Cómo lidiar con 5 de los tipos de mal jefe más problemáticos

Christiane Drummond,
Jefe malo

Un mal jefe es la principal causa por la que suelen dimitir los trabajadores. No obstante, muchas veces no nos damos cuenta del daño que puede estar causándonos nuestro superior aumentando el peligro de burnout laboral.

Y es que un mal jefe no solo es aquel que chilla a toda la plantilla imponiendo un silencio absoluto cada vez que entra en la sala. Hay otros tipos de mal jefe que pasan más desapercibidos: creen estar haciendo un buen trabajo cuando en realidad ocurre todo lo contrario.

Hoy queremos hablarte de este tipo de líderes problemáticos, y las claves para lidiar con ellos haciendo que tu día a día en la oficina sea más llevadero.

El jefe olvidadizo que siempre da el sí

Te dio el aprobado para seguir adelante con una propuesta o un proyecto y a los pocos días parece haberse olvidado por completo del asunto y, por supuesto, ahora la respuesta es “no”. El problema viene cuando el cambio repentino de opinión no tiene ningún tipo de fundamento, y ocurre más a menudo de lo que te gustaría. 

Para lidiar con este problema lo mejor que puedes hacer es identificar por qué cambia su opinión: ¿hay una tercera persona que influye en su decisión? En caso de que sí asegúrate de que esa persona esté delante cuando toméis decisiones.

Además de esto conviene esperar unos días hasta empezar el proyecto, e incluye ese periodo en el planning; deja que tu jefe le de un par de vueltas y vuelve de nuevo para asegurar que todo sigue en pie. También conviene confirmar lo establecido en un correo.

El jefe que te quiere solo para él 

Nunca te deja trabajar con el resto, pese a que le expliques las ventajas de colaborar con otros departamentos o equipos. Siempre alega que están demasiado ocupados o que obstaculizarán el proyecto.

Puede que no haya mucho que puedas hacer para cambiar la actitud de tu jefe pero si te beneficiará a ti y a la empresa hablar sobre otros proyectos con el resto de empleados siempre en persona y en un ambiente más informal, como la cafetería.

La transparencia es clave para el éxito y puede que te aporten algo útil.

El que no solo rechaza tus ideas, te excluye

Propones una idea que no le gusta; hasta ahí bien. Sin embargo, de repente empieza a excluirte de las reuniones o no prestar atención a tus propuestas. Esta situación es insostenible y posiblemente lo que provoque es que finalmente acabes marchándote de la compañía.

No obstante, antes de que esto ocurra deberías hablar con tu jefe: siéntate y explícale cuidadosamente cómo te sientes y pregúntale cómo podrías mejorar. Después envíale un email repasando lo hablado y las propuestas de tu jefe, afirmando que te alegras de haber aclarado las cosas.

Puede que la actitud continúe pero por lo menos estará advertida con que no estás contento con su actitud y puedes pedirle asesoramiento a RRHH si continúa actuando de esa manera.

El que siempre busca a alguien a quien echarle la culpa

Los resultados han sido peores de lo esperado y tu jefe quiere saber de quién exactamente ha sido la culpa.

Si estás al frente de tu equipo no puedes señalar a un miembro en concreto, en cambio lo mejor que puedes hacer es primero repasar lo que fue bien y mal con el proyecto (haciendo énfasis en lo positivo) y siempre refiriéndote a todo el equipo. Intenta nunca individualizar los errores.

 El que se atribuye todo el mérito

Tú y tu equipo os habéis esforzado al máximo para hacer un proyecto, pero a ojos de los demás lo ha hecho todo tu jefe.

Si tu eres el líder de tu equipo asegúrate de reconocer tu esfuerzo mandándoles un correo; si te sientes con suficiente confianza escribe a tu jefe para comentarle que a tu equipo les habría gustado verse reconocidos públicamente  por lo mucho que se esforzaron. Puede que no sirva de nada pero al menos tus trabajadores se sentirán respaldados por ti.

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