En lugar de dedicar mi energía y mis ahorros a encontrar un "producto-mercado adecuado" para una startup que solo me gustaba en teoría, me dediqué a encontrar un "estilo de vida adecuado" con actividades en las que el trabajo duro tuviera un propósito y me sintiera feliz. Mi revés empresarial me brindó la oportunidad de volver a ser una principiante, y empecé a probar carreras, desde la escritura hasta el voluntariado o la gestión inmobiliaria. No estoy segura de dónde acabaré, pero aprendo cosas cada día.

A veces, la elección es aterradora. Me asalta el temor de defraudar a mi familia y a mí misma. ¿Estoy retrasando la jubilación y agotando todo por lo que he trabajado, solo para tomarme un descanso que no merezco? 

En esos momentos, tengo la esperanza de que dar un paso atrás en una carrera pueda ser un paso adelante hacia otra, en la que la jubilación tardía sea deseable, en la que un trabajo significativo pueda sostener un periodo más largo de productividad. Si resulta ser el mismo trabajo que tenía antes, que así sea. Pero nunca está de más echar un vistazo, y trato de hacerlo con la mayor curiosidad posible.

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