8 jóvenes cuentan cómo afrontan la amenaza de un otoño en llamas y la crisis de precios: "Estoy sacrificando mis ahorros para llegar a fin de mes"

Dos jóvenes miran los precios de un puesto en un mercado de Barcelona

Reuters

  • Ahora que todos los pronósticos apuntan a un otoño en llamas, los jóvenes españoles vuelven a estar en primera línea de tiro y se preparan para la amenaza de una recesión. Si la subida de precios agujerea el bolsillo de los hogares españoles, los jóvenes ya lo tienen desgarrado. 
  • En Business Insider España exploramos las consecuencias de la crisis de precios a través de las historias de 8 jóvenes que cuentan cuáles son sus planes para los próximos meses.
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Salieron de las universidades dispuestos a comerse el mundo, aclamados como la generación más preparada, pero terminaron comiéndose 2 crisis, conocidos como la generación olvidada

Ahora que todos los pronósticos apuntan a un otoño en llamas, avivado por una inflación desbocada, los jóvenes españoles vuelven a estar en primera línea de tiro y se preparan para la amenaza de una recesión. Si la subida de precios agujerea el bolsillo de los hogares españoles, los jóvenes ya lo tienen desgarrado. 

En agosto, la cesta de la compra se encareció un 10,4%, después de meses prendiendo fuego a la economía. "En un contexto de elevada inflación, los jóvenes se pueden ver particularmente afectados por múltiples vías", explica Carlos Victoria, consultor de protección social y trabajo en el Banco Mundial y economista investigador en EsadeEcPol.

Altas tasas de temporalidad y de paro, salarios bajos, precariedad e inestabilidad, dificultades para emanciparse... Hay un cóctel de razones que explican por qué los jóvenes tienen todas las papeletas para sufrir doblemente la subida de precios que hace más complicado llegar a fin de mes.

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Pero, más allá de las causas, en Business Insider España exploramos ahora las consecuencias: de qué manera está afectando la inflación a esta generación y cómo afrontan lo que se viene en los próximos meses.

Rebeca, 35 años: dependienta de supermercado en Ávila

Con la llegada de septiembre, muchos padres se echan las manos a la cabeza. La vuelta al cole, en tiempos de inflación, implica un desembolso de unos 400 euros por hijo. Pero, ¿y si encima eres joven y vives sola?

Rebeca tiene 35 años y vive sola con su hijo de 8 años en Ávila. "Si ya notaba la subida de precios, ahora con la vuelta al cole estoy sin palabras: libros, material, ropa... Se nota muchísimo".

Aunque trabaja como dependienta en un supermercado, "con el sueldo que tengo apenas llego a final de mes", lamenta. Es gracias a que vive en un piso familiar, y a que sus padres corren con los gastos, como Rebeca está consiguiendo salir adelante. "Tengo la ayuda de mi familia y gracias a eso voy tirando,sobre todo para sacar a mi hijo adelante".

Lo que más le preocupa a Rebeca es el salario: "Todo está subiendo menos eso. Las compras de supermercado se han disparado considerablemente, y vacaciones ni hablar; toca trabajar y hacer horas extras y festivos para ganar un poco más de dinero".

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De cara a los próximos meses, Rebeca se ha propuesto recortar en todos los gastos: "Antes hacía una compra del mes por 200 euros y ahora la hago de 100 euros, tengo los días contados para salir a tomarme algo y, la gasolina, en lugar de llenar el depósito como antes, ahora con 30 euros voy tirando...".

María Jesús, 29 años: trabajadora social en Murcia

"Claro que estoy notando la subida de precios. Me afecta en la cesta de la compra, donde los productos básicos han aumentado mucho, y hay que estar mirando el céntimo, o incluso ir a varios supermercados para comprar lo más barato en cada uno".

María Jesús es trabajadora social, y vive con su pareja en Murcia. Cada mañana coge el coche para ir al trabajo, y le subvencionaban la gasolina en la empresa. El problema es que, desde que el combustible se disparó, "los gastos que antes cubrían ese coste, ya no lo compensan".

A principios de año, le subieron el sueldo unos 20 euros al mes. Ahora, explica María Jesús, "con esos 20 euros sólo cubro la subida de la luz. Pero no cubre la del alquiler, que me lo subieron con el IPC, ni la gasolina, ni los alimentos... El sueldo se queda cortísimo".

Un panorama que le ha relegado a compartir piso: "Yo con mi pareja vivo muy bien, pero la realidad es que vivo con mi pareja porque no puedo permitirme vivir sola. Nunca he vivido sola. Nuestra generación está condenada a no poder hacer la vida de forma independiente".

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Como trabajadora social, María Jesús es testigo de cómo afecta el tirón de precios a los hogares más vulnerables, y la situación, explica, es preocupante: "Trabajo con familias, y veo que esta situación no es sostenible. Va a llegar un momento en el que colapse el sistema para este tipo de familias, y los salarios no van a compensar los gastos de una unidad de convivencia".

María Jesús mira a los meses que vienen con inquietud: "me preocupa porque quiero avanzar. Para poder comprarme una casa tendría que tener capacidad de ahorro. Capacidad que no tengo porque, desde hace unos meses, todo está por las nubes. Es un mal momento para tener planes de futuro, y lo malo es que nos ha tocado a nosotras".

Mónica y Fernando, 30 y 42 años: responsable de comunicación y fisioterapeuta en Collado Villalba (Madrid)

Mónica y Fernando son pareja y viven en un piso en propiedad, en Collado Villalba, la sierra de Madrid. El mes pasado notaron de golpe la subida de tipos en su hipoteca. "Tengo una hipoteca a tipo variable y del mes pasado a este pagamos 80 euros más", cuenta Fernando.

Pero no sólo es la vivienda, explica Mónica: "Al vivir en la sierra, pero trabajar en la ciudad, el transporte público no llega hasta aquí y no tengo otra alternativa que usar el coche". 

La subida de la gasolina se ha traducido en un aumento del 50% en sus gastos: "Antes gastaba 50 euros y ahora son 100. Yo intento coger el coche lo menos posible, pero no podemos beneficiarnos de las ayudas al transporte público".

El gran problema, comentan ambos, "es que ha subido todo, pero no ha subido el sueldo. Ahí es donde pierdes poder adquisitivo". Antes, cuenta Mónica, "viajábamos mucho en furgoneta. Hacíamos escapadas semanales. Ya no podemos hacerlo porque la gasolina se ha disparado el doble".

A la gasolina, se le suma la compra diaria: "Lo que antes nos costaba 60 euros, ahora es mucho más. Hemos tenido que cambiar de supermercado: en Mercadona han subido muchísimo los precios. Ahora vamos a Lidl y Aldi, que son los únicos donde vemos que se mantienen algo más". 

Entre los productos donde más notan el encarecimiento están los piensos para animales. "Tenemos 2 perritos y el pienso para perros ha subido un 30% por lo menos", lamenta Mónica.

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Fernando, por su parte, sufre la subida energética en la clínica que tiene como fisioterapeuta. "La factura nos ha subido 100 euros más todos los meses, es una barbaridad, y por el momento no estoy subiendo precios, porque es un servicio que ya es percibido como caro, y que algunas personas pueden decidir sacrificar en momentos de elevada inflación".

De cara a los próximos meses, Mónica y Fernando han decidido viajar menos: "Desde la subida de la gasolina, estamos empezando a recortar ese gasto". Pero no es el único: "Hemos dejado de comprar muchas cosas que nos parecen carísimas. Antes comprábamos pescado fresco de pescadería, y ahora nos hemos pasado al congelado, porque te ahorras por lo menos 5 euros. Estamos probando marcas blancas, reduciendo caprichos, salimos menos fuera a tomar el aperitivo y buscamos planes más económicos".

Eva, 29 años: opositora en Murcia

"La subida de precios se ha llevado la tercera parte de mi salario mensual, que iba destinado al ahorro", lamenta Eva. Con 29 años, una carrera de Filología y un máster en Antropología a cuestas, Eva hace malabarismos para sacarse las oposiciones a profesora al tiempo que las compatibiliza con empleos que le permiten afrontar los gastos.

"He pasado de gastar 90 o 100 euros de gasolina a casi duplicarlo. La cesta de la compra también se ha encarecido; supone un gasto extra de unos 80 o 90 euros más al mes. Y el incremento en los recibos de luz y agua se termina de comer mi margen de ahorro, alrededor de 250 euros mensuales. De momento no he tenido que prescindir de ningún gasto ni tirar de ahorros, pero tampoco puedo generar más", lamenta.

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Eva reconoce que la situación de los próximos meses le preocupa bastante: "Hasta ahora, me he apañado sacrificando la parte de mi salario que destino a ahorrar, pero si los precios siguen subiendo tendré que cambiar mis hábitos (en especial, la lista de la compra) y hacer recortes (mucha bata manta, poca calefacción)". 

También se verá afectado su ocio: "Este año, por ejemplo, previendo lo que se nos venía encima, cancelamos un viaje a Francia y pasamos las vacaciones en casa. De cara a septiembre, creo que me daré de baja en yoga y en inglés, y trataré de seguir la rutina por mi cuenta".

Sergi, 28 años: arquitecto en Madrid

"Donde más noto la subida es en la compra. La leche y otros productos básicos se han encarecido muchísimo", cuenta Sergi, que trabaja como arquitecto en una ingeniería especializada en sostenibilidad y vive en Madrid, en el barrio de Delicias. 

"Ahora, en lugar de ir al súper y buscar la comodidad, te fijas más en los precios, a ver dónde está más barato", explica. 

Como es habitual entre los jóvenes que viven en la capital, Sergi comparte piso, aunque con la suerte de que su compañero es también uno de sus mejores amigos. "No me importaría vivir solo, pero es un sobrecoste", explica. Este mes, su contrato de alquiler cumple un año, así que está a la expectativa de si les suben el precio: "Si no fuera por el límite del 2%, nos podrían haber subido el alquiler un 10,4%".

Otra de las medidas que han ayudado a la economía de los jóvenes es la bonificación del transporte público, donde Sergi ha encontrado una vía de ahorro: "El año pasado tenía coche, y ya entonces notaba muchísimo la subida de la gasolina. Al final, por ese y otros temas, decidí venderlo, y gracias a eso ahora tengo bastantes menos gastos".

De cara al otoño calentito, Sergi explica que donde más se plantea ahorrar es en energía y ocio. Como arquitecto especializado en sostenibilidad, comenta que todo lo referente al gasto energético "lo llevamos bastante a rajatabla. Tenemos la suerte de que la fachada de nuestro edificio está rehabilitada. Antes vivía en un ático y tuvimos que comprar una estufa de butano por el frío".

Quitando el ahorro energético, Sergi apunta que no va a renunciar a viajar en los próximos meses: "No renuncio a nada porque a lo que nos toca renunciar es a ahorrar para poder tener un piso. Para lo poco que tengo, cojo un vuelo de Ryanair". Sin embargo, toca elegir. "Tengo pendiente un viaje y pensé: si lo hago, tendré que renunciar a otros panes. No se trata de dejar de viajar, pero toca elegir". 

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Eso, y salir menos a comer y cenar. "La subida de precios también se nota en el ocio, y lo peor es que son subidas irremediables, ya no van a bajar. Me estoy planteando invertir el gasto de otra forma: "comer y cenar menos fuera, y en lugar de eso apuntarme al gimnasio".

Sara y Paula, 27 años: abogada y farmacéutica en Madrid

Sara y Paula tienen 27 años, son amigas de toda la vida y trabajan en Madrid, donde comparten piso. 

"Prefiero vivir compartiendo piso, ahora mismo no me planteo vivir sola", dice Sara, que trabaja como abogada en uno de los principales despachos de la capital. El problema es que los alquileres no paran de subir y más en la capital. "En mayo nos subieron el precio un 2%. Entre las 2, ahora pagamos 1.122 euros", apunta. 

Si no fuera por el límite del 2% a los alquileres aprobado por el Gobierno, el alquiler de Sara habría subido bastante más: un 8,7%, que fue la tasa de inflación registrada ese mes. 

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Paula, que trabaja en una empresa farmacéutica, se queja de la subida del combustible, la partida que más le afecta en el día a día: "es una pasada lo que ha subido". Pero también en la compra: "Antes, cuando hacías la compra, tenías para más de un mes. Ahora, con lo mismo, tienes para medio. Salimos menos, vamos a sitios más baratos, hacemos la mitad de viajes...".

La factura energética no es una excepción: "Lo que más nos está afectando es la subida de la luz y de gas. Este mes hemos pagado más del doble y prácticamente no habíamos puesto el aire acondicionado", añade Sara. En eso y en el transporte: "Suelo coger tren con mucha frecuencia, pero han subido muchísimo. Ahora, en lugar de coger un AVE a Valencia, buscas un BlaBlaCar, que es más barato".

"Que siga subiendo todo preocupa: de cara al futuro, de cara a la precariedad laboral... Si los salarios ya están perdiendo poder adquisitivo, imagínate dentro de unos meses... Me consuela que tengo el colchón de mis padres, pero con 27 años es triste tener que decir esto", lamenta Paula.


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