Esta startup ha aumentado un 60% su facturación durante la cuarentena con una sencilla idea: botes de cristal con los ingredientes y las cantidades exactas para hornear galletas en casa

Ana Ballester, fundadora de En el bote.
Ana Ballester, fundadora de En el bote.
  • En el bote es una startup de repostería artesanal en botes de cristal con los ingredientes y las cantidades justas para cocinar galletas artesanales, brownies y muffins en casa.
  • Su dueña, Ana Ballester, explica a Business Insider que desde el comienzo de la cuarentena ha visto un aumento de las ventas del 60%.
  • El proyecto está impulsado por Lanzadera, la aceleradora de startups creada por Juan Roig y perteneciente a Marina de Empresas.
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Si eres de aquellos que han descubierto su vena repostera durante el confinamiento y has agotado todos los sobres de harina y levadura del supermercado (al igual que media España), esto es para ti.

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Pero si eres un goloso y por más que lo intentas no consigues que tus galletas sepan igual que las de la pastelería, esto sí que te interesa.

En el bote es el nombre del proyecto de Ana Ballester, una joven valenciana amante de la repostería artesanal, de calidad y cuidada hasta el último detalle.

Empezó con esta idea para ganar dinero para el viaje de fin de curso del último año de Publicidad y Relaciones Públicas, pero en octubre de 2018, Ballester se lanzó en esta aventura que le permite combinar su pasión por la repostería con el emprendimiento cuando presentó su proyecto en la aceleradora Lanzadera, impulsada por el dueño de Mercadona, Juan Roig, y perteneciente a Marina de Empresas.

La idea es sencilla y, sin duda, funciona. Ballester produce botes de cristal que contienen los ingredientes y las cantidades necesarias para elaborar brownies, muffins y su especialidad, cookies. Además, se puede elegir entre dos tamaños: el bote pequeño para cocinar 15 galletas o el grande para amasar hasta 30.

Cuando el cliente recibe el pedido solo es necesario añadir huevos y mantequilla, porque de las medidas y las cantidades ya se ha encargado ella. 

Ana Ballester, fundadora de En el bote.

Tras ver que le resultaba imposible manejarse para vender en grandes cantidades, optó por abrir una tienda en Valencia el noviembre pasado, desde donde además de ofrecer sus botes de cristal, también vende galletas ya hechas con la misma receta. 

"Abrir la tienda fue una manera de crecer mucho más rápidamente, porque la inversión para industrializar la marca era demasiado arriesgada", explica Ballester en una entrevista con Business Insider España. "Decidí también hacer el producto terminado para que la gente pudiera probarlo, porque me lo pedían", señala Ballester, que cree que tener la tienda ha hecho que su comunidad online se fie mucho más de su marca. 

“Socios legales no tengo ninguno, pero emocionales tengo un millón porque noto mucho el apoyo de la gente”, apunta.

Toda la inversión del proyecto corre de su cuenta. “Soy bastante ahorradora y reinvierto todo en el proyecto. Cuesta tanto ganarlo que me planteo a dónde va cada euro”, apunta Ballester.

La venta online ha aumentado un 60% desde el inicio del confinamiento

Cuando se decretó el estado de alarma, la empresaria decidió cerrar la tienda por responsabilidad ya que, explica, no se sabía lo que iba a pasar. "Después de mes y medio me apetece volver a intentarlo y desde que he vuelto a abrir esta semana, está funcionando muy bien", comenta.

Ballester explica a Business Insider España que, al igual que muchos otros comerciantes, esperaba "una facturación y un colchón muy grande" con las Fallas por la céntrica localización de su tienda.

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Pero con lo que no contaba era que la cuarentena hiciese aumentar sus ventas online más de lo esperado. Concretamente, esta cifra se ha incrementado en un 60% y, cuando antes los envíos a domicilio suponían el 5% del negocio, ahora son alrededor del 20%, explica Ballester, que prefiere no desvelar su facturación. "El mes de abril ha sido un récord, y eso que ya me sorprendió marzo". 

Pero no solo online, desde que reabriese la tienda Ballester nota que la clientela compra en mayor cantidad, aunque por las restricciones de movimiento vayan a la tienda menos veces. "Los pedidos de ahora son mucho más grandes que antes", explica la valenciana.

Pese al éxito, Ballester es consciente de la incertidumbre que trae la vida post COVID-19. "Estoy bastante asustada con lo que pueda pasar en el futuro porque, aunque a mí me vaya bien, si al resto no, no me van a poder comprar", comenta, aunque, asegura, se agarra a la idea de que de momento le va bien. "Lo que tenga que venir, vendrá”.

Ballester cree que el negocio decaerá cuando acabe la cuarentena, aunque no de un día para otro. "Será progresivo y eso ayudará a adaptarse al cambio sin perder el foco en la marca, pero el miedo siempre está."

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