El hundimiento del Credit Suisse es el último aviso de una crisis que también golpeará a las fintech y a sus unicornios

Hasan Chowdhury,
Credit Suisse

Arnd Wiegmann/Getty Images

  • La venta de Credit Suisse a UBS pone al sector bancario global en estado de alerta máxima.
  • Las fulgurantes fintech que han sido disruptoras en el sector tendrán que tranquilizar a sus inversores por sus modelos de negocio.
  • Hasta la fecha ha sido fácil levantar capital y crecer: ahora estas compañías necesitarán ser rentables.
Análisis Faldón

El hundimiento de Credit Suisse tras una histórica semana para el sector bancaria debe hacer que muchas de las startups mejor posicionadas para transformar las finanzas se empiecen a hacer una pregunta muy sencilla: "¿Seré yo la siguiente?".

El drama que terminó a finales de la semana pasada con una operación valorada en 3.000 millones de euros para rescatar al segundo mayor banco suizo con las manos de su eterno rival, UBS, empezó hace unos días después de que el Banco Nacional Saudí, el mayor accionista de Credit Suisse, descartara poner más dinero.

Así estalló una crisis de confianza que supuso un desplome en el precio de las acciones, en los bonos y en la salida de clientes. El préstamo de 50.000 millones de euros del Banco Nacional Suizo no fue suficiente para mantener a Credit Suisse a flote, y UBS tuvo que dar un paso adelante.

Esta ha sido la última señal de que el sistema financiero se está rompiendo, solo unos días después de que se produjera el colapso del Silicon Valley Bank.

Credit Suisse sufría de problemas fruto de su propia idiosincrasia, como un escándalo de espionaje que involucró al anterior CEO Tidjane Thiam, así como otras crisis por sus vínculos con el fondo de cobertura Archegos Capital o el grupo financiero Greensill Capital. Sus cuentas, presentadas con retraso, reflejaron números rojos en hasta 8.000 millones. Y acabó cayendo.

Pero está claro que las emociones pueden fortalecer o hundir un banco. Y eso debe dejar lecciones para esas compañías que, con sus fulgurantes crecimientos, quieren ser bancos, y solo han conocido una época en la que levantar capital riesgo era sencillo y los tipos de interés eran bajos.

"Ya hay un montón de gente haciendo exámenes de conciencia sobre el modelo de negocio de las fintech", abunda Paul Rolles, exdirector gerente de Morgan Stanley y cofundador de un servicio de gestión de dinero llamado HyperJar.

Se acabó la fiesta

El sector fintech ha sido una suerte de ojito derecho en el mundo startup posterior a 2008. Las promesas de que negocios conducidos con tecnología podrían revolucionar una industria anquilosada atrajo enormes cantidades de inversores.

Pero ahora estas startups —valoradas en más de 148.000 millones de euros en 2022, según la firma de datos IMARC Group— se enfrentan por primera vez a preguntas honestas sobre la viabilidad de sus modelos de negocio.

Una vertiginosa carrera por sumar clientes durante la época de los tipos bajos en la década pasada permitió a las fintech centrarse en el crecimiento sin preocuparse demasiado por los beneficios. Los recientes acontecimientos podrían agudizar las mentes de los inversores, como ha sucedido en otros sectores.

Rolles cree que las crisis bancarias conocidas estas últimas semanas tienen mucho que ver con la confianza como con los problemas intrínsecos del sector.

"No aprenderán nada de esto": Los líderes del sector tecnológico siguen asombrosamente ajenos a las verdaderas lecciones de la quiebra de Silicon Valley Bank

"Todo el pánico bancario de 2008 fue originada por la crisis de las hipotecas subprime en EEUU, pero en realidad la cantidad de porquería que había en aquel mercado subprime no era tan grande", defiende el empresario. "Lo que sucedió fue que aquello desencadenó una crisis de confianza y, en consecuencia, se desató el pánico".

No parece probable que se dé una crisis como la del Silicon Valley Bank en los neobancos, cuyo eje central del negocio han sido los clientes. Algunos de estos players se han beneficiado del colapso del banco estadounidense al detectar una nueva demanda de startups tratando de diversificar dónde almacenan su dinero.

Aun así, hay una gran diferencia entre ser "una buena compañía de marketing de consumo" que atrae usuarios y un banco totalmente regulado que actúe como un prestamista masivo. Firmas especializadas en el compra ahora y paga después como Klarna no han logrado volver a ser rentables en los últimos años.

Aunque la inversión global en fintech alcanzó los 70.125 millones de euros el año pasado, según datos de CB Insights, también reflejó una caída del 46% con respecto a los niveles de financiación que se vieron en 2021. En una ronda de financiación de 2022, Klarna sufrió un recorte de su valoración del 85%. Una firma neerlandesa de capital riesgo, Finch Capital, predijo en octubre de 2021 que la burbuja de las fintech estaba a punto de explotar.

"Todo el mundo sabe que dirigir un neobanco es muy caro", reconoce Rolles. "El modelo de negocio, ¿cuál es, exactamente? ¿Distribuir los depósitos de forma realmente eficaz y conceder préstamos? No creo que muchas firmas hayan concedido ya muchos préstamos".

Rolles señala que "en realidad crear un prestamista", negociando con los reguladores, gestionando la liquidez, cubriendo los derivados y supervisando los activos a corto y largo plazo es un trabajo duro.

"La transformación de vencimientos es un arte y un juego muy complicado", concluye. "No tengo muy claro que esas habilidades se estén desarrollando en el sector fintech".

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