El floreciente sector de la tecnología climática en Europa despierta temores a una burbuja como la de 2011: mucho dinero público y pocos inversores especializados

Tasmin Lockwood
| Traducido por: 
Los inversores generalistas y la avalancha de dinero público han provocado un déjà vu entre algunos inversores.
Los inversores generalistas y la avalancha de dinero público han provocado un déjà vu entre algunos inversores.

En 2009, Solyndra, la empresa de paneles solares más querida de Silicon Valley, estaba a punto de salir a bolsa por 6.000 millones de dólares, unos 4.600 millones de euros en aquel momento.

La empresa había recaudado 1.200 millones, incluyendo más de 500 millones de dólares de la Administración Obama, para desarrollar su tecnología única que permitiera hacer frente a la subida del coste del polisilicio, un componente crucial de los paneles solares. Entonces, la empresa comenzó a planificar su salida a bolsa.

Dos años más tarde, Solyndra se declaró en quiebra después de que se descubriera que había utilizado información inexacta para engañar al Departamento de Energía en una investigación posterior llevada a cabo por la Oficina del Inspector General de EEUU.

Solyndra fue el ejemplo del boom de las tecnologías limpias entre 2006 y 2011, un periodo en el que los inversores invirtieron más de 25.000 millones de dólares (unos 24.500 millones de euros al cambio actual) en empresas que prometían hacer frente a la crisis climática y perdieron la mitad de su dinero en el proceso.

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Según un informe del MIT, las empresas de tecnologías limpias tenían la proporción más baja de empresas que alcanzaban el punto de equilibrio en la fase de serie A en el momento del boom. Más del 90% de las empresas de tecnología limpia que recibieron cheques después de 2007 no devolvieron la inversión inicial.

Sin embargo, las tecnologías limpias han vuelto, bajo el disfraz de tecnologías climáticas. 

La inversión mundial de capital riesgo en empresas climáticas ha ido aumentando poco a poco y se disparó el año pasado, duplicándose entre 2020 y 2021 hasta superar los 30.000 millones de dólares (casi 30.000 millones euros al cambio actual) según datos de PitchBook.

Y esta vez, el sector está creciendo en Europa. Los cheques emitidos a las startups europeas de tecnología climática se duplicaron en el mismo periodo, pasando de 2.700 millones a 5.300 millones. En lo que va de 2022, ya llevan recaudado 3.600 millones.

Esta cifra sigue siendo una pequeña fracción de los sectores tecnológicos europeos más maduros, como el de las tecnologías financieras, que han recibido 4 veces más inversiones en 2021, pero las empresas de tecnología climática están recaudando mucho dinero en acuerdos individuales. 

 

La empresa londinense de calificación de carbono Sylvera recaudó 32 millones de dólares (unos 30 millones de euros) en enero y la empresa de captura de carbono Climeworks consiguió 650 millones en abril.

Los Gobiernos también han aportado dinero. El año pasado, el Banco Europeo de Inversiones invirtió 27.600 millones de euros en empresas y proyectos relacionados con la crisis climática, lo que supone el 51% del total de sus inversiones. 

Este flujo hace saltar las alarmas en algunos sectores. ¿La carrera por enverdecer las carteras corre el riesgo de crear una segunda burbuja de las tecnologías limpias?

Según un inversor europeo de capital riesgo que prefiere guardar el anonimato, el elevado volumen de inversiones estatales fue uno de los puntos débiles del boom de las tecnologías limpias en su momento.

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"Siempre que hay una gran cantidad de dinero público en un sector que hace que la gente se sienta bien, mucha gente no se fija tanto en los detalles como debería", dice esta persona, y añade que siempre había una oportunidad para que la gente "manipulara el sistema" porque no es el "trabajo del gobierno ser un fondo de capital riesgo".

Faltan especialistas

La renovada industria de la tecnología climática abarca una serie de tecnologías complejas, como la contabilidad del carbono, la fabricación de baterías, las imágenes por satélite, las alternativas a la carne y la captura directa del aire.

Pero los inversores, incluidos los fondos climáticos, carecen de los conocimientos especializados necesarios para evaluar adecuadamente algunos de estos sectores más especializados, dicen algunos observadores en Europa.

"La falta de especialización es uno de los principales problemas de la tecnología climática. Fue un problema durante la crisis de las tecnologías limpias 1.0 y, sin duda, lo será durante el ciclo de las tecnologías limpias 2.0 o de la tecnología climática", afirma Arne Morteani, socia de Kiko Ventures.

"La especialización es aún más importante a medida que aumenta la competencia entre las sociedades de capital riesgo. Muchos fundadores buscan que las sociedades de capital riesgo aporten mucho más que un gran cheque".

Hay cierta preocupación por parte de las sociedades de inversión (LPs por sus siglas en inglés) que financian los fondos de capital riesgo de impacto, añade Morteani, "pero no tanta como debería haber". Kiko Ventures tiene una estructura "evergreen", lo que significa que no toma dinero en efectivo de los LPs, pero comparte que ha escuchado que los LPs se retiran durante el contexto de incertidumbre económica.

La densidad de fondos de impacto general en Europa podría ser problemática; Europa carece de sociedades de capital riesgo especializadas con experiencia en hardware que puedan examinar adecuadamente las empresas, explica un inversor. 

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Sin embargo, algunas sociedades de capital riesgo comparten con Business Insider que se apoyaban en inversores con profundos conocimientos del sector, como ciertos business angels o los fondos específicos del sector. Otros recurren a científicos y economistas con gran conocimiento de sus temas.

Burbuja a la vista

Para Abrar Chaudhry, un académico de Oxford que analiza el ecosistema de la tecnología climática, se está formando una burbuja en el sector debido a la concentración de fondos de capital riesgo en varias áreas.

En su opinión, se ha invertido demasiado dinero en un pequeño número de sectores centrados en la reducción de emisiones, y no se ha invertido lo suficiente en la adaptación al cambio climático. Estas inversiones —la electrificación, el hidrógeno y la captura directa de aire, por ejemplo— tienen poco impacto en el cambio climático hoy en día, cuenta.

Los inversores de capital riesgo se han centrado en estas tecnologías porque son fáciles de ampliar, señala Chaudhury. Las medidas de adaptación, como las que podrían asegurar el suministro de alimentos y agua, no son tan fáciles de escalar.

"Para mí, la burbuja es que hay demasiados actores metidos en ese espacio y no hay suficientes personas en los espacios que realmente nos ayudan a enfrentarnos a estos cambios", opina.

"Sí, tenemos almacenamiento de energía, pero ¿cómo va a ayudar a la gente con esta ola de calor? ¿Cómo les ayudará a sobrevivir? Creo que eso es lo que le falta al espacio climático", asegura mientras las temperaturas superaban los 40 grados en por primera vez desde que hay registro en buena parte de Europa.

"Ahí es donde la innovación no está ocurriendo al mismo nivel que la energía limpia, el almacenamiento de baterías y el transporte".

Chaudhury cree que la actual ola de tecnología climática es "fruta fácil de recolectar" con los inversores amontonándose en sectores que ya estaban maduros y "no necesitan realmente ese impulso climático".

"¿Es eso lo que deberían hacer las empresas de capital riesgo? Porque eso es simplemente marcar una casilla en la que cualquiera podría haber invertido", dice. 

"Pero, ¿es eso tirar hacia delante? Porque realmente el papel de las sociedades de capital riesgo es también construir otros sectores, ¿verdad? Abrir otras áreas, y creo que ahí es donde las sociedades de capital riesgo no están yendo porque no ven esa oportunidad de escala".

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Además, el académico de Oxford afirma que los gobiernos deben asegurar dar prioridad a la financiación de la tecnología climática, ya que la inversión estatal en el sector "realmente pierde importancia" durante una recesión.

El papel de los inversores generalistas

Para los inversores generalistas europeos, que se especializan sobre todo en software, el clima es una cuestión de "tienes que hacerlo si o si", exclama Ferdi Sigona, socio del inversor en fase inicial con sede en Londres LocalGlobe.

"Si los fondos generalistas se ciñen a lo que saben —el software— se les acusa de no apoyar soluciones reales al cambio climático; si intentan financiar algunas de ellas, se les acusa de crear una burbuja por su falta de experiencia", añade.

Varios fondos climáticos explican a Business Insider que se asocian con fondos especializados —por ejemplo, un fondo de capital riesgo centrado en la energía o en los alimentos— para resolver el problema de los conocimientos especializados en las rondas posteriores. 

Otros afirman que, incluso cuando carecen de conocimientos específicos, pueden ayudar a las pequeñas empresas a escalar y conectarse con financiadores de última etapa, como Coatue o SoftBank, que respaldaron a la empresa francesa de gestión del carbono Sweep y a la compañía de contabilidad del carbono Clarity AI, respectivamente. 

Sin embargo, el capital riesgo solo está arañando la superficie de lo que se necesita para resolver realmente la crisis climática, explica Amali de Alwis, director general de la aceleradora sin ánimo de lucro Subak y antiguo director general de Microsoft for Startups.

"La realidad es que no todas las soluciones climáticas serán rentables en un plazo de 5 años con un rendimiento de 10 veces", señala de Alwis.

"La dificultad es que estamos creando una narrativa falsa en torno a la inversión climática. Estamos diciendo que tenemos todo este dinero que está listo para ser desplegado, sin embargo, puede ser el tipo de dinero equivocado que se está metiendo en el lugar equivocado."

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