Así es el Center SF, uno de los lugares más populares para mezclarse y bailar con trabajadores tecnológicos de San Francisco

Gente sentada en círculo para escuchar a un DJ antes de bailar.
Gente sentada en círculo para escuchar a un DJ antes de bailar.

Emily Quiles

Más de 50 personas se sentaron en círculo sobre el suelo de madera, con las piernas cruzadas, para escuchar al DJ hablar sobre el evento de la noche, una velada de danza "extática".

"Se me ocurre que estamos en un bosque y hay una niebla baja. Cuando le dé al play, quiero ver a todo el mundo arrastrarse, rodar, deslizarse... transformarse en el espacio", decía el DJ, Gabriel Francisco, a los bailarines, vestidos con ropa de yoga en una sala iluminada de color morado y azul.

Era una noche de miércoles como otra cualquiera para los residentes del Center SF, una comunidad de 22 ingenieros, científicos y artistas que conviven con "la intención de facilitar la transformación y el crecimiento personal", según dice su página web. Con 19 habitaciones repartidas en 3 plantas, la casa está en Lower Haight, junto a la famosa Iglesia de las 8 ruedas, una antigua iglesia convertida en una discoteca con pista de patinaje.

Cartel del Center SF.
Cartel del Center SF.

The Center SF

Los residentes del Centro comparten el alquiler con una tetería, un estudio de yoga y el espacio para eventos de la planta baja, todos dirigidos por voluntarios, pero ambos son independientes desde el punto de vista económico, según explica Theory, una residente. Sus voluntarios organizan semanalmente micrófonos abiertos, eventos de percusión con tambores, talleres de respiración, astrología, herboristería y danza extática, una forma de baile que anima a la gente a expresarse libremente a través del movimiento.

Los técnicos y creativos de San Francisco se reúnen en estos eventos en busca de conexiones sociales más profundas.

"Es muy difícil salir y socializar en San Francisco", afirma uno de los voluntarios, Mark Black. 

Miembros del Center SF.
Miembros del Center SF.

Cortesía de The Center SF

Francisco fue quien estableció las reglas del baile extático: sin zapatos, sin hablar en la pista, sin drogas ni alcohol y sin teléfonos móviles.

Como criaturas del bosque o gusanos, los bailarines se revolcaban por el suelo al ritmo lento de flautas y tambores. A medida que la música cobraba impulso, también lo hacía la gente. Se deslizaban sobre sus pies, moviendo los brazos. Se colgaban de las vigas del techo y saltaban.

Inge Fishler (en el centro) bailando con su marido, Yossi Fishler, en el Center SF.
Inge Fishler (en el centro) bailando con su marido, Yossi Fishler, en el Center SF.

Emily Quiles

Cuando llegó la hora del descanso, se dirigieron a la tetería, donde los voluntarios servían té caliente, cacao con especias y mate.

Sirviendo té en el Centro SF.
Sirviendo té en el Centro SF.

Cortesía de The Center SF

Inge Fishler, directora de recursos humanos de Google Cloud, dice que acudió al evento desde Palo Alto (California) con su marido, Yossi Fishler, para aliviar el estrés del día a día del trabajo y la familia.

"Dejamos a los niños en casa con la niñera", cuenta. A ser una persona introvertida, explica que le llevó tiempo sentirse cómoda. Después de su primer baile extático, sintió un subidón de energía.

"Me ha ayudado a abrirme y a volver a quererme a mí misma. No hay nadie que me juzgue. No hay nadie que me mire. No tengo que comportarme de una manera determinada como me pasa en el trabajo. Puedo ser simplemente yo", afirma.

'Me ha ayudado a abrirme y a quererme de nuevo. No hay nadie me juzgue'.
'Me ha ayudado a abrirme y a quererme de nuevo. No hay nadie me juzgue'.

Sean Ross, antiguo científico de datos de Facebook, afirma que el baile extático le ha ayudado a sentirse seguro de sí mismo, un sentimiento que se ha trasladado a su toma de decisiones tanto en su vida personal como profesional.

Sean Ross.
Sean Ross.

Cortesía de Sean Ross. 

"Es realmente intimidante al principio, pero luego tienes ese momento en el que te das cuenta de que todo el mundo está a lo suyo, prestando muy poca atención a los demás", afirma.

De día, Ross trabaja en la tetería del Centro, trabajando a la par en su startup, centrada en emparejar a personas con grupos de amigos. Irónicamente, fundar una aplicación para la conexión social conlleva el aislamiento, por lo que trabaja en el Centro de 3 a 6 días a la semana.

"Finjo que las personas que están allí son mis compañeros de trabajo. Es lo más parecido a volver a una oficina con un espacio social sano. Estoy trabajando, pero también me tomo descansos para hablar con la gente y mantener conversaciones interesantes", explica.

Ross calcula que alrededor del 50% de las personas que visitan el Centro se dedican a la tecnología, "lo cual, creo, es un porcentaje inferior al de la gente que se junta normalmente en cafeterías", dice Ross. La otra mitad son artistas, profesores de yoga, gente dedicada al coaching y terapeutas.

"Nunca hay un momento en el que aparezca y no haya nadie con quien hablar", comenta.

La gente se sienta en el suelo delante de grandes mesas, no en esas tan pequeñas que hay habitualmente en las cafeterías, con solo 2 o 3 sillas. Ross afirma que esto le había ayudado a romper las barreras para iniciar una conversación.

La tetería y espacio de trabajo Center SF.
La tetería y espacio de trabajo Center SF.

Cortesía de The Center SF

Ha hablado con profesionales de la salud mental y creativos que le han ayudado en su crecimiento personal y profesional.

"El miedo que tengo o la inseguridad gira en torno a mi valía social. Es algo que ha frenado mucho mi trabajo", añade.

"Algunas de las personas del Centro me han guiado o me han ayudado a entender cómo abordar estas inseguridades", cuenta.

Black también trabaja como voluntario en la tetería del Centro mientras construye una startup de financiación climática en la blockchain. A los 10 minutos de su primera visita al Centro, ya quería ser voluntario.

Los TJ se ofrecen como voluntarios en turnos de 3 horas. Con más de 150 voluntarios en su canal de mensajería de Slack y sin el dinero como principal motivación, Black ha conseguido una comunidad social.

La tetería del Center SF.
La tetería del Center SF.

Cortesía de The Center SF

Explica que creía que comunidades como ésta podían sanar la cultura de San Francisco.

"Así es como podemos devolver el tejido social a San Francisco. Más gente que sea más comunitaria y no tan cabizbaja e introvertida", defiende.

Residente desde hace 2 años, Theory dice que la tetería del Centro tiene 2 empleados remunerados, un encargado y un coordinador. El resto son voluntarios, como el responsable de eventos que organiza las actividades del mes.

La asistencia a las actividades oscila entre los 10 y los 45 dólares (más o menos de 10 a 45 euros, con el cambio actual). Los profesores de yoga y de los talleres cobran al menos el 60% de los ingresos del evento, y el 40% revierte en el Centro.

Residentes del centro cultural en la cocina.
Residentes del centro cultural en la cocina.

Cortesía de The Center SF

Theory dirige todos los domingos sesiones de micrófono abierto.

"Mi principal objetivo es mantener el micrófono abierto y fomentar la diversidad", explica.

Aunque el Centro aboga por la diversidad, San Francisco es caro y discrimina a las personas que no pueden asegurarse un salario en el sector tecnológico.

Los residentes del Centro pagan entre 1.392 y 2.088 dólares de alquiler, según el tamaño de la habitación. También hay que pagar 185 dólares más al mes por los servicios públicos, la limpieza de la casa y el mantenimiento, así como otros 215 opcionales si quieren acceder al plan de alimentación orgánica comunitaria.

"La comunidad es un gran lugar para vivir si eres rico", comenta Theory, refiriéndose a la vida comunal de San Francisco. Sin embargo, su intención es la de cambiar eso: "Mi esperanza sería que pudiéramos conseguir algunas habitaciones para gente con pocos recursos aquí".

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