Así es la dura realidad de un restaurante para sobrevivir a la crisis y acceder a las ayudas del Gobierno por los efectos del coronavirus: "El crédito ICO no llega, algunos bancos están poniendo muchas pegas"

Mesas y sillas de un restaurante apiladas ante el confinamiento por la crisis del coronavirus
  • Las medidas de confinamiento decretadas por el Gobierno para frenar la propagación del coronavirus han tenido un impacto directo en el pequeño negocio, muy especialmente en bares, restaurantes y otros negocios de hostelería, que se han visto forzados a cerrar de forma repentina y con carácter indefinido, lo que para la mayoría supone una situación dramática.
  • Algunas de las ayudas que el Gobierno ha puesto en marcha están precisamente orientadas a ayudar a estos negocios a superar este periodo de cierre para poder retomar su actividad en las mejores condiciones una vez se supere la crisis. El impacto en el sector puede costar más de 55.000 millones y 350.000 puestos de trabajo.
  • Business Insider España ha contactado con el dueño de un restaurante de Madrid para que cuente cómo es su situación y los problemas que está encontrando a la hora de acceder a esas bonificaciones.
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Jacaranda es un restaurante-cafetería situado en la calle O'Donnell de Madrid, junto a un gran hotel y cerca del Hospital Gregorio Marañón, que como tantos otros está desbordado ante la avalancha de pacientes infectados por coronavirus. En España hay 314.000 establecimientos hosteleros (de los cuales más de 260.000 son bares y restaurantes), con una previsión de facturación en 2020 cercana a los 140.000 millones de euros, lo que supone el 6,2% del PIB, que es entre dos y tres veces superior a lo que supone en otros países. Todos ellos, salvo los pocos que hayan podido adaptar su logística para servir comida a domicilio, se han visto obligados a cerrar de la noche a la mañana y de manera indefinida. Y, según las primeras hipótesis que baraja el Gobierno sobre la vuelta a la normalidad, puede que sean los últimos en abrir. Y, cuando lo hagan, quizá sea con ciertas limitaciones si se establecen normas de distanciamiento social.

Según un informe publicado por las consultoras Bain & Company y EY, si el cierre de estos establecimientos se mantiene durante el mes de mayo, un escenario bastante probable, provocará una caída anual del 40% de la facturación total del sector de la hostelería y una pérdida de empleos superior a los 350.000. Si la apertura se produce a principios de mayo, se podrían salvar hasta 40.000 puestos de trabajo y 10.000 millones de euros, según estas consultoras.

Javier Hidalgo es el dueño de este restaurante, que gestiona con su hermano y en el que emplea a 8 personas. Como la inmensa mayoría de los locales de restauración se ha encontrado de repente afrontando una crisis de consecuencias incalculables. Casi todos estos negocios son familiares o de pequeños empresarios, pues el 70% corresponde a autónomos y empresas con menos de 3 empleados, con una cuenta de resultados muy ajustada -la media del margen de beneficio es del 6% frente al 13% de la media de todos los sectores nacionales- que fluctúa dependiendo de variables tan volubles como la marcha de la economía, el buen tiempo, la celebración de eventos (si tienen recintos cerca) y otros menos aleatorios como las interminables jornadas de trabajo y grandes dosis de creatividad.

Fachada de Jacaranda, en la calle O'Donnell de Madrid.
Fachada de Jacaranda, en la calle O'Donnell de Madrid.

Un cierre repentino e indefinido, con unas perspectivas de una recuperación mucho más lenta de la que les gustaría, les coloca en una situación dramática. Las ayudas del Gobierno son fundamentales para la mayoría de estos negocios, que de otro modo se verían obligados a echar el cierre definitivo, puesto que les sería imposible afrontar sus costes fijos (alquiler, proveedores, seguros, impuestos, líneas de crédito) con unos ingresos iguales a 0, dado que que cuentan con muy poca liquidez: el 50% de los negocios podría aguantar alrededor de un mes de gatos operativos fijos sin recurrir al financiación. Pero el acceso a estas ayudas no siempre es fácil o hay otras que finalmente no han salido adelante, como en el caso de la reducción o exención del pago del alquiler.

Esta es la cronología del tremendo reto al que se ha enfrentado este pequeño empresario desde el comienzo de la crisis, que podría ser similar al de decenas de miles de locales de restauración en España.

Dos semanas antes de la declaración del estado de alarma

Javier Hidalgo, dueño del restaurante Jacaranda.
Javier Hidalgo, dueño del restaurante Jacaranda.

"Durante las semanas anteriores a la declaración del estado de alarma ya empezamos a ver que la gente dejaba de venir a desayunar y a comer", explica Javier. "Habitualmente servimos de 300 a 400 desayunos y más de 100 comidas, y esas cifras fueron descendiendo progresivamente hasta caer al 50% el jueves día 12 de marzo (la declaración del estado de alarma fue el viernes 13). Eso ya hizo mella en nuestras previsiones del mes, claro, pero en ese momento aún no podíamos imaginar la que se nos venía encima", confiesa.

El viernes 13 decidieron cerrar definitivamente, aunque el estado de alarma no empezaba oficialmente hasta el día siguiente. Y, a partir de ahí, empieza la gestión de la crisis. "Lo primero es tratar de salvar todo el producto que se pueda, usando las cámaras de congelación, pero hay muchas cosas que directamente hay que tirar. Todos los barriles de cerveza que tenía abiertos, por ejemplo, se han perdido. En el mejor de los casos, calculamos que las pérdidas podrían rondar los 6.000 euros, en el peor, los 12.000. No lo sabremos hasta que pasen todos estos meses".

Además, marzo aún no había concluido y, aunque los ingresos se detienen de inmediato —si no entra gente a consumir, no entra dinero—, los gastos siguen llegando. "El alquiler del local, que supone el segundo mayor coste tras el de las nóminas de los empleados, lo pago el 1 de cada mes. Y durante todas las semanas me llegan facturas de proveedores de pedidos realizados en febrero, que desde luego tengo que pagar aunque mi negocio esté cerrado".

Por si fuera poco, hay que sumar otros costes que siguen llegando, como el seguro del local, el de responsabilidad civil, la luz, el agua, la calefacción o todos los servicios bancarios. Dos semanas de cierre, las de marzo, ya supondrían un importante recorte en las cifras anuales. "Pensar en que esto va a durar meses es la peor pesadilla", afirma.

Primeras ayudas: ERTE y la moratoria de las cuotas de autónomos

Como es lógico, lo primero que abordó Javier una vez que su local estaba cerrado fue la situación de los empleados. "A mí no me queda más opción que acogerme a un Expediente de Regulación de Empleo (ERTE); yo no soy una gran empresa y, si no tengo ingresos, no puedo pagar a mis empleados". En ese sentido, asegura que todo fue muy rápido: "En la gestión del ERTE no hubo ningún problema, todos mis empleados se fueron para casa con las ayudas que proporciona el Gobierno, lo cual fue una buena noticia porque nosotros no podemos asumir el pago de las nóminas sin ingresos".

Hasta ahora se han cursado 450.000 ERTE con 3,1 millones de empleos afectados, aunque en los últimos días el Ministerio de Trabajo ha endurecido las medidas ante el abuso de algunas empresas y ha descartado los presentados por compañías como Financiera El Corte Inglés u Óptica 200, y está revisando especialmente los solicitados por "call centers" como Atento o Konecta, en manos de fondos de capital riesgo.

Leer más: 20 claves para entender cómo funcionan los ERTE durante la pandemia de coronavirus

Pero otra cosa bien distinta fue el pago de las cuotas de los autónomos. Tras muchos debates, el Gobierno aprobó una moratoria en el pago de la cuota de la Seguridad Social de los trabajadores por cuenta propia, siempre que hayan cesado su actividad o se haya reducido en un 75%, a partir de mayo, y no de abril como se dijo en un principio. Y, si se les ha concedido un prestación por cese de actividad (lo que se conoce como paro de los autónomos), sí tendría carácter retroactivo desde el 14 de marzo, pero solo se devolvería parte de esa cuota y a 360.000 autónomos, que es poco más del 11% del total. El resto solo podrá aplazarlo, con un interés del 0,5%. "Nosotros ya pagamos la cuota de marzo y seguramente optemos por una moratoria que nos alivie estos meses, pero tenemos que asumir que es solo un aplazamiento, no es ninguna ayuda, con lo que tendremos que pagarlo cuando nos digan. Es la pescadilla que se muerde la cola, ahora nos alivia, pero al final voy a tener que pagar todo esto más tarde sin saber cómo voy a estar cuando vuelva a abrir".

Y lo mismo sucede con los impuestos. Las retenciones de IRPF o el IVA han sido motivo de debate, desde algunos ámbitos se pidió directamente su eliminación durante la crisis, pero finalmente solo es posible acceder a una moratoria, lo que engordará aún más la deuda de los restaurantes y bares en una fase de recuperación que promete ser lenta.

Mientras, las ayudas de otras administraciones a los autónomos, como es el caso de las que ha puesto en marcha la Comunidad de Madrid, se han agotado casi de inmediato: la demanda es inmensa y, la oferta, muy reducida.

El retraso de los créditos ICO y los problemas con algunos bancos

En esta situación límite, el acceso a un crédito a un interés bajo y con el aval del Estado, que permita afrontar los costes mientras el negocio permanece cerrado, o incluso una vez que esté abierto, es casi obligado. Ahí es donde entran los créditos del Instituto de Crédito Oficial (ICO), unos créditos concedidos por los bancos a muy bajo interés, normalmente al 1,5%, y avalados al 80% por el Estado, y en los que hay una moratoria de 12 meses en los que solo se pagan los intereses.

Pero la realidad, una vez más, no es tan sencilla. Para empezar, estos intereses no siempre se mantienen al 1,5%, pues hay bancos que están subiendo esa cifra o incluyendo créditos añadidos con intereses mayores,como informa El Confidencial. Y Javier confirma estos inconvenientes: "Para nosotros, los créditos ICO son cruciales. Por eso solicitamos uno casi desde el primer día. Pero hoy aún no lo tenemos. Lo que nos dicen es que se están retrasando porque algunas entidades están exigiendo que se incluyan créditos anteriores dentro de la línea ICO. Es decir, si yo tengo un crédito ya pedido por 10.000 euros y ahora solicito un crédito ICO, el banco quiere sumar los dos para garantizarse el 80% del aval del Gobierno. Eso no es legal y el Banco de España está interviniendo". Y la cosa no queda ahí: "Otros bancos están exigiendo un seguro de unos 400 euros al año, algo que tampoco es legal en los créditos ICO. O, peor, te obligan a contratar algún otro producto suyo para concederte el crédito. El caso es que, mientras todo este lío se resuelve, los créditos no llegan y cada día que pasa es un día de pagos sin ingresos".

El Banco de España ya ha confirmado que revisará el cumplimiento de las normativas y las buenas prácticas bancarias en la comercialización de los avales del ICO. Desde la banca, mientras, se solicita que se amplíe la línea de avales de 100.000 millones (el primer tramo de 20.000 millones ya está cubierto y se repartió al 50% entre grandes empresas y pymes/autónomos), que se agilicen los trámites y que el aval del Estado llegue en algunos casos hasta el 100%, como sucede en Alemania, para protegerse de posibles impagos. Hay 86 bancos habilitados para tramitar estos préstamos. Banco Santander, BBVA, Caixabank, Sabadell y Bankia acaparan el 70% de estos avales.

La vicepresidenta Nadia Calviño reveló esta semana que el ICO ya había recibido 31.000 solicitudes de avales y se habían concedido 3.500 millones de euros. Este mismo viernes se aprueba una segunda línea de créiditos por valor de 20.000 millones.

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El pago del alquiler queda a expensas de la generosidad del arrendador

Desde el inicio de la crisis, este ha sido uno de los asuntos que mayor debate ha suscitado, llegando incluso a plantearse la exención del pago cuando se tratara de grandes empresas de arrendamiento. Finalmente, nada de esto salió adelante y se dejó en manos del consenso entre arrendador y arrendatario.

"Para nosotros, el alquiler es un coste muy grande, el más importante tras el de los empleados. Desde que cerramos, tratamos de negociar la renta a la espera de las medidas del Gobierno. Finalmente, como nos temíamos, no se puede hacer nada. La compañía que nos alquila el local se dedica exclusivamente a eso; si deja de cobrar el alquiler a todos los arrendatarios se meten ellos en un problema. Trataremos de llegar a un acuerdo que, al menos, nos permita rebajar la cuota en estos meses que el negocio está cerrado", asume. "Porque, al final, si todos sus clientes se ahogan y cierran sus negocios ¿qué ingresos van a tener ellos cuando esto acabe? Esto al final es una bola de nieve que nos acaba afectando a todos. El que piense que se va a librar, está muy equivocado. Por eso nos tenemos que ayudar entre todos".

Un futuro incierto

Una fotografía del restaurante Jacaranda con las mesas vacías.
Una fotografía del restaurante Jacaranda con las mesas vacías.

Asumiendo que la crisis no se alargue demasiado, y que pueda abrir cuanto antes —"estar abiertos en verano sería fantástico"—, la realidad que puede encontrarse le inquieta: "Ya estamos hablando con empresas de desinfección y con otras que coloquen aparatos de ozono que nos permitan tener el local libre de virus en la medida de lo posible". Otra cuestión serían las medidas de distanciamiento: "Para las comidas nos podríamos apañar porque el local es grande y puedo dejar cierta separación entre las mesas, pero en los desayunos es mucho más complicado. Y establecer turnos cuando los clientes tienen sus horarios no parece viable".

Además, cuestiona algunos elementos de su modelo de negocio: "Si yo tengo un local con capacidad para 160 personas y solo puedo tener 40 como máximo, no puedo permitirme tener los mismos empleados. Pero aún así seguiría pagando el mismo alquiler y los mismos impuestos", aclara. "Además, hay que ver qué efecto causa todo esto en la gente y en el turismo: si van a salir a desayunar y a comer como antes o si vamos a tener el mismo número de visitantes que en años anteriores".

Es decir, a todo el endeudamiento que supondría el cierre temporal hay que sumar un escenario en el que no se atisba una situación de recuperación acelerada.Y, como se señala en el informe de Bain & Company y EY, el impacto en el sector afectaría de forma directa a otros sectores como los de fabricantes de bebidas, alimentación o empresas de distribución y logística que también cuentan con decenas de miles de puestos de trabajo. Y un aumento exponencial del desempleo es una lacra para toda la economía. Como explica el dueño de este restaurante, el efecto "bola de nieve" nos acabará afectando a todos.

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