El atasco en las subidas salariales enciende el fuego sindical: se avecina una primavera caliente

Manifestación trabajadores de Inditex

REUTERS/Juan Medina

  • La falta de entendimiento entre patronal y sindicatos a la hora de llegar a un pacto de subida salarial amenaza con traer consigo una primavera sindical. Los sindicatos avisan: "Vamos a convocar movilizaciones, y serán cada vez más fuertes".
  • En sectores especialmente precarios como el comercio y la hostelería la situación de los trabajadores está llegando a puntos insostenibles, advierten los expertos.

La primavera la sangre altera. Sobre todo cuando ves cómo cada día tu salario da para menos y no hay visos de que el panorama vaya a mejorar. 

Hace meses que una oleada de malestar recorre las calles, y los trabajadores llenaron sus pancartas con las palabras salario digno, ante la pérdida continuada de poder adquisitivo derivada de la crisis de precios.

Lejos de calmarse, las movilizaciones y huelgas han seguido caldeando el ambiente en las últimas semanas, ante la falta de acuerdo entre empresarios y sindicatos, y el cambio de estación podría traer consigo una primavera diferente en España; la de las protestas salariales. 

Después de meses con las negociaciones encalladas, empresarios y sindicatos se dan cita esta tarde para explorar las posibilidades reales de alcanzar un acuerdo salarial.

Mientras que los precios subieron un 8,4% en 2022, los salarios pactados por convenio apenas crecieron un 2,78%. Lo que significa que, en términos reales, los trabajadores han perdido un 5,6% de su salario por la inflación. 

"En la situación en que estamos, la tensión es evidente, y va a ser generalizada. Si no hay acuerdo en las negociaciones de subida salarial ya no solo vamos a ver protestas sectoriales; tendremos huelga general", avisa José García Montalvo, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Pompeu Fabra.

Pero esto no ha sido un estallido repentino. "Esto no pasa de repente. Es un descontento que viene de lejos y se ha ido acumulando, avisa Óscar Molina, profesor agregado del departamento de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona y corresponsal de Eurofound, la agencia de la Comisión Europea para la mejora de las condiciones de vida y del trabajo.

Los salarios reales llevan sufriendo un proceso de devaluación y de pérdida de poder adquisitivo desde la crisis de 2008 y con las políticas de austeridad de años posteriores. "Ahora llueve sobre mojado, y hay colectivos para los que la situación es insostenible", añade Molina. 

Solo desde el inicio de la pandemia, los hogares han perdido un 10% de su renta en términos reales, según cálculos de Afi (Analistas financieros internacionales). "Los salarios acumulan una pérdida de poder adquisitivo sustancial, y es de esperar que los trabajadores intenten recuperarla", reconoce Carlos Thomas, director General Adjunto de Economía e Investigación del Banco de España.

"Estamos ante una de las mayores reducciones de los salarios reales en lo que va de siglo. La frustración viene en muchos casos de trabajadores cuyo salario ha permanecido constante o con variaciones mínimas en los últimos años. Para ese grupo de trabajadores, que es relevante, el malestar aumenta con el tiempo", coincide Ángel Martínez, economista investigador de EsadeEcPol.

Trabajadores de Lidl, empleados de Amazon, la plantilla de Inditex o de Primark… Todos tienen en común haber protagonizado las protestas en 2023 y ocupar los puestos de algunos de los empleos más precarizados en España. 

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Un tapón en las negociaciones

El agujero abierto por la inflación en el bolsillo de trabajadores ha sido la gasolina, pero la mecha que enciende la llama de las protestas es la impotencia ante un acuerdo de subida de salarios que no llega. 

Las negociaciones entre sindicatos y empresarios para alcanzar un esperado pacto de rentas que repartiera las cargas de la crisis comenzaron hace un año, y siguen encalladas. Hoy, a las 18 horas, CCOO, UGT, CEOE y Cepyme se han dado cita para retomar las conversaciones.

"Hay mucho estancamiento. Llevamos denunciando desde hace tiempo un descenso de los convenios firmados y los trabajadores afectados", afirma Sara García, secretaria de Acción Sindical de Unión Sindical Obrera (USO), uno de los sindicatos mayoritarios en España con más de 130.000 afiliados.

"Los datos de negociación colectiva muestran que en 2022 se firmaron muchos menos convenios que en años anteriores", confirma Molina.

La sensación es que hay muchas resistencias por parte de los empresarios a ceder ante demandas salariales que consideran demasiado altas. La última propuesta de los sindicatos, que recibe el nombre de Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectica (AENC), pedía una subida con carácter retroactivo del 5% del sueldo para el año pasado, el 4,5% en 2023 y un 3,75% en 2024.

Estas debían quedar sujetas además a una serie de indicadores económicos como el Índice de Precios al Consumo (IPC) y un índice de nueva creación elaborado por el Gobierno que midiera los márgenes de beneficios obtenidos por las empresas. Pero la CEOE rechazó la propuesta.

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"Hay mucho convenio bloqueado desde 2022, y vemos que esto se va a repetir en 2023", comenta Patricia Ruiz, secretaria confederal UGT, que advierte también, al igual que el resto de sindicatos, de que la negociación no se prolongará sine die.

En concreto, la fecha marcada en rojo en el calendario de negociaciones es el 1 de mayo, Día de los Trabajadores. Si para ese día no se ha firmado el AENC, los sindicatos empezarán a coordinar movilizaciones cada vez más intensas.

Estas tienen ya eslogan: convenio o conflicto.

"Hay una resistencia por parte de las patronales a negociar, porque confían en que no haya movilización. Digo esto con estupor y preocupación, porque donde ha habido conflicto ha habido convenio, y esto es un mensaje que las patronales deberían hacerse mirar, porque no es bueno para el diálogo social", explica Ruiz.

Da la sensación de que se está esperando a que la inflación toque techo para renegociar convenios en un contexto más favorable. "Eso está creando un tapón en la negociación colectiva", añade Molina. 

Pero los trabajadores no ven cuándo podrán recuperar el poder adquisitivo, y esa incertidumbre es la que puede alentar las movilizaciones. "Si no hay acuerdo salarial es probable que asistamos a una primavera caliente. Porque realmente hay que ajustar los salarios", añade Molina. 

Con todas las dificultades, las perspectivas no son del todo malas. Si bien en diciembre había pendientes de negociar acuerdos que afectaban a 4,5 millones de personas, en lo que va de año se han mejorado convenios (publicados ya en el BOE o pendientes solo de publicar) que mejoran las condiciones de 1,5 millones de trabajadores, según CCOO. 

Para Raúl Olmos, adjunto a la secretaría de Acción Sindical de CCOO, el AENC es fundamental para el futuro: "Falta un acuerdo de referencia. Por ahora no hay prevista una huelga general, pero sí iremos coordinando cada vez más movilizaciones, y estas serán cada vez más fuertes".

Por lo pronto, si las aguas se han mantenido en calma "ha sido en parte por todas las medidas aprobadas por el Gobierno para mitigar el impacto de la crisis", señala Molina. Entre ellas, el SMI: "Eso ha sido un primer muro de contención para que no haya un mayor crecimiento del conflicto social".

 'Sorpasso' del salario mínimo

3 camareras trabajan tras la barra de una cafetería en Madrid

A este paso, la falta de acuerdo está llevando a que el propio salario mínimo empiece a superar los sueldos pactados en muchos convenios.

En el comercio textil, el convenio colectivo firmado para 2021-2023 fijaba un salario mínimo de 29,87 euros diarios y 908,38 euros mensuales. La última subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) para 2023 hasta los 1.080 euros dejaría desfasado este convenio.

Como este, hay un centenar de convenios donde las tablas salariales han quedado por debajo del salario mínimo, según un informe de UGT.

Los trabajadores no quieren esperar sentados viendo cómo sus salarios se devalúan, y las protestas parecen ser la única forma de forzar a la patronal para que se siente a negociar. 

"Que no se equivoque la patronal", dijo hace unos días el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, y avisó a la CEOE de que, si no se cierra un acuerdo, habrá "bronca", y de "mayor intensidad que las de 2022".

Una trabajadora camarera

Hostelería, comercio, textil y sectores emergentes, entre los más precarios

Y eso, explican desde USO, que en muchos casos las reclamaciones laborales no están siendo especialmente ambiciosas. 

Estas muchas veces se limitan a que se pueda tomar como referencia la subida del IPC en futuras subidas salariales, una petición que hasta hace no mucho generaba cierto consenso entre patronales y parte social.

Esto está sacando a los trabajadores a la calle. "Hay mucha reticencia desde la patronal. En las últimas negociaciones de convenios potentes, como fue por ejemplo el de la industria del metal en Cádiz, la negociación llega siempre precedida de mucha movilización", ahonda García.

El fenómeno va más allá de la industria pesada. El sector servicios, un ámbito tradicionalmente atomizado y con poca penetración sindical, se las ve y se las desea constantemente para sacar adelante sus negociaciones colectivas. 

Prueba de ello ha sido Inditex, donde fueron necesarios 4 meses de movilización para alcanzar un acuerdo que simplemente fija un suelo, un salario mínimo de 18.500 euros.

Pero esta no es la única empresa que ha vivido un arranque de año convulso. En la fábrica de Aspla, una empresa dedicada a la fabricación de plásticos ubicada en Cantabria, los trabajadores van camino de cumplir el mes y medio de huelga. Su principal reclamación es que el convenio contemple subidas salariales proporcionales a la subida del IPC que contempla el BCE.

Y la lista suma y sigue.

"La negociación colectiva se ha quedado obsoleta. Es muy difícil encontrar datos de empresas y trabajadores afectados. En droguerías y perfumerías, por ejemplo, no hay forma de que los datos cuadren. Según la patronal, el convenio afecta a 20.000 personas, y los sindicatos decimos que son 40.000. Hay que darle una vuelta a la negociación porque languidece poco a poco", reflexiona García.

Entre los sectores más precarios destaca algunos emergentes que no cuentan con convenio, como el dedicado a la última milla o los riders, que están pendientes aún de ver hasta qué punto se está cumpliendo la tan anunciada ley rider, y todo lo que tiene que ver con plataformas digitales, pymes y micropymes que carecen de representación sindical.

Ruiz se acuerda también de la metalurgia y la industria cuando piensa en sectores donde la negociación colectiva está cobrando cada vez más protagonismo. 

A ellas añade la hostelería y el comercio. "Muchas empresas van a buscar excusas para evitar reconocer la subida del SMI. Vigilaremos convenio por convenio", advierte Ruiz.

Olmos destaca además la precariedad de sectores en los que son las propias las leyes de contratos de sector público las que impiden la subida con arreglo al IPC. El más evidente, subraya, es el de ayuda a domicilio, un sector en el que la inmensa mayoría de las plantillas están compuestas por mujeres.

Todos ellos viven con incertidumbre a la espera de que las negociaciones de las próximas semanas apaguen o terminen de encender los muchos fuegos que pueden prenderse esta primavera.

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