La bomba demográfica de Japón: por qué la población no hace más que disminuir

Business Insider España
Sumo Japon Bebes

Japón se está quedando sin japoneses. Según The Mainichiel número de nacimientos ha quedado por debajo del millón en 2017 por segundo año consecutivo. Solo 946.060 bebés nacieron en Japón el año pasado, lo que significa un mínimo histórico desde que existen estadísticas oficiales en el país. 

Por otro lado, 1.340.000 japoneses fallecieron en el mismo año. La lectura es clara: en Japón muere mucha más gente de la que nace y en la última década la población, que actualmente es de 126.748.000 habitantes, ha disminuido en más de un millón de personas

A la baja tasa de natalidad (1,43 hijos por mujer), se le suma una esperanza de vida que de media alcanza los 83,7 años, la más alta del mundo según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Japón es lo que la ONU califica como un país súper envejecido, con una población mayor de 65 años que supera el 27%

La tendencia no es alentadora. La ONU estima que, si el gobierno japonés no consigue cambios radicales, la población podría caer hasta los 8,5 millones en el año 2300 y podría quedar por debajo de los 2 millones en 2800.

El gobierno lleva implementando medidas desde 1990 con iniciativas a nivel nacional que no han sido muy efectivas hasta la fecha. Según The Mainichi,el objetivo actual del gobierno es conseguir elevar la tasa de natalidad al 1.8 antes de 2025 y mantener la población por encima de los 100 millones en 2060.

Estimación de la tendencia demográfica de Japón.
Estimación de la tendencia demográfica de Japón.

¿Cómo es posible que la población de uno de los países con más habitantes del mundo esté disminuyendo a esta velocidad? Las razones se encuentran en el complejo funcionamiento de la sociedad japonesa, que no está diseñada para alentar la maternidad, ni la inmigración; y no es capaz de ofrecer estabilidad económica a sus ciudadanos más jóvenes

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Inestabilidad laboral 

A veces las cifras pueden llamar a engaño. Japón tiene una de las tasas de desempleo más bajas del mundo, un 2,8%. Sin embargo, el 37,7% de la actividad laboral es empleo irregular, según datos Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones. De estos trabajadores irregulares, 17,2 millones tienen edades entre los 15 y los 64 años y, según datos del 2016, sus salarios son el 56% de los que cobran los empleados fijos

Aparte de la inestabilidad económica que estos empleos conlleva, hay otro rasgo característico de la sociedad nipona que no alienta el formar una familia: la presión corporativa.

La política empresarial en Japón se caracteriza por la tolerancia cero y la disciplina que no fomenta la conciliación familiar. El 70% de las mujeres abandona el trabajo al tener su primer hijo, por lo que las familias se tienen que mantener con un solo sueldo, muchas veces inestable. 

Ni matrimonio ni sexo 

El número de matrimonios ha experimentado una caída en 2017, con 13.668 uniones menos respecto que el año anterior. Esto puede tener que ver con los fuertes roles de género presentes en la cultura japonesa, en la que se considera que el hombre debe llevar el peso de la economía familiar. Aquellos hombres con puestos de trabajo inestables no son considerados como buenas parejas potenciales. 

Sin embargo, no es solo que no se casen, sino que tampoco tienen relaciones durante el noviazgo. Un estudio del Instituto Nacional de Investigación sobre Población y Seguridad Social, realizado la población de entre 18 y 34 años, revela que casi el 70% de los hombres solteros y el 60% de las mujeres solteras no mantienen una relación con nadie —no se preguntó en él a personas de orientación homosexual—. El estudio también asegura que esto se da sobre todo en las edades más cercanas a los 30 años, etapa en la que la mujer es más fértil. 

El estudio revela otro dato curioso: los jóvenes japoneses se abstienen de mantener relaciones románticas, pero también sexuales. Alrededor del 42% de hombres y del 44% de mujeres admitieron no haber mantenido relaciones sexuales jamás. 

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Falta de inmigración 

Todo apunta a que Japón tendrá que abrir las puertas a la inmigración si quiere dar un empujón a sus demografía. Sin embargo, es uno de los países con leyes de inmigración más restrictivas, aunque en los últimos años esta ha experimentado un gran crecimiento: de 300.000 en 2007 a cerca de 1,3 millones en 2017. 

Aun así, Japón no se lo pone fácil para establecerse a quienes llegan, ya que muy pocos obtienen el permiso de residencia permanente y no se les permite traer a sus familias.

A pesar de la clara necesidad de población y de sufrir la mayor escasez de mano de obra en 44 años, el gobierno japonés es reticente a dar la bienvenida a más inmigrantes puesto que creen que pueden crear conflictos sociales y económicos. 

De hecho, el primer ministro japonés, Shinzō Abe, ha declarado recientemente que, aunque las empresas pueden contratar a trabajadores extranjeros, su "gobierno no tiene ninguna intención de adoptar ninguna política de inmigración". 

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