Qué es el certificado energético, para qué sirve y cómo solicitarlo

Una persona firma el informe de un electricista.

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El certificado energético, tal y como apuntan desde el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), "permite asignar a cada edificio, o unidad independiente del mismo, una etiqueta que da información sobre dicho edificio, específicamente sobre su consumo de energía y las emisiones de CO₂, clasificándolo dentro de una escala".

Su inclusión en la normativa española llegó con el Real Decreto 235/2013, de 5 de abril, por el que se aprobó el procedimiento básico para la certificación de la eficiencia energética de los edificios

Entró en vigor el 14 de abril de 2013 y su aplicación fue voluntaria hasta el 1 de junio de 2013. Después, la presentación o puesta a disposición de los compradores o arrendatarios del certificado de eficiencia energética de la totalidad o parte de un edificio, según corresponda, pasó a ser exigible para los contratos de compraventa o arrendamiento, apuntan en el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

Las clases del certificado energético

De vuelta al IDAE, explican que la clasificación del certificado energético variará desde la clase A, para los menos consumidores de energía; a la clase G, para los más consumidores cuando se comparan en el ámbito de consumo, y de la misma forma en cuanto a las emisiones.

Esta calificación, aclaran, "se basa en la evaluación del edificio, independientemente del uso real del mismo, simulando condiciones de funcionamiento homogéneas para todos los casos, de manera que permita identificar y comparar los edificios por su calidad energética y no por el uso de sus ocupantes, consideración indispensable para ayudar en la decisión de compra, alquiler o rehabilitación de un edificio".

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La obtención del certificado, anotan en el Ministerio, otorgará el derecho de utilización, durante el periodo de validez del mismo, de la etiqueta de eficiencia energética. 

Esta se debe incluir en toda oferta, promoción y publicidad dirigida a la venta o arrendamiento del edificio o unidad del mismo. Deberá figurar siempre en la etiqueta, de modo claro e inequívoco, "si se refiere al certificado de eficiencia energética del proyecto o al del edificio terminado", subrayan.

¿Cómo obtener el certificado energético?

El certificado de eficiencia energética, apuntan desde Endesa, "nació para favorecer a aquellos edificios con una alta eficiencia energética, para destacarlos sobre el resto y facilitar que la gente los compre, promocionándose así un mundo más sostenible".

Para obtenerlo, informan, hay que hacer lo siguiente:

  • Buscar un técnico certificador autorizado en tu zona, y pedir una cita para que visite tu vivienda. Durante su visita, subrayan, el técnico realizará un croquis, tomará medidas de las estancias, revisará los materiales de la fachada y cerramientos, e inspeccionará las instalaciones de calefacción y climatización. 
  • Cuando termine, hará un plano e introducirá los datos en un programa informático que le aportará la calificación energética. Con toda esta información, el técnico generará un dosier para que lo conserves. En el mismo se incluirán recomendaciones que te permitirían mejorar la calificación energética.
  • El siguiente paso es registrar el certificado energético, que supone presentarlo ante el organismo competente de tu comunidad autónoma, para que verifique que todo es correcto y lo hagan constar. El registro lo puedes efectuar tú mismo, aunque la mayoría de técnicos certificadores se ofrecen a hacerlo ellos en tu lugar. Una vez registrado y aprobado, la etiqueta energética oficial será expedida.

¿Cuánto cuesta el certificado energético?

También en Endesa se refieren al precio del certificado energético. Afirman que es imposible dar una cifra, ya que cada técnico tiene libertad para fijar sus tarifas y, lógicamente, estas dependen del trabajo que haya que hacer. 

Hay muchos factores, resaltan, ubicación, tipo de inmueble, superficie en metros cuadrados…, que tendrán influencia decisiva sobre el precio que acabes pagando. 

Dicho esto, exponen, "sí que es posible trazar una amplia horquilla orientativa y sin compromiso alguno: para que te hagas una idea, frecuentemente (pero no siempre) en viviendas de menos de 80 metros cuadrados se paga entre 50 y 250 euros. Para viviendas más grandes, el precio va incrementándose progresivamente, situándonos entre los 100 y los 300 euros para viviendas de 80 y 150 metros cuadrados. Y así sucesivamente".

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