El control de armas de Japón podría evitar tiroteos como el de Florida

Un ciudadano japonés muestra una escopeta para explicar el control de armas.
Un ciudadano japonés muestra una escopeta para explicar el control de armas.
  • Japón es un país con más de 127 millones de habitantes, pero rara vez se producen más de 10 muertes por arma de fuego al año.
  • La cultura es una de las razones que lo explica, pero su política de control de armas tiene también mucho que ver.
  • Japón exige pasar una larga lista de pruebas y controles antes de poder tener acceso y comprar un grupo muy reducido de armas.

El debate sobre el control de armas surge cada vez que algún tiroteo capta la atención pública en Estados Unidos. El pasado miércoles 14 de febrero, Día de San Valentín, un sospechoso de 19 años abrió supuestamente fuego contra varias decenas de sus antiguos compañeros de clase en un instituto de Parkland, en el estado de Florida (Estados Unidos). El ataque se saldó con 17 personas muertas.

Entonces sale a la luz una de las grandes preguntas de cada tiroteo: ¿Cómo puede Estados Unidos evitar que esto suceda una y otra vez?

Si bien la situación de EE. UU. en lo referente a las armas no tiene ningún reflejo en cualquier otro país, algunos países sí que han tomado medidas concretas para lograr un control de armas efectivo. Japón, un país de 127 millones de personas y con un número de muertos al año por armas de fuego que rara vez supera las 10 personas, es uno de esos países.

"Desde que las armas de fuego llegaron al país, Japón siempre ha tenido leyes estrictas respecto a su uso y posesión", explica a la BBC el director del grupo a favor del control de armas Action Armed Violence, Iain Overton. "Son el primer país que impone sus propias normas sobre el control de armas en el mundo y creo que han sentado un precedente al mostrar que las armas realmente no tienen su lugar entre la sociedad civil".

Japón, norma sobre norma para controlar las armas

El éxito de Japón a la hora reducir las muertes por armas de fuego está íntimamente relacionado con su historia. Después de la Segunda Guerra Mundial, el pacifismo se consolidó como una de las filosofías dominantes en el país. La policía no empezó a llevar armas de fuego hasta 1946, cuando las fabricaron los soldados estadounidenses por razones de seguridad. Una ley, escrita en 1958, dictamina que "nadie poseerá un arma de fuego o armas de fuego o una espada o espadas".

Los diferentes gobiernos de Japón han flexibilizado la aplicación de la ley desde entonces, pero el mero hecho de que Japón promulgara ya el control de armas desde la prohibición es importante. (También es uno de los principales factores que diferencia al país de Estados Unidos, donde la Segunda Enmienda de la Constitución garantiza la posesión privada de armas).

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Si un ciudadano japonés quiere hacerse con un arma de forma legal, debe asistir a una formación de un día completo, superar un examen escrito y lograr al menos un 95% de precisión durante unas pruebas en un campo de tiro. Luego tiene que superar también un examen mental en un hospital y la comprobación de sus antecedentes por el Gobierno además de entrevistas a amigos y familiares. Por otro lado, el inventario de armas disponibles se reduce a escopetas y rifles de aire comprimido —nada de armas cortas—; los ciudadanos deben volver a superar las pruebas cada tres años.

Incluso los antidisturbios en Japón no suelen recurrir al uso de armas y favorecer otros medios como las porras.
Incluso los antidisturbios en Japón no suelen recurrir al uso de armas y favorecer otros medios como las porras.

Japón también ha asumido la idea de que menos armas en circulación significan también menos muertes. Cada prefectura japonesa —las jurisdicciones territoriales en que está dividido Japón y que cuentan con entre medio millón de personas y 12 millones en Tokio— puede contener un máximo de tres armerías, los cargadores nuevos solo se pueden comprar si se entregan los vacíos y cuando el propietario de algún arma muere, sus parientes deben entregar las armas que tuviera.

El papel de la confianza no se debe exagerar

El resultado es una situación en la que tanto ciudadanos como policías rara vez tienen o usan armas de fuego.

La policía, por ejemplo, no tiene permitido llevar armas de fuego cuando está fuera de servicio y la mayoría de las situaciones con sospechosos implican alguna combinación de artes marciales y armas contundentes como las porras. Cuando algún japonés muere de forma violenta, suele ser por apuñalamiento, no por disparos de arma de fuego. En julio de 2016, un joven asesinó 19 personas en un centro de personas discapacitadas. Sin embargo, el país ha visto pocas veces tantas muertes por arma de fuego en un año entero.

El control de las armas de Japón, combinado con el respeto que se tiene por la autoridad, ha desembocado en una relación más armoniosa entre la población civil y la policía que en Estados Unidos. ¿Qué fue antes entonces, el huevo o la gallina? La policía, al optar por utilizar fuerza no letal contra las personas, infunde menos miedo entre la población a recibir un disparo. La gente, por tanto, se supone que también siente menos necesidad de armarse.

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Estados Unidos, sin embargo, cuenta con una policía claramente militarizada equipada con armas automáticas y coches blindados. Los ciudadanos también confían menos los unos en los otros (y la ciudadanía en las instituciones). Todos estos factores se combinan entre sí y generan una cultura del miedo que parece estar siempre presente.

Un enfoque como el de Japón tendría difícil encaje en una cultura tan favorable a las armas como la estadounidense, pero sí que puede suponer un primer paso para frenar la violencia sin sentido que se ha convertido en una de las señas por excelencia de Estados Unidos.

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