Cuántos votos le ha costado a cada partido conseguir un escaño en el Congreso: Más País necesitó 10 veces más que Teruel Existe

Congreso de los Diputados.
Congreso de los Diputados.
Faldón elecciones generales

Vuelven las elecciones y, con ellas, también el debate: ¿es justa la Ley D’Hondt?

El sistema electoral español y su particularidad territorial —por circunscripciones— hace que el número de votos necesarios para conseguir un escaño varíe según la provincia. La ley, diseñada históricamente para premiar a los partidos mayoritarios, castiga la dispersión del voto por circunscripciones y las posiciones "de segunda tabla", favoreciendo así la concentración de votos.

Esta anomalía explica casos como el de ¡Teruel Existe!, la gran sorpresa en las elecciones del 10-N, que logró un escaño en el Congreso de los Diputados con sólo 19.696 votos. Por poner en comparación, cada parlamentario elegido en la Comunidad de Madrid costó alrededor de 102.000 papeletas por partido.

Esta disgregación que tantas alegrías ha dado a ciertos partidos también supuso una mala pasada para otros. Es el caso de Más País, el partido liderado por Íñigo Errejón, que con sus 577.055 votos apenas pudo optar a 3 asientos en el Congreso. Cada uno le costó 192.351.

Sorprenden, como viene siendo habituales, los datos del Partido Animalista (PACMA). Con un total de 226.469 apoyos, la formación no logró ningún tipo de representación a pesar de ser más votada que varias de las alternativas provinciales. El caso más nítido sería el de Navarra Suma, con 2 diputados y menos de 95.000 papeletas.

De hecho, PACMA ha conseguido más votos que otros cinco partidos que sí han logrado representación parlamentaria. La razón es la expuesta más arriba: al tener votos repartidos por todo el Estado y no concentrarse en una región en especial, la ley electoral le pone más difícil "estar entre los primeros" elegidos de una provincia.

Es el ejemplo contrario a formaciones como las mencionadas ¡Teruel Existe! y Navarra Suma, pero también del PRC, Coalición Canaria y el BNG, todos con representación en la Cámara Baja. El ejemplo más extremo es el de Coalición por Melilla, un partido que con sólo 8.925 votos estuvo a punto de conseguir un escaño por la ciudad autonómica.

Por otro lado, si se atiende a los resultados de los cinco grandes partidos también hay grandes beneficiados. El PSOE es el mejor ejemplo de ello: a pesar de haber perdido cerca de un millón de votos sólo se vio penalizado en 3 escaños, mientras que Unidas Podemos, con cerca de 500.000 apoyos menos, ha perdido un total de 7 diputados.

Pero el mayor perjudicado por la división del voto ha sido Ciudadanos. Si normalmente arrastraba multitud de apoyo en las grandes urbes y rascaba en el mundo rural, las elecciones del 10-N presentaron un escenario catastrófico para la formación naranja: no ganan en ninguna circunscripción y cada diputado les cuesta 163.754 votos. Uno de cada cuatro escaños perdidos.

La ley penaliza, y se nota. El descalabro de Ciudadanos fue tal que han pasado de disputar el liderazgo del bloque derechista al PP a pelear por conseguir un grupo propio en el Congreso. Los 47 escaños perdidos exigían unas responsabilidades que Albert Rivera aceptó en forma de división este mismo lunes.

Cómo funciona la ley electoral

El sistema electoral español reparte 350 diputados en 52 circunscripciones o territorios electorales. Cada provincia cuenta de partida con 2 escaños y las ciudades autónomas con uno, yl resto de diputados se reparten en función de la población.

Así, por ejemplo, Madrid, que cuenta con una sola circunscripción, asigna 37 escaños. Andalucía, la autonomía más poblada, con más de 6,5 millones de electores repartidos en 8 provincias, reparte 61 asientos en el Parlamento. La división territorial, por tanto, permite que los partidos más asentados en una provincia, como los independentistas, salgan favorecidos.

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Es entonces cuando entra en escena la ley D’Hondt, la forma de recuento.  

Se crea una tabla en la que se dividen los votos de los partidos por todos los números, desde el 1 hasta el total de escaños de la provincia. El sistema consiste en dividir los votos obtenidos por cada candidatura en 1, 2, 3, etc. hasta el número de escaños que se reparten en esa circunscripción. De todos los resultados obtenidos, se asignan los escaños a las cifras más altas.

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