Trabajo a distancia en un velero: viajo por el mundo, me baño en el mar y hago snorkel siempre que quiero

Este artículo se basa en una conversación con Theresa Feulner, que trabaja a distancia como psicóloga mientras viaja por el mundo en un velero. Se ha editado por cuestiones de extensión y claridad.

Crecí en una pequeña ciudad de Alemania y recuerdo que ya de niña sentía mucha curiosidad por el mundo. Siempre me interesó querer aprender nuevos idiomas y conocer gente de diferentes lugares. Sabía que algún día quería viajar a todos los lugares que pudiera. 

Tuve mi primer contacto con los viajes en 2016, cuando hice un programa de intercambio

Fui a Granada, España. Desde entonces, prácticamente no he dejado de viajar y estudiar en el extranjero. Pasé un año y medio en España, medio año en México y luego en Colombia, y medio año en Italia. 

Después de estas experiencias, me di cuenta de que quería seguir explorando nuevos lugares. Es una gran sensación llegar a un lugar nuevo y, con el tiempo, conocer realmente ese lugar, la gente y su forma de pensar y vivir. 

Cuando conocí a mi pareja Jan Athenstädt en Barcelona en 2021, ya llevaba 2 años viviendo en un velero. Estaba claro que ese era su estilo de vida y que quería seguir viajando en su barco.

Cuando empezamos a salir, salimos del puerto de Barcelona y navegamos hacia Francia y Cerdeña. Nuestro primer viaje juntos duró alrededor de un mes y medio. A mí me gustaba bastante y me parecía precioso poder tirarme al agua y hacer snorkel siempre que quisiera. 

Después, decidí vivir en el velero de 9,7 metros de eslora con mi pareja.

Renuncié a mi apartamento, guardé mi ropa y mis pertenencias, y preparé 2 mochilas con mis cosas. 

La verdad es que se renuncia a muchas cosas cuando se vive en un velero. No tenemos agua caliente para ducharnos, no hay una tienda de alimentación a la vuelta de la esquina y no puedes ir andando por la calle para quedar con los amigos. Sin embargo, pronto me di cuenta de que no se necesitan muchas cosas materiales para ser realmente feliz.

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Lo que más me preocupaba antes de decidirme a vivir a tiempo completo en el velero era la posibilidad de marearme. Nunca había tenido problemas de mareo, y ahora sólo me ocurre en raras ocasiones. Lo afronto manteniendo la calma y bajando del barco si estamos anclados. 

Lo que más miedo me ha dado en el velero hasta ahora ha sido una fuerte tormenta eléctrica cuando estábamos anclados en la parte norte de Cerdeña de madrugada. No era probable que los rayos nos alcanzaran, pero daba miedo porque no podíamos escondernos de ellos. 

Fue la primera vez que sentí esa sensación de estar muy solo con la naturaleza. Mi compañero, que tiene más experiencia en la vida de la navegación, me aseguró que no estábamos en peligro. Aun así, me sentí muy asustada. 

Aunque vivo en este velero, sigo trabajando a tiempo parcial

Trabajo unas 20 horas a la semana como psicóloga especializada en citas y relaciones. Tenemos una tarjeta SIM que nos proporciona WiFi en el barco, y suelo trabajar dentro en la mesa. De vez en cuando, también trabajo fuera en la cubierta con el ordenador sobre las piernas, porque allí no tenemos mesa.

Cuando anclamos el barco cerca de una nueva ciudad o pueblo que no sea demasiado rural, podemos ir a tierra y trabajar dentro de las cafeterías. Como hago llamadas confidenciales con mis clientes, programo esas reuniones en los días en que tengo intimidad en el barco mientras mi pareja trabaja en tierra.  

Dependiendo de lo ocupada que esté, trabajaré todo el día o medio día, y pasaré el resto del tiempo explorando una ciudad, haciendo senderismo, buceando o relajándome en el barco.

A pesar de que trabajo a distancia, tengo una lista de clientes y constantemente me encuentran nuevos clientes. He compartido mi información en plataformas donde la gente puede buscar psicólogos especializados en las áreas en las que necesitan ayuda. Los nuevos clientes me encuentran en esas plataformas, a través de búsquedas en Google o directamente en mi web. 

Siempre he sido abierta y honesta con mis clientes acerca de vivir en un velero

A todos les ha parecido bien. Creo que es porque muchos de los clientes con los que trabajo también viajan mucho o son expatriados que viven en otro lugar. Creo que están acostumbrados a este estilo de vida viajero y a la mayoría no les sorprende mi situación vital. 

Vivir en un velero tiene pequeñas peculiaridades a las que lleva tiempo adaptarse. Por ejemplo, a la hora de ducharnos, solemos saltar al mar para limpiarnos. También tenemos una pequeña ducha de camping que utilizamos un par de veces a la semana, ya que no tenemos agua caliente ni filtrada. 

La otra gran adaptación fue dormir en una cabaña en la que parece que te mueves constantemente, pero es algo a lo que me acostumbré rápidamente y ahora el ligero movimiento me hace sentir tranquila. 

Este estilo de vida me da una flexibilidad que antes no tenía

Ahora puedo trabajar y a la vez viajar a nuevos lugares sin tener que preocuparme de encontrar transporte o alojamiento. Otra gran ventaja de vivir en un barco es que es muy sostenible. La mayor parte del tiempo, sólo utilizamos el viento para impulsarnos y sólo usamos el motor cuando no hay viento o cuando queremos acercarnos a un puerto.

Antes de vivir en el velero, gastaba unos 1.100 euros al mes en gastos de manutención entre mi apartamento y las compras diarias. Ahora mis gastos rondan los 500 euros, ya que lo único que tengo que pagar son los restaurantes, los cafés, la comida y, ocasionalmente, los puertos o las boyas.

Aunque no pensamos vivir siempre en un velero, esperamos conseguir un barco más grande con más espacio y salir en primavera hasta finales de otoño. Luego volveremos a tierra para la temporada de invierno, quizás encontrando un lugar en Asia o incluso en las Islas Canarias como base.