El origen de las infecciones: el gran interrogante que limita la capacidad de hacer frente a los rebrotes del COVID-19

La variante Delta de la COVID-19 pone en jaque los protocolos actuales de rastreo de potenciales positivos.
La variante Delta de la COVID-19 pone en jaque los protocolos actuales de rastreo de potenciales positivos.

Reuters 

  • Un obstáculo sigue minando la capacidad de los países para hacer frente a la pandemia: la incapacidad para conocer dónde se está infectando la gente.
  • En España, el Ministerio de Sanidad dijo que solo pudo identificar el origen del 7% de las infecciones registradas en la última semana de octubre.
  • Los expertos advierten de que las limitaciones de los sistemas de rastreo y el propio comportamiento del virus imposibilitan muchas veces llegar al origen de un brote. 
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Mientras el mundo continúa enfrentándose al aumento de casos de coronavirus, un obstáculo sigue minando la capacidad de los países para hacer frente a la pandemia: la incapacidad para conocer dónde se está infectando la gente.

La presión sobre la economía está obligando a las autoridades a adoptar medidas restrictivas más localizadas en los lugares más afectados del país o donde exista más riesgo de propagación. El problema es que se desconoce cuáles son esos lugares. 

En Alemania, las autoridades dicen que no saben dónde se contagió el 75% de las personas que actualmente dan positivo en el coronavirus. En Austria, la cifra es del 77%. En España, el Ministerio de Sanidad dijo que solo pudo identificar el origen del 7% de las infecciones registradas en la última semana de octubre. En Francia e Italia, solo un 20% de los nuevos casos han sido relacionados con personas que previamente dieron positivo. 

Así lo recoge Wall Street Journal, que ha hablado con numerosos expertos que señalan que es muy complicado establecer el origen de la mayoría de infecciones. 

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Las limitaciones del sistema de rastreo impiden determinar el verdadero origen de un brote 

Marc Lipsitch, epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, señala los datos gubernamentales de varios países que muestran que la mayoría de las personas se están infectando en sus hogares. El hogar, si bien es sin duda un motor de las infecciones, probablemente encabeza la lista debido a lo difícil que es rastrear las infecciones que se originan en otros lugares, asegura a WSJ. 

"Puede que estemos poniendo demasiado énfasis en lo que podemos rastrear... y no actuando sobre los tipos de establecimientos que muy probablemente contribuyen, pero para los que los datos no son tan convincentes", señala. 

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Sin embargo, el propio ministerio reconoce que los datos presentados en este informe no hacen referencia al total de casos confirmados, sino a los que se han podido trazar hasta su origen. 

Por eso, reconoce que esta información "sobredimensiona aquellos ámbitos que están mejor vigilados, como pueden ser las residencias de mayores o los centros educativos", así como aquellos brotes que se producen entre personas que se conocen y para las que es más fácil realizar el trazado. 

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El propio comportamiento del virus es un obstáculo para los rastreadores 

La dificultad se ve agravada por un virus que puede manifestarse de forma muy diferente entre los pacientes a los que ha infectado y que tiene un periodo de incubación de varios días. 

Puesto que algunas personas cursan la enfermedad sin ningún tipo de síntoma, puede ser casi imposible llegar a determinar quién es el origen de un brote en algunos casos. 

Además, las interacciones en establecimientos como bares y restaurantes, donde muchos desconocidos coinciden en el mismo lugar, representa también un problema para el rastreo y la hostelería se está viendo afectada por las restricciones durante estos rebrotes. 

De hecho, investigadores de la Universidad de Stanford y de la Universidad de Northwestern han utilizado los datos de los teléfonos móviles de 98 millones de estadounidenses para modelar cómo se propagó el virus durante la primera oleada de COVID-19 en la primavera.

El estudio, publicado en la revista Nature la semana pasada, mostró que los restaurantes, gimnasios, hoteles, cafeterías y organizaciones religiosas tenían el mayor riesgo de propagar infecciones.

Los países están intentando aumentar su capacidad de rastreo para hacer frente a este desafío. En España, los militares se han unido a esta labor y las farmacias están reclamando poder realizar test en sus oficinas para mantener un registro de datos y colaborar con la trazabilidad. 

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