Una investigación científica apoyada por Tesla prueba una composición de batería que podría tener una vida útil de 100 años

Un Model 3 ensamblado en la fábrica de Tesla en Fremont (California, Estados Unidos).
Un Model 3 ensamblado en la fábrica de Tesla en Fremont (California, Estados Unidos).

Mason Trinca/The Washington Post

La carrera por mejorar las baterías, especialmente para los coches eléctricos, es un campo de incesante actividad económica y científica. A la búsqueda de mayor capacidad de almacenamiento, potencia y duración se le han sumado, además, los problemas económicos por el encarecimiento de materias primas como el litio, el níquel o el cobalto.

Esto provoca que las grandes compañías de la movilidad eléctrica no duden en buscar alianzas con centros de investigación especializados en este campo. Es el caso de Tesla.

Una de las colaboraciones de la empresa de Elon Musk en el mundo académico, su cátedra de investigación en baterías de larga duración, alta densidad de energía y bajo coste (el título es más largo) en el Consejo de Investigación en Ciencias Naturales e Ingeniería de Canadá ya le está dando frutos: una composición de batería que podría durar un siglo.

Esta composición, conocida como NMC532 contiene litio, níquel, manganeso y cobalto, a los que añade grafito artificial, y según las pruebas realizadas por los autores de este trabajo académico publicado en la revista Journal of The Electrochemical Society ofrece "una capacidad superior de retención" comparada con las de lifio ferrofosfato (LFP),que tan de moda se han puesto por su menor coste.

Elon Musk, director general de Tesla

"Estas baterías, particularmente las equilibradas y cargadas a 3,8 vatios, muestran mayor eficiencia, menos pérdida de capacidad y una densidad de energía mayor comparada con las LFP y se proyecta que podrían alcanzar tiempos de vida útil que se aproximarían al siglo a una temperatura de 25 grados", asegura el equipo dirigido por Jeff Dahn, de Universidad de Dalhousie (Halifax, Canadá).

El artículo también señala que esta mayor durabilidad podría beneficiar a otros usos del coche eléctrico, como la posibilidad de emplearlo como batería con cargadores bidireccionales

"Las baterías de coches que sirvan como almacenaje pueden beneficiarse de este diseño porque su coste por unidad respecto a su vida útil es superior comparada con las LFP", explican, aunque reconocen que se podría mejorar su coste utilizando material reciclado y cuando baje el precio del níquel y el cobalto.

Tesla, en busca de alternativas

La compañía de Elon Musk se ha convertido en una de las más activas del sector en búsqueda de alternativas de composición de baterías, ya que al mismo tiempo que presentó hace año y medio su nuevo diseño de celda 4680, compuesta con níquel y cobalto, que está construyendo la japonesa Panasonic, no ha desdeñado otras opciones.

De hecho, durante el primer trimestre la mitad de los más de 300.000 vehículos que produjo montaron baterías de litio ferrofosfato (LFP), que ofrecen un menor coste al no contener níquel ni cobalto, los materiales que más se están encareciendo en los últimos meses.

Las baterías de composición LFP apenas supusieron el 3% del total del mercado en Norteamérica y el 6% en la Unión Europea, pero en China ya alcanzan el 44% del mercado, según datos de Benchmark Mineral Intelligence revelados por Reuters.

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