Por qué deberías tomarte los fines de semana como vacaciones y cómo puedes empezar a hacerlo

Pavel Ramírez
Un coche con equipaje en el techo.
Un coche con equipaje en el techo.
  • Un estudio señala que quienes logran desconectar realmente cada sábado y domingo son más felices.
  • Con pequeño cambio de chip, es posible disfrutar más de los fines de semana sin gastar demasiado tiempo ni dinero.
  • Así es cómo puedes convertir los fines de semana en vacaciones pagadas.

Suena el despertador y un escalofrío te recorre la nuca: otra vez, lunes. Esa sensación, casi universal entre la clase trabajadora, tiene un nombre que se explica casi por sí solo: el Síndrome del lunes por la mañana (no es broma). Incluso un compañero del trabajo hace poco logró convertir el aborrecible inicio de la semana laboral en un adjetivo: "Es que es tan lunes...". Digno de una viñeta del mismísimo Garfield

Por si hay quien no esté familiarizado con el Síndrome del lunes por la mañana, éste presenta algunos síntomas claros: depresión preventiva (sientes la dureza de la semana incluso sin haberla empezado), contagio generalizado (todo el mundo en la oficina se hunde en su silla y espera pasar inadvertido) y, lo más importante, que sucede a un fin de semana.

Este punto es importante: la mayoría de nosotros pensamos que el lunes se nos hace tan cuesta arriba porque es el inicio de la semana. Error: suele ser tan duro porque está lo suficientemente cerca en el tiempo del fin de semana como para que nuestra mente pueda comparar ambos momentos (y deprimirse completamente).

Sin embargo, existen fines de semana y fines de semana: desde los de "no me levanto del sofá ni con una grúa", hasta los de "¿qué hago yo en un after como este?". Pasando, por supuesto, por quienes combinan la actividad intensa con un ocio más relajado.

Poner la mente en 'modo vacaciones'

Garfield y Oddie, en una viñeta de Jim Davis.
Garfield y Oddie, en una viñeta de Jim Davis.

Sea como fuere, quizás la clave no resida en cambiar de hábitos, sino en cambiar el chip y ponerte en modo vacaciones. Es lo que sugiere una investigación llevada a cabo por Cassie Mogilner Holmes, Colin West y Sanford DeVoe, de la Escuela Anderson de Gestión de UCLA y recogida en este artículo de Harvard Business Review.

En este sentido, convertir los fines de semana en vacaciones te hace más feliz, según los autores, ya que logras desconectar realmente de la rutina. Y, lo mejor de todo: no requiere de tanto tiempo ni dinero como unas vacaciones al uso.

De hecho, tomarse unas vacaciones de dos días puede llegar a ser gratuito (o casi): solo necesitas un lugar alejado de tu rutina (no necesariamente a cientos de kilómetros de tu casa), alguna actividad completamente distinta a tu día a día (por ejemplo, montar en bicicleta) y, si se puede, algo de compañía.

Y, al ser parte del descanso de tu jornada laboral semanal, puedes considerar ese sábado y domingo —si es tu caso— como vacaciones pagadas.

"Tratar tus fines de semana como unas vacaciones puede incrementar tu felicidad. Y, a diferencia de las vacaciones tradicionales, este subidón emocional no tiene por qué ser caro o consumirte tiempo", resume Mogilner Holmes en el citado artículo.

Leer más: 5 cosas importantes sobre la felicidad que nos enseñó la ciencia en 2018

En su estudio, el equipo en primer lugar recopiló los datos de las encuestas de opinión diarias de Gallup —una firma estadounidense de análisis sociológicos— entre 2014 y 2016, descubriendo que la mayoría de las personas que priorizan sus vacaciones por encima de otros aspectos de su vida, efectivamente, son más felices.

Posteriormente, Mogilner y sus colegas llevaron a cabo un experimento con 400 sujetos: a la mitad se la instruyó para que tratara de enfocar el siguiente fin de semana como unas vacaciones; a la otra mitad, se le dijo que hiciese lo mismo de siempre. El resultado fue que los participantes a los que se les animó a cambiar el chip, declaraban sentirse más felices en general que la otra mitad.

Sin embargo, la investigación no concluyó aquí: un año más tarde, en 2018, utilizaron a otros 500 participantes para repetir el proceso. Eso sí, esta vez restringiendo el dinero que se podían gastar, midiendo regularmente sus niveles de felicidad durante el propio fin de semana y controlando el tipo de actividades que realizaban (para poder discriminar si realmente estaban variando su rutina).

El resultado fue idéntico.

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