Veranos eternos y primaveras anticipadas: cómo ha cambiado el tiempo desde tu infancia (y qué puedes hacer contra el cambio climático)

Verano y cambio climático

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"Antes aquí nevaba todos los años". "Ya no se escuchan tantos pájaros". "Ahora este calor es insoportable". Basta con poner la oreja, preguntar a los mayores de la casa o echar un ojo a los registros de la AEMET para ahondar en cómo el cambio climático ha sacudido España en las últimas décadas.

Especialmente si eres baby boomer o perteneces a la generación X, puedes escarbar en tus recuerdos para contrastar y comparar las estaciones de tu infancia con la actualidad. Sin tener datos científicos delante, podrías llegar a concluir por ti mismo la cruda realidad del calentamiento global: hace cada vez más calor, los inviernos se acortan y el verano se expande más allá de sus fronteras.

En el último medio siglo se han batido récords de toda índole. El último, muy cerquita: el pasado 21 de mayo fue el día más cálido en el conjunto de la Península desde al menos 1950, en lo que atañe al mes de mayo. El día 20 Jaén llegó a los 42,3 grados centígrados de máxima, mientras que Segovia vivió su primera noche tropical desde que hay registros, con una mínima de 21,4°C. 

Desde que eras pequeño, también ha mermado la calidad del aire: 3 de cada 4 españoles (73%) de los ciudadanos respiran hoy aire contaminado, según alertaban Ecologistas en Acción en su Informe estatal sobre contaminación por ozono en 2021. 

Grandes urbes sofocantes y pueblos recalentados: los termómetros no han parado de subir

Vecinos intentan evitar el calor en una noche de verano en Algar.
Vecinos intentan evitar el calor en una noche de verano en Algar.

Reuters

Un estudio del Observatorio de la Sostenibilidad destaca que la temperatura ha subido por encima de 1,5 grados centígrados en más de la mitad de los municipios españoles desde los años 60. 

Además, en 826 de los casi 8.200 del conjunto del país (14%) se han superado los 2 grados de subida en las últimas 6 décadas. Y un 1% de la población ha vivido ya subidas de 3 °C.  

Explicado de otra manera, el 70% de la población española se ha visto afectada por un incremento en los termómetros por encima de 1,5 °C desde 1960 a 2018. La temperatura media de nuestro país se ha elevado 1,3°C en los últimos 60 años, advierte la AEMET. Si las medidas actuales no cambian, el incremento llegará a 2,2 grados centígrados en 2030, según la OMM.

El diagrama de Hawkins, que representa cronológicamente la evolución de la temperatura anual, apunta a una clara tendencia desde 1971 a temperaturas más altas en España, tanto en valores promedio como en máximas y mínimas.
El diagrama de Hawkins, que representa cronológicamente la evolución de la temperatura anual, apunta a una clara tendencia desde 1971 a temperaturas más altas en España, tanto en valores promedio como en máximas y mínimas.

AEMET

No obstante, no toda España se calienta al mismo ritmo: el Mediterráneo es una de las zonas más frágiles y, donde en un escenario de calentamiento global de 2ºC, las temperaturas máximas podrían subir en torno a 3,3°C. 

El punto más vulnerable son los Pirineos: el calentamiento más elevado lo ha sufrido Llivia (Gerona), con una subida de 3,26°C. En los 9 municipios donde los termómetros han subido más de 3 grados, 6 están en el Pirineo Oriental (Llivia, Alp, Das, Fontanals de Cerdanya, Ríu de Cerdanya, y Castellar de n’Hug).

Para muestra, otro botón: de los 52 glaciares que había en España en 1850, hoy solo quedan 10.

El informe destaca que las zonas geográficas con más incremento térmico de España en las últimas décadas son las áreas montañosas, áreas elevadas de las dos mesetas y zonas de baja montaña litoral de la cornisa cantábrica y Galicia. A excepción del valle del Ebro, los grandes valles interiores son los que menos han acusado el calentamiento global. 

Para finalizar, no es lo mismo zona rural que urbana: en las ciudades acusan el efecto isla de calor: hace más calor en los centros urbanos que en pueblos, zonas residenciales o agrícolas. Se atribuye a factores como los sistemas de climatización o a materiales como el cemento y el asfalto.

Un dato para que te quede claro: la temperatura media anual del aire de una ciudad con un millón de personas o más puede ser de 1 a 3°C más cálida que su entorno circundante. 

Menos potajes y más helados: el verano se expande y le roba días a otras estaciones

¿Tienes la impresión de que los veranos son cada vez más largos? No es una suposición, sino una realidad más que contrastada por la AEMET: la Agencia Estatal de Meteorología estima que la época estival se ha estirado casi 5 semanas desde los años 70 del siglo pasado.

Por poner un ejemplo, en los años 70, según datos del observatorio situado en Madrid Retiro, el verano el 15 de julio y terminaba el 16 de septiembre. En la actualidad, y con los mismos criterios, la época estival se inicia el 11 de junio y finaliza el 22 de septiembre.

El gráfico que verás a continuación expone la variabilidad anual de la temperatura media estacional en España desde el año 1971. Claramente, puedes ver cómo las temperaturas medias de todas las estaciones son cada vez más elevadas, aunque el incremento se aprecia especialmente en primavera y, sobre todo, en verano. 

Aumento de la temperatura media en las estaciones

AEMET

La AEMET concluye que el verano es la estación más afectada por el cambio climático: la época estival se ha vuelto cada vez más larga y cálida. Malas noticias para los amantes del círculo polar, o dicho de otro modo, los que prefieren frío, chimenea y manta a playa, sudor y helados. 

En la primavera también se percibe bastante el desequilibrio: un estudio paneuropeo señala que la estación de las flores se ha adelantado, de media, entre 6 y 8 días en comparación con hace 30 años, también debido al calentamiento global. En áreas meridionales como España, la primavera ya empieza dos semanas antes.

El alargamiento de la estación acarrea malas noticias para los alérgicos: para final de siglo, la temporada de alergias podría durar cerca de 2 meses y el polen aumentar un 200%, según una investigación publicada en Nature Communications.

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La primavera adelantada afecta a todos engranajes de la naturaleza: su prematura llegada provoca que algunos pájaros aniden y pongan sus huevos un mes antes que hace un siglo, tal como han estudiado desde Chicago. Los árboles como almendros y cerezos florecen más pronto que nunca, se alteran los ciclos migratorios y se disparan los niveles de contaminación. 

Y vamos cuesta abajo y sin frenos: una proyección del Laboratorio Estatal de Oceanografía Tropical en China tras recopilar datos del clima a nivel mundial en los últimos 60 años, proyecta que, de no parar las emisiones, para 2100 los veranos acapararán la mitad del año, con temperaturas de hasta 40 grados.

A su vez, el calor se cobra víctimas en el paisaje, la flora y la fauna: los caudales medios de los ríos, se han reducido en las últimas décadas, en algunos casos más del 20%. Y el clima semiárido no ha parado de colonizar el territorio, ganando 30.000 kilómetros cuadrados.

"No puedo dormir": las olas de calor y las noches tropicales se multiplican

Olas de calor

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Tu memoria tampoco te falla respecto a las olas de calor: sudamos más y durante más tiempo con el avance de las décadas. En agosto de 2021, la estación meteorológica de Montoro en Córdoba batió récords al alcanzar el máximo histórico de temperaturas registrado en España, con 47,4°C. 

En el Informe sobre el estado del clima de España 2020 se explica que, en la pasada década, hubo 3 veces más récords de días cálidos que si no estuviera aconteciendo el cambio climático. Ese récord multiplica por 11 los días fríos, que sin calentamiento global deberían equipararse. 

El IPCC advierte de que, por cada 0,5°C de calentamiento adicional, el calor extremo será más frecuente e intenso, incluyendo olas de calor, precipitaciones y también sequías agrícolas y ecológicas en algunas regiones. El calentamiento global sacude especialmente a la cuenca mediterránea, que se calienta un 20% que el resto del planeta. 

La ciencia lleva tiempo avisando sobre las olas de calor: un estudio reciente pronostica empeoramiento de estos episodios en la península Ibérica durante el periodo 2021-2050. Hoy son cada vez más frecuentes, duraderas, intensas y se extienden por toda la región. Entre 1975 y 2019, hubo 59 olas en la Península, Baleares, Ceuta y Melilla y otras 37 en Canarias.

El cambio climático te está robando horas de sueño: así afecta a tu cuerpo y mente

Otro tema es el aumento de las temperaturas mínimas y de la cantidad anual de noches tropicales, aquellas en las que el mercurio no baja de los 20 grados centígrados, ocasionando problemas de salud, como un cortocircuito en el ciclo natural del sueño. De hecho, están asociadas a un incremento de la mortalidad en el sur de Europa. 

Según datos divulgados por la Asociación Española de Geografía, la cantidad de noches tropicales se ha duplicado en España —al pasar de media de 5,1 anuales en el periodo 1960-1990 a 11,5 en el periodo 1991-2020—, y ha llegado a quintuplicarse en la mitad sur del país. 

Los lugares que acumulan más cantidad de noches tropicales son la costa mediterránea, Andalucía, Ceuta y Melilla, con una grave pérdida de confort térmico. 

Hasta final de siglo, la Agencia Estatal de Meteorología estima estas aumentarán un 30% debido al cambio climático, alargándose al final de la primavera y principios del otoño. Otro estudio señala que la mortalidad crece un 16% en España a mayor intensidad del calor nocturno.

Cóctel de fenómenos extremos, inundaciones, sequías, incendios, calima o nevadas como Filomena

Calles inundadas en Villava (Pamplona) en diciembre de 2021.
Calles inundadas en Villava (Pamplona) en diciembre de 2021.

Reuters

España pierde al año 700 vidas y 900 millones de euros por los eventos meteorológicos extremos como los temporales o las olas de calor extremas, según los datos recopilados por la organización Germanwatch para elaborar su Índice de Riesgo Climático. El cambio climático acentúa estos fenómenos, su intensidad, frecuencia y duración. 

2021 empezó con la nevada extrema de Filomena: 36 horas seguidas sin parar de nevar. Aunque no pueda atribuirse directamente al cambio climático, desde Climática explican que el aumento térmico, sobre todo en el Ártico, desacelera la corriente el chorro y la vuelve más ondulada, provocando incursiones de aire frío más marcadas en invierno y olas de calor más intensas en verano.

Otro informe de Nature Geoscience revela que el deshielo marino del Mar de Barents suministró potencialmente hasta el 88% de la nieve fresca que cayó sobre el norte de Europa durante febrero y marzo de 2018.

Ya se sabe que el calentamiento global también puede causar olas de frío más extremas. De hecho, los eventos climáticos extremadamente fríos pueden atribuirse al calentamiento del Ártico

La sequía y la desertificación pueden convertirse en la "próxima pandemia", según advierte la ONU: la península ibérica será el territorio europeo más afectado por este fenómeno

En cuanto a los incendios, aunque en España el 92% son causados por el factor humano, las olas de calor, la sequía y las temperaturas más altas hacen que el monte tenga estrés hídrico y sea más vulnerable a los incendios. El resultado, explican desde Greenpeace, es un "paisaje seco, continuado e inflamable". 

La Península también será una de las más afectadas de Europa por períodos intensos de sequía: de hecho el 75% del territorio podría sufrir desertificación por lluvias irregulares, subida de temperaturas y maltrato de suelos y bosques. Lo paga con creces la biodiversidad acuática: el 52% de las especies de agua dulce de la Península están en peligro crítico de extinción, según los criterios de la UICN.

El IPCC también advierte de tormentas e inundaciones cada vez más devastadoras, lluvias extremas como las que vimos el pasado julio de 2021 asolando Europa occidental, que un estudio estimó hasta 9 veces más probables debido al cambio climático

¿Qué puedes hacer contra el cambio climático en España? 11 pequeños apuntes para empezar

Protesta de Fridays for Future en Madrid.
Protesta de Fridays for Future en Madrid.

Reuters

Gobiernos y empresas tienen que ponerse las pilas de inmediato para frenar el cambio climático y evitar daños irreversibles, tal como pide la ONU

La culpa no se reparte por igual entre los habitantes de a pie: la décima parte más rica de la población consume alrededor de 20 veces más energía en general que el resto. Además, según datos de Oxfam, el 1% más rico de humanidad emite más del doble de carbono que la mitad más pobre. En 2030, serán 30 veces superiores al nivel necesario para no superar 1,5°C.

Estas son algunas de las actividades en tu vida cotidiana para sumarte a la lucha contra el cambio climático:

  • Muévete en bici, a pie o en transporte público y evita el avión en la medida de lo posible. El tren es el medio de transporte más sostenible.
  • Intenta reducir al máximo el plástico en tus envases.
  • Cambia tus bombillas: reemplazar una tradicional por una de bajo consumo ahorra más de 45 kilogramos de dióxido de carbono al año.
  • No abuses de la calefacción, el aire acondicionado o el agua. Raciona su consumo haciendo un uso inteligente. Ajusta el termostato, desenchufa dispositivos cuando ya estén cargados y no dejes la TV ni el ordenador en stand by
  • Aboga por alternativas al consumismo frenético, a la moda low cost y al uso constante de productos de un solo uso.
  • Apuesta por electrodomésticos con etiqueta A, la de mayor eficiencia energética.
  • Documéntate, haz activismo, corre la voz, infórmate. 
  • Pon en práctica las 3 erres de la economía circular: reducir, reutilizar y reciclar (en el contenedor adecuado). 
  • Come local, de proximidad y de temporada.
  • Reduce los alimentos con una elevada huella de carbono como la carne y los lácteos y da prioridad a productos de origen vegetal como legumbres, verduras, frutas y semillas. Una dieta totalmente vegana reduce la huella de carbono un 73%. 
  • Evita el desperdicio de alimentos.

Cada granito de arena cuenta para proteger el medio ambiente y cuidar el planeta, la única casa que tenemos. Recuerda que no hay planeta B.

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