Cobertura
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- Una cobertura, en el ámbito financiero, es una estrategia que se lleva a cabo para reducir o eliminar el riesgo de sufrir pérdidas en una inversión.
- Funciona como un seguro y suele llevarse a cabo a través de derivados financieros o activos correlacionados con la inversión principal.
- Si quieres entender cómo funciona la economía, la tecnología, el mundo empresarial y descubrir el significado de la mayoría de conceptos que escuchas cada día, no te pierdas nuestra sección Qué es.
- Qué es una cobertura financiera
- Para qué sirve una cobertura
- Cómo se hace una cobertura
- Un ejemplo de cobertura
Qué es una cobertura financiera
En el ámbito financiero, una cobertura o hedging es una estrategia que se adopta para reducir o eliminar el riesgo de sufrir pérdidas en una inversión. Suele realizarse utilizando un derivado financiero o un activo correlacionado con la inversión principal.
En síntesis, una cobertura funciona como un seguro contra las posibles pérdidas. Es decir, tomar la posición contraria a la original permitirá obtener ganancias que, de un modo u otro, compensen las pérdidas de la otra inversión.
Esta es una estrategia habitual entre los inversores, pero también para las empresas que necesitan cubrir riesgos en sus operaciones.
Por ejemplo, una empresa que exporte productos en un volumen considerable puede utilizar una cobertura de tipo de cambio para protegerse contra el riesgo de que se deprecie la divisa en la que recibe sus ingresos.
Para qué sirve una cobertura
Una cobertura cumple la función de proteger a un inversor ante los riesgos asociados a las fluctuaciones en los precios de los activos financieros o bien ante el impacto de posibles acontecimientos negativos.
Además de esto, también puede utilizarse para contar con mayor liquidez al operar en distintos mercados, como las acciones o los derivados. Asimismo, permiten protegerse ante eventos desfavorables como la inflación y los cambios en los tipos de interés, entre otros.
Cómo se hace una cobertura
Para efectuar una cobertura, se lleva a cabo una nueva operación destinada a compensar posibles pérdidas en la inversión original. La forma más común de hacerlo es mediante derivados financieros, como los futuros o las opciones.
Aunque esta estrategia no permite evitar por completo los riesgos, sí es capaz de limitar los efectos negativos para un inversor y minimizar las pérdidas sufridas.
Si la ejecución es correcta, los beneficios pueden ir más allá de evitar problemas, abriendo oportunidades para crear más valor a largo plazo. En cambio, una mala ejecución puede provocar que la compensación de la cobertura no sea suficiente para justificar su coste.
Un ejemplo de cobertura
Pongamos que tienes acciones de una empresa y piensas que su valor va a descender, pero no quieres venderlas.
A modo de cobertura, puedes vender futuros de esas acciones para que, si es cierto que terminan bajando, las pérdidas que obtengas se compensen con la ganancia que conseguirás vendiendo futuros.
En este supuesto, los futuros que vendas tendrían que corresponderse con el número de acciones.
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