Crece la preocupación de Estados Unidos por el desarrollo militar chino de las tecnologías de "control mental" que le permitiría tener ventaja en el campo de batalla
- A finales de 2021, Estados Unidos sancionaba a varias entidades chinas debido a la creación de biotecnología que incluye "supuestas armas de control metal".
- Las advertencias se alinean con la información de que Pekín investiga armas que puedan desorientar o confundir a fuerzas enemigas, haciéndolas más fáciles de someter.
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A finales de 2021, el Gobierno de Estados Unidos sancionaba a varias instituciones chinas por su papel en la creación de un biotecnología que incluye "supuestas armas de control mental".
Como aspirante a superpotencia, el Partido Comunista Chino ha buscado con ahínco la supremacía económica, tecnológica y militar, a menudo por medios ilegales o cuestionables.
La oficina de Industria y Seguridad del departamento de Comercio de Estados Unidos sostiene que la Academia de Ciencias Médicas Militares de China y 11 de sus instituciones de investigación han estado involucradas en la investigación y apoyo a biotecnología, incluido el armamento de control mental, que el ejército chino pretende usar para obtener ventaja en el campo de batalla.
Vulneración de derechos humanos y seguridad nacional
En un comunicado de prensa de diciembre, el departamento de Comercio añadía a 34 entidades con sede en China a su lista negra, bajo la acusación de "actuar de manera contraria a la política exterior o a los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos".
"La búsqueda científica de la biotecnología e innovación médica puede salvar vidas. Desafortunadamente, la República Popular de China prefiere dar uso a estas tecnologías en su búsqueda del control sobre su gente y la represión de miembros de minorías étnicas y religiosas", decía en otro comunicado la secretaria de Comercio Gina Raimondo.
El departamento de Comercio estadounidense sitúa a firmas, laboratorios, centros de investigación e instituciones académicas chinas en su Lista de Entidades, la cual está diseñada para sancionar a individuos, organizaciones y compañías que representan, o pueden representar, un riesgo para la seguridad nacional o la política exterior de Estados Unidos.
Además de estas entidades chinas, el departamento sancionaba a entidades en Turquía, Malasia y Georgia por "desviar o intentar desviar" material estadounidense hacia programas militares iraníes.
El departamento sancionaba a 5 compañías e instituciones médicas y tecnológicas chinas por su apoyo a los esfuerzos de modernización militar china y otras 5 por adquirir o intentar adquirir ítems fabricados en Estados Unidos que podrían reforzar la Ejército de Liberación Popular.
La decisión de sancionar a estas entidades chinas se produce a raíz de las pruebas de que sus investigaciones, productos o servicios tienen una aplicación militar y están siendo usadas o serán usadas par apoyar a las violaciones de derechos humanos que perpetra el Partido Comunista Chino.
La comunidad internacional ha criticado a Pekín en repetidas ocasiones por sus actitudes genocidas contra la población Uigur en Xianjiang. Estados Unidos ha acusado al Partido Comunista Chino de crímenes de lesa humanidad por los ataques y la persecución a la minoría Uigur.
"No podemos permitir que los productos, las tecnologías y los softwares estadounidenses que apoyan la ciencia médica y la innovación biotécnica se desvíen hacia usos contrarios a la seguridad nacional de Estados Unidos", decía Raimondo, añadiendo que el país "seguirá manteniéndose firme" contra los intentos "de convertir herramientas que pueden ayudar a la humanidad a prosperar en amenazas para la seguridad y estabilidades global".
Armamento de control mentaldur
En el centro de estas sanciones se encuentran los continuos intentos del Partido Comunista Chino de crear armas que faciliten "operaciones de control cognitivo".
Los militares chinos afirman con acierto que el avance tecnológico está cambiando la naturaleza de la guerra con rapidez.
Pekín quiere tener un ejército mecanizado moderno que esté interconectado y puede intercambiar información de manera rápida y efectiva, mientras integra capacidades avanzadas de analizar grandes cantidades de datos y ofrecer a sus fuerzas una ventaja cognitiva.
Como resultado, Pekín ha ajustado sus prioridades de modernización militar para incluir capacidades "inteligentes" junto a la mecanización y digitalización de sus efectivos.
Según el último informe del Pentágono sobre las fuerzas armadas chinas, Pekín ha estado explorando "conceptos operativos de próxima generación para guerra inteligente, como la guerra de desgaste por inteligencia de enjambre, la guerra móvil entre dominios, confrontación espacial basada en el inteligencia artificial y las operaciones de control cognitivo".
Las operaciones de control cognitivo, mediante el uso de las armas de control mental, encajarían en un régimen autocrático que busca imponerse de manera física y digital sobre su población, y permitirían aplicaciones domésticas y extranjeras.
Los informes militares chinos obtenidos por The New York Times sugieren que Pekín está estudiando cómo crear armamento que pueda subyugar a las fuerzas enemigas y reducir la cantidad de fuerza necesaria para derrotarlas. Estas armas desorientarían o confundirían a las fuerzas enemigas, convirtiéndolas en presas fáciles para las tropas chinas.
El informe del Pentágono sostenía que el ejército chino ha continuado con su campaña para convertirse en una potencia global en innovación mediante el dominio de tecnologías avanzadas, lo cual coincide con declaraciones previas del Partido Comunista Chino sobre la "inteligización" de la guerra del futuro mediante el uso de tecnologías emergentes y disruptivas, inclusive la inteligencia artificial, la cuántica, biomedicina, sistemas autónomos y el cloud computing.
Todo lo que Pekín no ha podido crear o inventar, lo ha robado.
El año pasado, el Centro Nacional de Contrainteligencia y Seguridad sacaba un informe en el que se enumeraban 5 sectores tecnológicos que serían esenciales para los intereses económicos e internos de Estados Unidos, y en los que las potencias extranjeras, incluidas Rusia y China, intentaban influir o robar secretos.
"Estos sectores producen tecnologías que pueden determinar si Estados Unidos se mantiene como la superpotencia mundial o si será eclipsada por competidores estratégicos en los próximos años", opinaba la agencia.
Stavros Atlamazoglou es un periodista especializado en defensa y operaciones especiales, veterano de guerra de origen heleno (al servicio de 575º Batallón de Marines cuartel general del Ejército) y graduado por la Universidad John Hopkins (Estados Unidos).
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