El aumento del coste de los fertilizantes dificulta a los agricultores ganarse la vida, mantener a sus familias y alimentar al mundo

Tim Paradis,
Caroline Karuitha/Farm Africa

Caroline Karuitha/Farm Africa

En la película Vengadores: Infinity War, el malvado Thanos reúne media docena de piedras místicas, chasquea los dedos y acaba con la mitad de la población del universo.

En la Tierra, el supervillano de Marvel podría haber logrado sus ruinosos fines acabando con los fertilizantes artificiales.

Los fertilizantes sintéticos han impulsado tanto la productividad agrícola en las últimas 7 décadas, más o menos, que la mitad de la población actual debe su existencia a esta innovación, a menudo ignorada pero que ha sido descrita como la mayor del siglo XX. 

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El aumento de los precios de los fertilizantes y las interrupciones del suministro derivadas de las guerras y otros peligros amenazan ahora la abundancia agrícola del mundo y, con ella, la seguridad alimentaria. Sin suficientes fertilizantes, los agricultores no pueden cultivar suficientes alimentos.

La escasez de fertilizantes está en el centro de varias crisis alimentarias que están surgiendo en todo el mundo.

Los precios mundiales de los fertilizantes se dispararon un 80% el año pasado, y han subido otro 20% este año. Cuanto más dure este aumento de los costes, más gente pasará hambre. Algunos agricultores que ya apenas subsistían no pueden permitirse comprar fertilizantes a los precios actuales.

Para los que no cultivamos lo que comemos (la mayoría), el aumento de los precios de los fertilizantes suele repercutir en el aumento de los precios de los alimentos. 

El índice de precios de los alimentos de la ONU está lejos de sus máximos, pero ha subido un 23% con respecto a hace un año. Para algunas personas, sobre todo en los países en desarrollo (también en los ricos), el aumento de los costes hace más difícil que puedan permitirse una cantidad suficiente de alimentos.

"Es una crisis", dice Harold van Es, profesor de Gestión del suelo y el agua en la Universidad de Cornell. "Siempre hay ganadores y perdedores, y cuando se trata de alimentos, hay cientos de millones de personas que potencialmente van a perder".

Las subidas de precios de los fertilizantes son generalizadas y afectan a los 3 tipos de aditivos comerciales más utilizados: el nitrógeno, que por sí solo sustenta a más de la mitad de la población mundial, el fósforo y el potasio.

En EEUU, estos tipos principales de fertilizantes representan la mayor parte de lo que los agricultores necesitan para mantener el rendimiento de los cultivos.

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Y el aumento de los costes de estos fertilizantes se traduce en una mayor presión sobre los agricultores y en el aumento de las facturas de los alimentos. 

Esto se debe a que el país utiliza productos básicos como el maíz, el trigo y la soja para todo, desde la alimentación del ganado hasta la elaboración de productos de panadería y la producción de aceite vegetal. Y el maíz, el trigo y la soja representan en conjunto alrededor del 70% de los fertilizantes utilizados en EEUU.

¿Cuál es la causa del problema? 

Hay tantos culpables detrás del desorden de los fertilizantes como verduras tradicionales en un puesto agrícola de carretera: el aumento de los costes energéticos (del petróleo, el carbón y el gas natural, que se utiliza para fabricar fertilizantes nitrogenados) es uno de ellos.

Además, hay que añadir las perturbaciones del suministro mundial derivadas del mal tiempo y de la guerra en Ucrania. Según el Banco Mundial, el conflicto podría avivar el hambre y la malnutrición en los países de bajos ingresos del norte de África, Asia y Oriente Medio.

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Hay otros factores detrás de la crisis. Las sanciones impuestas a productores de fertilizantes como Bielorrusia y las medidas adoptadas por China y Rusia para limitar el envío de fertilizantes al extranjero están cortando parte del flujo que normalmente llegaría a los mercados mundiales.

También influyen las persistentes interrupciones de la cadena de suministro provocadas por la pandemia y los años de inversión insuficiente en la capacidad de producción.

¿Hasta dónde llegará la situación?

En EEUU, los costes de los fertilizantes para los agricultores aumentaron más de un 60% el año pasado, con los precios de los fertilizantes nitrogenados casi duplicados y los de los fertilizantes potásicos saltando más de un 70%.

"La agricultura sabe muy bien cómo resolver eso que llamamos crisis de suministros", afirma David Widmar, economista agrícola y socio gerente de Agricultural Economic Insights. "Lo que nos cuesta es gestionar el exceso". 

Los altos precios de los alimentos están empujando a los agricultores a plantar más cultivos como el maíz, que representa aproximadamente la mitad del uso de fertilizantes comerciales en EEUU. 

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El aumento de la producción podría ayudar a bajar los precios del maíz eventualmente. Pero antes de eso, cada nueva hilera aumenta la demanda de fertilizantes. El Instituto de Fertilizantes, un grupo comercial, ha informado recientemente de que el gran aumento del precio del maíz cosechado en 2021 desde mediados de 2020 creó una fuerte demanda de fertilizantes.

El Banco Mundial prevé que los precios de los fertilizantes se disparen casi un 70% este año antes de retroceder un 11% el próximo. 

¿Hay alguna solución? 

Para salir adelante, algunos agricultores utilizarán menos fertilizante. Silas Muchiri utiliza la mitad de que antes en su pequeña granja de Kenia, donde cultiva y cría cabras para alimentar a su familia. 

Muchiri empezó a reducir el uso de fertilizantes antes de que los precios mundiales se dispararan el año pasado, colocando sus cultivos de soja y maíz muy juntos en su parcela de más de 80 hectáreas. Esta configuración produce un matorral verde y permite que un tipo de planta aporte nutrientes que benefician a otra. 

Sus esfuerzos, junto con medidas como la aplicación de estiércol donde es más probable que lo absorban las raíces, han ayudado a Muchiri, de 52 años, a aumentar lo que produce para él, su mujer y sus dos hijos. Ese aumento, más el dinero que se ahorra en fertilizantes comerciales, significa que puede conservar más de lo que gana vendiendo en el mercado local. 

"A diferencia de lo que ocurría antes, ahora puedo pagar la matrícula escolar", afirma Muchiri, contactado por vídeo en su granja del condado de Embu (Kenia), a unos 75 kilómetros al noreste de Nairobi. 

Otros agricultores que pueden hacerlo también están recortando gastos. Pero para muchos, hay un límite en cuanto a lo que pueden ahorrar mientras consiguen cosechas adecuadas. 

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Los elevados costes podrían empujar a algunos agricultores a depender menos de los fertilizantes artificiales y utilizar en su lugar cultivos de cobertura y más subproductos animales, como el estiércol de las gallinas. 

Los agricultores también podrían ser más ahorrativos en cuanto a la cantidad de fertilizante que utilizan, analizando el suelo más a menudo para determinar qué nutrientes son necesarios. Medidas como la rotación de cultivos también pueden ayudar.

Encontrar alternativas y utilizar menos podría ser bueno porque los fertilizantes fabricados con combustibles fósiles agravan la crisis climática. Sin embargo, son cruciales, sobre todo en zonas tropicales como Brasil, que suelen tener suelos pobres. 

Algunos productores de fertilizantes también están aumentando la producción. El Banco Mundial prevé que las subidas de precios de la urea, un fertilizante nitrogenado, empiecen a disminuir el año que viene porque se espera que entre en funcionamiento la nueva producción de Brunei, Nigeria e India.

¿Dónde se verán más perjudicados por estos problemas? 

Es probable que el resultado del aumento de los precios de los fertilizantes y las interrupciones del suministro afecten más a África

Anastasia Mbatia, directora técnica de agricultura de la organización sin ánimo de lucro Farm Africa, que facilitó la videollamada de Business Insider con Muchiri, explica que países como Etiopía y Kenia se encuentran al borde de una cuarta temporada de pérdidas de cosechas debido a la sequía. 

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Este aumento de los costes significa que los fertilizantes comerciales estarán fuera del alcance de los agricultores que ya tienen dificultades para alimentar a sus familias.

"Vamos a esperar otro impacto por el menor uso de fertilizantes", dice. Mbatia espera que muchos agricultores se queden aún más rezagados sin ayuda, y añade: "En lugar de salir de la pobreza, se están hundiendo más".

 

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