Bancos centrales y monedas digitales: 10 años de recelos y rechazo que culminan en reconciliación y creciente romance

Sede del Banco Central Europeo en Frankfurt, Alemania.
Sede del Banco Central Europeo en Frankfurt, Alemania.

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  • Tras años renegando de ellas, los bancos centrales parecen cada vez más dispuestos a considerar el lanzamiento de monedas digitales.
  • Países como Suecia y, sobre todo, China, impulsan unas criptomonedas soberanas que entienden que se adaptan mejor a nuevo tiempo de pagos digitales.
  • La Reserva Federal de EEUU está cómoda con el actual statu quo dependiente del dólar, pero los expertos señalan que deberá reaccionar ante el gigante asiático.
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Hasta hace no mucho, bancos centrales y criptomonedas no mezclaban muy bien.

Si unos representaban la hegemonía de los Gobiernos y su capacidad de influir en la economía imprimiendo papel, otros eran un invento surgido de las indómitas profundidades de internet.

Si el valor de uno vino venía marcado, al menos al principio, por algo tan estable como el oro, las monedas digitales, mucho más volátiles, se vieron pronto sujetas a fuertes fluctuaciones de precio.

Si unas representaban un pasado donde reinó el dinero en efectivo, las otras, a ojos de muchos, representaban el futuro de la nueva economía digital. 

Pero la relación entre unos y otras está empezando a cambiar.

Hace poco más de una semana, el presidente de la Reserva Federal de Dallas, Robert Kaplan, dijo a Reuters que veía motivos por los que el banco central estadounidense se interesara por las monedas digitales.

El desarrollo de una moneda digital sería, a ojos de Kaplan, la "última milla" en el desarrollo de tecnologías que ayuden a digitalizar los pagos de los clientes.

"Me imagino que en los próximos años será una realidad, y es algo en lo que la Fed está trabajando ahora activamente. Puedo entender las razones por las que se desarrollará", dijo Kaplan.

En el fondo, China, que el pasado mes de mayo limitó en todo el país la explotación de bitcoin, la criptomoneda más popular en este momento, con vistas a emitir pronto sus propios yuanes digitales.

Una década de difícil relación con las criptomonedas

Se trata de un cambio de rumbo en una actitud que viene de lejos. Hace casi 10 años, en 2012, el Banco Central Europeo emitía uno de sus primeros informes sobre las criptomonedas.

"Aunque en términos prácticos los esquemas de moneda virtual son solo una evolución, desde un punto de vista conceptual presentan cambios sustanciales con respecto a los sistemas de pago reales", empezaba diciendo el BCE en sus conclusiones.

Entre los principales problemas subrayados por este organismo, destacaba el hecho de que en ellas no intervenía ningún banco central y que, al no pertenecer a ningún país, regularlas era complejo.

Pero había algo más. "Las monedas digitales podrían tener un impacto negativo en la reputación de los bancos centrales", decía el estudio.

Básicamente, este punto venía a decir que si la circulación de las monedas digitales aumentaba y esto ocasionaba un problema en la economía, la prensa miraría hacia los bancos centrales.

Finalmente, explicaba el estudio, la gente les culparía a ellos de no haber regulado como es debido las criptomonedas. 

Estos recelos han marcado las relaciones entre los tokens y los bancos centrales en la última década.

Los expertos pasaron del recelo al rechazo de las criptomonedas

Para 2017, un lustro después, Vítor Costâncio, vicepresidente entonces del BCE, ya había elevado el tono con respecto a las criptomonedas.

En ese momento, algunas de las más populares, como el bitcoin, ya habían dado muestras de su capacidad para subir y bajar su valor a gran velocidad.

Esto dio pie a que Costâncio dijera entonces de las criptomonedas que eran instrumentos de especulación antes que de pago, según recogióExpansión.

Desde el otro lado del Atlántico las opiniones sobre el bitcoin no eran mucho mejores.

Paul Krugman, uno de los economistas más influyentes del mundo, analizó en un extenso artículo en el New York Times a principios de 2018 qué ocurriría cuando la burbuja del bitcoin estallara.

"Cuando lidiamos con criptomonedas, interviene otro factor más: no es solo una burbuja, sino que también ha generado una especie de culto", decía Krugman.

"Sus adeptos se dejan llevar por paranoias y fantasean con que los malvados gobiernos les quieren robar todo su dinero (algo que no achacan a ciberatacantes privados, que sí que han robado cantidades impresionantes de fichas de criptomonedas)".

Y concluía el premio Nobel de Economía: "La respuesta para mi peluquero es que no debería comprar bitcoin. Todo este asunto va a terminar muy mal, y cuanto antes lo haga, mejor".

Los bancos centrales ven con buenos ojos las stablecoin

Pero un concepto vino a poner paz: las stablecoin, monedas digitales que quieren poner solución al gran problema de las criptodivisas: su volatilidad.

Tras más de 10 años de montaña rusa de subidas y bajadas, muchos entendieron que, por sí solas, solo a través de a vigilancia del blockchain, las criptomonedas no eran capaces de mantenerse estables.

Para ello, necesitan un respaldo, igual que cada dólar al principio estaba respaldado por una cierta cantidad de oro. Había que unir lo mejor del viejo mundo financiero y lo mejor del nuevo.

Pronto destacaron stablecoin como tether, que asocia su valor al dólar. Otras como g-coin van más allá incluso y recuperan el patrón por antonomasia, el oro: cada g-coin equivale a un gramo.

Muchos gobiernos han visto en esta solución una oportunidad para que sus bancos centrales emitan sus propias monedas digitales.

Uno de los países que más avanzados tiene sus planes en este sentido es Suecia, que hace años que declaró la guerra al dinero en efectivo.

Tiene sentido. Si en 2010, según el Riksbank, su banco central, el 39% de sus ciudadanos habían hecho su última compra en efectivo, en 2020 este porcentaje se desplomó hasta el 9%.

Conscientes de ello, en abril de este año este mismo Riksbank presentó un informe con las conclusiones sobre la primera prueba piloto del e-krona, su moneda digital soberana.

5 ejemplos de cómo el bitcoin, el blockchain y las criptomonedas públicas están cambiando el dinero y el sistema financiero tradicional

Estas fueron positivas. A falta de probar funcionalidades como que se pueda pagar sin acceso a internet, el banco destacó, entre otras cosas, la robustez que da al sistema de pagos la tecnología blockchain.

Apenas un mes después, China sacudió el mundo de las criptomonedas al prohibir casi de facto el minado de bitcoin después de convertirse en la primera potencia mundial en su extracción.

La decisión tuvo dos efectos inmediatos. Por un lado, el júbilo del resto de mineros del mundo, que vieron multiplicada por 2 su parte del pastel en cuestión de días.

La segunda consecuencia es que, sin bitcoin que estorbe, el país se prepara ya para el lanzamiento del yuan digital, un proyecto al China lleva una década dando vueltas y que verá la luz finalmente pronto.

Por ahora, tal y como contó en junio Xataka con información de la agencia china de noticias Xinhua, en Pekín ya operan unos 3.000 cajeros que permiten el cambio de yuan convencional a yuan digital y viceversa.

Los bancos comerciales temen una revolución financiera

No obstante, si los bancos centrales van a emitir moneda digital respaldada por ellos mismos y esta se va a controlar vía blockchain, ¿en qué posición quedan los bancos? Ya no son imprescindibles.

Por ejemplo, si los bancos centrales decidieran premiar a quien tiene dinero digital con tipos de interés negativos, estos quedarían en una posición de ventaja con respecto a las entidades comerciales. 

"Visa podría ser el próximo Blockbuster", avisa al respecto Edward Chancellor en Reuters. "Una revolución bancaria así tendría ciertas ventajas. Los bancos comerciales son instituciones apalancadas e intrínsecamente frágiles".

Pero el periodista también lanza una advertencia: "La economía suele resentirse cuando el Estado se hace cargo de la asignación del capital".

Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo del BCE, puso en marcha oficialmente el pasado mes de julio el proyecto de la UE de emisión del euro digital.

Lo hizo aclarando que las entidades bancarias no se quedarán en fuera de juego.

“Simplemente, no tendríamos la capacidad ni los recursos para hacerlo. Los intermediarios financieros, en particular los bancos, proporcionarían los servicios de front-end, como lo hacen hoy para las operaciones relacionadas con el efectivo".

"Proporcionaríamos dinero seguro, mientras que los intermediarios financieros continuarían ofreciendo servicios adicionales a los usuarios”, explicó, en declaraciones recogidas por observatorioblockchain.

En España, existe ya una proposición de no de ley planteada por el PSOE para ayudar a impulsar el euro digital.

Es solo el penúltimo episodio de una historia de desamor y reconciliación entre bancos centrales y monedas digitales.

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