No, no es verdad que el 65% de los empleos de las generaciones futuras no se hayan inventado todavía: así se han extendido 5 de los datos falsos más famosos del mundo

Un grupo de jóvenes mira su teléfono móvil en la calle durante la pandemia

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  • Algunos estudios cifran los estudios de dudoso rigor científico por encima de la mitad en áreas como la Psicología.
  • En ocasiones, generalizaciones que parten de muestras muy pequeñas o conclusiones que no se pueden reproducir son tomados por ciertos por algunas de las instituciones más prestigiosas del mundo.
  • Algunos datos falsos se siguen extendiendo a pesar del arrepentimiento de sus autores.
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Los datos. Están por todas partes, son divulgados y defendidos con pasión por quienes creen de manera casi ciega en ellos y, muchas veces, son la base sobre la que se sustentan cuestiones que afectan al día a día de todos como la política económica de los países. 

Se pueden encontrar en todo tipo de documentos: desde entradas en modestos blogs hasta libros especializados, pasando por infinidad de artículos académicos, noticias en prensa, declaraciones de políticos y notas públicas de todo tipo de instituciones. Confieren prestigio a quien los presenta y visten de gala todo tipo de opiniones. 

Es hora de hablar de una verdad incómoda: algunos de los datos más extendidos son mentira.

Al menos, a esta interesante conclusión llegó el profesor John Ioannidis en 2005 en un artículo al que puso el provocador nombre de Por qué los hallazgos de las investigaciones más publicadas son falsos. En él, este médico e investigador que ha consagrado su vida a la defensa de las buenas prácticas en el mundo de la ciencia analizaba 45 artículos que decían haber encontrado hallazgos relevantes en el campo de la medicina. 

Estos fueron comparados con estudios posteriores que tomaron muestras de población más grandes. De los iniciales, apenas 11 (24%) resultaron finalmente indiscutibles. Sin embargo, apenas algo menos de la mitad, unos 20 (44%) pudieron replicarse. Finalmente, en 7 (16%) los hallazgos tuvieron menos efecto y en otros 7 (16%) los resultados finales contradijeron lo que se había defendido en los estudios previos.

El profesor Ioannidis defendió entonces en declaraciones recogidas por AFP que en el mundo de la medicina faltaba formación matemática y estadística. Sin embargo, a la luz de cómo se han extendido también ciertos datos incorrectos por parte de algunas de las instituciones económicas más prestigiosas del mundo, no está claro que poseer estos conocimientos sea una garantía de que los datos, una fuente de información esencial, vayan a ser siempre tratados con rigor. 

Estos son algunos de los datos falsos más extendidos del mundo:

1. No, no es verdad que el 65% de los trabajos de las nuevas generaciones no se hayan inventado todavía

Tal vez uno de los bulos económicos más extendidos. Allí donde hay un conferenciante hablando sobre el futuro de los puestos de trabajo, es muy posible que, tarde o temprano, salte la liebre: el 65% o 75% de los empleos (la cifra varía, aunque el estudio que se cita es siempre el mismo) de los niños que hoy cursan Infantil, Primaria o Secundaria (esto también cambia) no se han inventado todavía.

El mismísimo Foro Económico Mundial de Davos lo incluyó en su informe The future of jobs en 2016. A partir de ese momento, hubo pista libre: empresas como HP, Randstad, Microsoft y escuelas de negocios de todo el mundo no dudaron en utilizar el dato para subrayar la importancia de la innovación. Pero, ¿de dónde salía? Muchos organismos y entidades ni siquiera citaban la fuente original, y el propio foro de Davos se limitaba a decir que era un dato que se "había difundido".

Mariano Fernández Engutia, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, desvela en El País el misterio siguiendo las pistas dadas por instituciones como el BBVA Research, que también había citado el estudio. El origen de esta afirmación, en esta ocasión, tiene nombre y apellidos: Cathy N. Davidson.

Es esta reputada investigadora quien se anima a dar la cifra en su libro Now You See It: How the Brain Science of Attention will Transform the Way We Live, Work, and Learn (Ahora lo ves: Cómo la ciencia cerebral de la atención transformará cómo vivimos, trabajamos y aprendemos): "No hablamos de cualquier libro ni de cualquier persona: lo leí en su día y debo decir que me pareció, y me sigue pareciendo, muy bueno en general. Davidson es una muy competente profesora de Humanidades volcada sobre el mundo digital", empieza diciendo sobre ella el profesor Enguita.

No obstante, el mismo experto apostilla: "Ser una buena investigadora no le da, como habría dicho Patrick D. Moynihan, derecho a tener sus propios hechos". El dato de Davidson, explica Enguita, está sacado de un informe del Departamento de Trabajo de EEUU que no dice lo que ella dice que dice, sino que tan solo habla vagamente de cierta obsolescencia en los trabajos. 

¿Cómo el reputado Foro Económico Mundial y los que han venido después han podido dar por bueno el dato simplemente aludiendo a que era una cifra generalmente extendida? Eso sí que es un misterio.

2. En 2033 la mitad de los trabajos los harán los robots

La cifra no puede ser más inquietante. Leerla con atención remite de inmediato a imágenes sacadas de un buen puñado de películas y novelas de ciencia ficción que presentan un futuro distópico en el que, mientras las máquinas campan a sus anchas, la empobrecida humanidad se ve obligada a aglutinarse en torno a hogueras encendidas en bidones de gasolina para conservar el calor.

Pero que no cunda el pánico: sus autores se han retractado recientemente de aquella afirmación. O, más bien, han matizado las precipitadas conclusiones que los artículos que medios más o menos especializados sacaron de un estudio que en realidad nunca afirmó con rotundidad tal cosa. Desde su publicación en 2013, el artículo se convirtió en una de las referencias más famosas del mundo al ser citado en cerca de 5.000 investigaciones.

El dato fue utilizado además tanto por los acérrimos detractores de la innovación robótica como por sus más convencidos defensores: unos hablaron que había que proteger esa mitad de empleos susceptibles de ser robotizados, mientras que los otros centraron su discurso en la necesidad imperiosa de innovación en el empleo.

Pero la realidad nunca es tan sencilla. Xataka ha ayudado a deshacer el entuerto. Dirigido originalmente a un público académico, explican en este medio, Frey y Osborne, autores del célebre artículo, simplemente detallaron las características de 702 puestos de trabajo distintos y los clasificaron en base a la posibilidad de que fuesen automatizados.

Mediante un sistema de etiquetado introducido por ellos mismos, la conclusión fue que el 47% de los empleos de EEUU corrían en 2013 un riesgo alto de automatización. Pero esto no significa, como han explicado después los autores, que esos puestos vayan a ser automatizados necesariamente ni que la cifra sea extrapolable a otros contextos distintos del estadounidense, como muchos medios se empeñaron en hacer. Esto, explican, dependerá de otros factores como el marco regulatorio o el coste de estos empleos.

3. Los seres humanos solo utilizan el 10% del cerebro

Aunque afortunadamente cada vez son más quienes saben que este mito, que cuenta con su propia entrada en Wikipedia, es un disparate, resulta sorprendente comprobar hasta qué punto se ha defendido sin ningún problema hasta hace no mucho. Esto, sobre todo considerando el lejano origen del bulo, que data de finales del siglo XIX y principios del XX. Sin ir más lejos, Lucy, película protagonizada en 2014 por Scarlett Johansson, partía de esta premisa.

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Aunque el origen de este dato no está muy claro, parece probable que tuvo algo que ver el hallazgo, que data de principios de siglo XX, de que los seres humanos solo tienen funcionando a la vez en un momento determinado el 10% de sus neuronas. Esto no significa, ni muchísimo menos, que solo utilicemos el 10% del cerebro.

De ser así, explican los expertos, la propia evolución tendería a premiar a quienes tuvieran un cerebro más pequeño, algo que sabemos que no está ocurriendo. Por otra parte, si el ser humano solo utilizara el 10% del cerebro, eliminar ciertas zonas en desuso no debería suponer un problema. La realidad es justo la contraria: cada parte del cerebro humano cumple su función, y los científicos no han hallado aún una sola región, por pequeña que sea, cuya ausencia no tenga ninguna consecuencia.

A ello cabe añadir nuevas tecnologías como la resonancia magnética, que ha revelado que, incluso durmiendo, las personas presentan algún nivel de actividad en todas las regiones de su cerebro. Aunque en Hollywood no lo sepan.

4. En Estados Unidos hay casi pleno empleo

En 2016, en plena carrera presidencial, Donald Trump, entonces candidato a ocupar la Casa Blanca, se desmarcó con unas polémicas declaraciones. Mientras Hillary Clinton celebraba unos datos de paro que al final del mandato de Obama estaban por debajo del 5%, quien a la postre terminaría siendo el 45º presidente estadounidense dijo que esa cifra era en realidad muy superior y que rondaba el 29%.

Aunque muchos tomaron aquella cifra como una exageración propia del particular estilo discursivo de Trump, lo cierto es que iba menos desencaminado de lo que muchos pensaban. En efecto, la particular manera que tiene EEUU de medir el paro es tan excluyente que ello les permite arrojar unas cifras con las que por ejemplo en España, instalada en los dobles dígitos en cifras de paro desde el estallido de la crisis de 2010, casi no pueden ni soñar.

Por simplificar, se puede decir que el Departamento de Trabajo de EEUU tiene varias maneras de medir el paro. La más restrictiva solo considera parados a personas que han buscado trabajo de manera activa (es decir, a través de los cauces oficiales) durante el último año. Se quedan fuera, por ejemplo, quienes, cansados de buscar y no encontrar, no figuran como personas en búsqueda activa a pesar de que aceptarían un empleo y quienes solo trabajan de forma parcial porque no han encontrado nada a tiempo completo.

Así, según el portal Statista, en los últimos 20 años el paro en EEUU no ha superado nunca el 10%, ni siquiera en esta actual crisis del coronavirus ni en la crisis del 2010. En 2014, el portal de economía Nada es gratis se animó a calcular el paro español como lo hacen los estadounidenses en su forma más restrictiva: pasamos del 34% al 23%. Se trata de una forma de medir el paro, por cierto, que empleó el propio Trump cuando le tocó mandar: en 2018, no dudó en presumir de un paro inferior al 4%.

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5. Hay 12 constelaciones que se corresponden con los signos del zodiaco, pero la NASA ha añadido uno más

Hace algo más de 5 años, los ávidos lectores de la sección del Horóscopo de revistas y periódicos entraron en crisis. ¿Cómo era posible que, de repente, cambiaran los signos del Zodiaco? ¿Toda una vida justificando el carácter obstinado de sus amigos Tauro no significaba nada? ¿Es que acaso ellos mismos no eran como ellos creían que eran? ¿De verdad había que hacer espacio a un 13º signo? Estamos, tal vez, ante la confusión de las confusiones, uno de los malentendidos más arraigados de la cultura popular, el dato falso por antonomasia: la NASA enmendando la plana a los mismísimos babilonios. Ahí es nada.

La historia de este error arranca hace 3.000 años en las regiones del centro y el sur de Mesopotamia, cerca de la actual Bagdad, capital de Irak. Allí, la civilización babilónica, una de las más importantes de la región, instaura el calendario mesopotámico, una organización del año que tomaba cada inicio del ciclo lunar como el principio de un nuevo mes, lo que arrojaba 12 meses anuales de un modo muy parecido a como lo hacemos hoy.

El problema vino cuando se quiso mezclar ciencia y mito. Mirando el cielo, en Babilonia se toparon con las constelaciones y se dieron cuenta de que, dependiendo del mes en que se encontraban, la disposición de las estrellas cambiaba. Así, asignaron una constelación (y su correspondiente historia) a cada uno de los meses del año. Pero había un problema: no encajaba.

Tal y como explica la propia NASA en una entrada de su blog de Tumblr, para empezar, las propias constelaciones no casan con los periodos que los babilonios (y más tarde los griegos) les asignaron: mientras que la Tierra pasa 45 días mirando a Virgo, con Escorpio lo hace apenas una semana. Y lo que es peor: una 13ª constelación, Ofiuco, se quedó fuera. 

No se trató de un despiste ni de desconocimiento. Los babilonios, que no eran muy buenos astrólogos, pero sí excelentes astrónomos, tenían perfectamente identificada esta constelación, tal y como dejaron reflejado en multitud de documentos antiguos. Simplemente, asignar dos constelaciones a un mismo periodo temporal acababa con todo el sistema.

Hace algo más de un lustro, cuando muchas instituciones aún estaban explorando cómo expresarse en redes sociales como Twitter, la NASA, con más afán divulgativo que ganas de crear polémica sobre algo que ni le va ni le viene, se limitó a constatar este hecho histórico. La consecuencia es que, desde entonces, cada cierto tiempo surgen artículos que avisan de que la NASA ha cambiado las fechas de los signos del zodiaco y que además hay que añadir uno nuevo, Ofiuco.

 El bulo ha obligado incluso a dar explicaciones a la propia institución: "Aquí en la NASA estudiamos astronomía, no astrología. No hemos cambiado ningún signo del zodiaco, solo nos limitamos a echar cuentas".

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