11 cosas de la pandemia del COVID-19 que ya han quedado obsoletas

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Una familia pasando el confinamiento

11 de marzo de 2020: la Organización Mundial de la Salud caracteriza al COVID-19 como una pandemia. Desde entonces, aunque el virus ya circulaba antes, la vida de las personas en el mundo empezó a cambiar de forma drástica.

Comenzaron a imponerse medidas y restricciones, aparecieron otras herramientas y objetos, se adquirieron nuevas costumbres (no salir de casa sin las llaves... ni la mascarilla), se implementaron más precauciones, se acudió a recibir una vacuna —y luego otra, y otra...— y, en definitiva, el día a día de la gente no volvió a ser el mismo.

Con el paso del tiempo (se acaban de cumplir 2 años y medio de pandemia), el aprendizaje sobre el virus, la eficacia de las medidas implementadas y los cambios experimentados por el coronavirus (hasta ómicron y sus sublinajes), la situación epidemiológica ha ido mejorando —con olas de covid entre medias— hasta unos datos actuales de baja incidencia acumulada y sin tensiones en el sistema sanitario.

Durante el camino, han aparecido novedades, como más y diferentes vacunas (España ya va a administrar a finales de septiembre una cuarta vacuna contra el COVID-19, adaptada a ómicron, primero en mayores de 80 años y en personas mayores en residencias) o antivirales, entre otras.

Además, aún se mantienen en vigor normas y hábitos como el uso de la mascarilla en ciertos casos, la limitación de las visitas para los recién nacidos en algunos hospitales, la vacunación, el límite de tiempo para comer en los restaurantes o el código QR en las mesas de estos para ver el menú (aunque también se está volviendo a las cartas físicas).

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Por el contrario, otras se han ido quitando, la mayoría, ante esa mejora de las cifras y la mayor inmunidad que presenta la población (híbrida: por vacunas e infecciones previas). Así, muchas medidas y costumbres que durante la pandemia han sido obligatorias o muy recomendables y habituales ya han quedado atrás, en el pasado. Obsoletas: "anticuadas o inadecuadas a las circunstancias o necesidades actuales".

Estas son algunas de esas cosas que han estado presentes e incluso han sido protagonistas durante la pandemia del COVID-19 pero que ahora han quedado obsoletas:

1. El confinamiento y las cuarentenas

Confinamiento en España

El 14 de marzo de 2020 el Gobierno decretó el estado de alarma: se impuso en España un confinamiento que solo permitía "desplazamientos de primera necesidad" y que fue prorrogándose hasta junio.

Difícilmente se contempla esa posibilidad ahora, con una situación muy diferente a la de entonces y olas de coronavirus que han impactado con menos virulencia que las primeras.

De hecho, con la nueva estrategia de vigilancia del covid, muchas cosas han quedado obsoletas y ya no hay ni siquiera obligación de cuarentenas: ese periodo en el que debías aislarte en casa si el test covid marcaba positivo.

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2. Los test de antígenos casi diarios y las PCR

Test COVID-19 realizado por médico

Angela Ponce/Reuters

En plena oleada de coronavirus, cuando un positivo significaba hacer cuarentena, se vivió el auge de los test de antígenos —y, en menor medida, de las pruebas PCR— para detectar el COVID-19, con una limitación de su precio incluida.

A partir de la nueva estrategia, sin embargo, estas pruebas dejaron de ser obligatorias, dando lugar a una situación contraria: personas que están infectadas con el coronavirus (conscientemente o no) y que salen a la calle (a veces incluso sin mascarilla) a pesar de ello, con la consecuente posibilidad de contagiar a otros.

"Quizá teníamos la esperanza de que se hubiera introducido en la cultura sanitaria el hecho de que, cuando alguien tiene una sintomatología respiratoria, utilizase la mascarilla de una forma muy activa o nos quedásemos en casa para evitar el contagio", empieza planteando Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia.

"Pero vemos que no, que la relajación es completa" y que "no ha calado" el "criterio de solidaridad" en la mayoría de la gente, lamenta en una entrevista a Business Insider España.

3. Las mascarillas (en casi todos los casos)

Una mujer sin mascarilla habla con otra con mascarilla: COVID-19

Jon Nazca/Reuters

Hace tiempo que ya no eran obligatorias en los espacios exteriores, y desde abril de este año las mascarillas no lo son tampoco en la mayoría de los interiores, justificado desde el Ejecutivo por un "contexto epidemiológico favorable". 

Con esto, se ha dicho adiós a situaciones tan variadas como llevar el cubrebocas en el cine, el teatro, la discoteca, el estadio o jugando al fútbol.

Como excepciones, 'sobrevive' en los medios de transporte (aunque no en los andenes ni en las estaciones de viajeros), en los centros, servicios y establecimientos sanitarios (como hospitales o farmacias) y en las residencias de mayores (para los trabajadores y visitantes en zonas compartidas).

4. La distancia de seguridad

Círculos para mantener la distancia social en un parque de Brooklyn, en la ciudad de Nueva York (Estados Unidos).
Círculos para mantener la distancia social en un parque de Brooklyn, en la ciudad de Nueva York (Estados Unidos).

Las mascarillas, las vacunas y la distancia de seguridad son 3 medidas que se han considerado imprescindibles durante buena parte de la pandemia, pero que luego han ido evolucionando en su funcionamiento.

En los primeros meses, debido al riesgo de infección por la expulsión de partículas del coronavirus por la boca o la nariz, se resaltó la importancia de mantener una distancia de al menos 2 metros entre una persona y otra.

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El virus ha seguido contagiando de la misma manera, perola distancia sanitaria ha perdido protagonismo: se ha eliminado de espacios como el cine, de entre las mesas de los restaurantes y bares y de los colegios: recientemente se ha publicado la actualización de las medidas de prevención, higiene y promoción de la salud frente al COVID-19 para centros educativos para el curso 2022/23.

Esta aumenta la posibilidad de interacción "en cualquier situación y espacio físico" y elimina la distancia interpersonal en comedores y actividades.

5. La 'obsesión' con la limpieza de las superficies

El coste de enfocarse en desinfectar las superficies para proteger contra el COVID-19. ¿Es realmente necesario?

Cagla Gurdogan/Reuters

Durante los primeros meses de la pandemia, se sucedieron los datos de tiempo de permanencia del coronavirus en cada tipo de material, los consejos para desinfectar a fondo la casa y las advertencias para no entrar en contacto con una superficie y luego llevarse la mano a la nariz, boca u ojos. 

Más tarde, se rebajó la alerta: en realidad, el riesgo de infección por tocar una superficie contaminada por coronavirus es bajo, de "menos de 1 entre 10.000 posibilidades de causar una infección", apuntaron los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU).

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Además, algunos expertos sugirieron que obsesionarse con ello podía ser contraproducente, ya que podría dar una falsa sensación de protección o seguridad.

Ahora apenas se escucha hablar sobre la desinfección y limpieza de superficies contra el COVID-19, y la actualización de las medidas para centros educativos en España recoge que "se elimina la necesidad de intensificar la limpieza, pasándose a realizar esta en los términos habituales para el ámbito educativo".

6. Los geles, las pegatinas, las alfombras desinfectantes y otras técnicas

Un viajero con guantes protectores se para en medio de las marcas de distanciamiento social en el piso de la estación de trenes de Atocha.
Un viajero con guantes protectores se para en medio de las marcas de distanciamiento social en el piso de la estación de trenes de Atocha.

En 2020, los centros comerciales y las tiendas desplegaron todo un arsenal para tratar de frenar la propagación del COVID-19 en estos entornos, que aglutinan masas de gente a menudo poco separadas y en interiores.

Así, se pusieron geles hidroalcohólicos a las puertas de los comercios (también se podían ver en formato pequeño colgados de los bolsos), se distribuyeron pegatinas para marcar el sentido de la circulación por los pasillos o dónde pararse para mantener la distancia recomendada, se desplegaron alfombras para desinfectar los zapatos (también en las casas y en entradas a edificios) y se acudió a otras técnicas, como la esterilización con radiación ultravioleta o las bolsas de plástico para probarse calzado.

 

De todas ellas, el gel es quien más vigente se mantiene, pero ya no se encuentra allá a donde vayas.

7. La aplicación Radar COVID

Radar COVID-19

BI España

¿Te acuerdas de la app Radar COVID? Quizá ya te habías olvidado de ella y probablemente nunca la hayas descargado, por lo que no hay mejor prueba de que es una de esas cosas que han quedado obsoletas tras lo peor de la pandemia.

De hecho, Radar COVID fue una iniciativa que (casi) nació muerta: estaba pensada como un instrumento de rastreo de contactos estrechos de personas infectadas con el coronavirus, de uso voluntario, pero se enfrentó a demasiados obstáculos.

Entre otros, no era tan fácil de configurar para los usuarios menos expertos en tecnología, los usuarios lamentaban la falta de información y concreción sobre su efectividad y solo notificó un pequeño porcentaje de los casos confirmados por su baja penetración en la sociedad.

8. Las limitaciones con la comida

Buffet de un hotel.

Atrás quedaron también los tiempos en los que no podías introducir comida y bebida en los cines por el COVID-19, en los que los buffets estaban prohibidos para evitar la aglomeración de personas y cuando tenías miedo de compartir unas raciones con los amigos, la pareja o la familia.

Son cosas que seguramente llegaste a echar de menos, pero que ya están de vuelta. 

9. Los aforos

Público que guarda la distancia de seguridad durante un partido en Brighton, Gran Bretaña.

REUTERS/John Sibley

La (re)ocupación de los espacios fue un proceso gradual en el que los lugares pasaron de estar completamente vacíos (con el confinamiento) a ir aumentando su aforo con limitaciones del 50%, 75%... hasta volver a la normalidad actual.

Han sido ejemplos claros de esta evolución los cines, los teatros, los eventos deportivos o los conciertos, entre otros. Especialmente doloroso fue no poder reunir a toda la familia y los amigos para despedir a un ser querido en el tanatorio.

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10. Saludar con el codo

3 personas con mascarilla se saludan con el codo en el trabajo

Getty Images

El impacto de la pandemia del COVID-19 se ha notado en los grandes aspectos (la economía, la sociedad, la política, el mundo laboral, la salud mental...), pero también en los pequeños detalles de la vida diaria.

Entre estos últimos se encuentran los saludos: en una transición 'capicúa', se ha pasado de los besos y abrazos a saludarse con el codo o el puño para terminar volviendo ahora a la normalidad anterior.  

11. El funcionamiento tradicional del mundo

consulta médica online, por videollamada

Getty Images

La lista de cosas que la pandemia ha dejado obsoletas podría seguir y casi no tener fin, ya que ha dado la vuelta a las vidas de millones de personas.

Pero, en resumidas cuentas, el coronavirus ha transformado el mundo entero y la manera en la que funcionaban y se entendían muchas cosas: desde la manera de pensar hasta los procesos y herramientas empleados, pasando por un cambio en las prioridades personales.

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Son solo algunos ejemplos de ellos la mayor atención a la salud mental, el protagonismo de las nuevas tecnologías (como las consultas médicas online) y la aparición con fuerza del teletrabajo.

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