Qué significa la deflación y por qué puede ser negativo para tu bolsillo que los precios bajen

Una verdulera coloca las frutas de su puesto en un mercado de Madrid
  • La inflación negativa o deflación ha regresado por el impacto del coronavirus en el consumo, el ahorro y los precios del petróleo.
  • La última vez que los precios cayeron en todo el mundo de forma generalizada fue durante la Gran Depresión que se produjo tras el crack de Wall Street de 1929.
  • Los expertos señalan de que las políticas monetarias de los bancos centrales no pueden frenar la deflación y advierten de las consecuencias negativas de la deflación para los consumidores, como el encarecimiento de bienes duraderos.
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La crisis provocada por la pandemia de coronavirus ha arrastrado a la baja a los precios a escala global y, aunque no lo parezca, puede ser una mala noticia a la larga para los bolsillos de los consumidores. El impacto de la pandemia es visible en la caída del consumo y la demanda, lo que está hundiendo la inflación tanto en España como en la eurozona.

Así, a principios de esta semana, el dato avanzado del índice de precios de consumo (IPC) situaba la variación anual de la inflación en el -0,4% en septiembre, un dato que mejora en una décima el de agosto debido a la presión alcista de la electricidad y los paquetes vacacionales, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

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De confirmarse el dato adelantado por el INE, España sumaría su sexto mes consecutivo con tasas negativas de IPC, una situación que debería mantenerse durante otros 6 meses para se considere oficialmente que el país ha caído en deflación, según el criterio establecido por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Pese a que falta otro semestre para confirmar esa deflación, las señales que llegan desde Europa no son demasiado halagüeñas. Así, la oficina estadística comunitaria Eurostat desveló este viernes que la tasa anual de la inflación en la zona euro ha caído en septiembre al -0,3%, ahondando una décima más en cifras negativas respecto a agosto y sumando 2 meses por debajo de cero.

Este fenómeno no es habitual y se produce en pleno shock inesperado de la pandemia tras décadas de presiones inflacionistas. Así, la caída de la actividad económica, el aumento del ahorro por la incertidumbre y el consiguiente alza del ahorro han dado pie a la mayor caída generalizada de los precios a escala mundial desde la Gran Depresión que se produjo tras el crack de Wall Street de 1929.

Los bancos centrales, incapaces de frenar la deflación

Ante este escenario, los expertos señalan de que las políticas monetarias de los bancos centrales no pueden frenar la deflación y advierten de sus consecuencias negativas para los consumidores, como el encarecimiento de bienes duraderos, aunque también enumeran algunas ventajas de esta situación, como el abaratamiento de la financiación para empresas y particulares. 

Hans Bevers, economista jefe del banco Degroof Petercam, ha augurado que "es probable que predominen las fuerzas deflacionarias" debido al aumento del desempleo en muchos países y a su impacto en la pérdida de poder adquisitivo y en la "débil" demanda de bienes, servicios e inversiones. Bevers ha precisado que los programas de liquidez de gobiernos y bancos centrales no están consiguiendo un aumento de la inflación.

El economista ha afirmado que los programas de flexibilización cuantitativa de los bancos centrales están aumentando la base monetaria, "pero la oferta monetaria total en circulación no aumenta en la misma medida", dado que depende de cómo esté concediendo préstamos la banca a empresas y particulares.

Bevers ha señalado que las perspectivas económicas negativas suelen arrastrar a la baja a la demanda de préstamos, por lo que concluye que "mientras la economía no opere a pleno rendimiento, probablemente tengamos que preocuparnos más por las fuerzas deflacionarias que por las inflacionarias". Sin embargo, también ha advertido de que no se debe "minimizar el riesgo de una mayor inflación a largo plazo".

Por su parte, Javier Rivas, profesor de Finanzas en EAE Business School, ha destacado que la inflación negativa ha vuelto como ya ocurrió en 2008 y que "es una situación en la que el BCE o cualquier banco central puede hacer relativamente poco", señalando que "los instrumentos de política monetaria están pensados y diseñados por las autoridades monetarias para luchar contra la inflación y no para luchar contra la deflación".

Así, ha precisado que las políticas del BCE consisten en "comprar activos de renta fija para mantener las tasas bajas", aunque ha asegurado que "esta situación solo se arregla habitualmente con gasto público, es decir, cuando el consumo baja la solución natural no es la política monetaria". Sin embargo, ha reconocido que en España "con los niveles de deuda pública que registramos, es difícil".

Ventajas e inconvenientes de la deflación

Para el profesor de Finanzas de EAE Business School, la llegada de la deflación se justifica porque "los particulares han reducido su consumo incrementando el ahorro y eso lógicamente reduce la presión sobre los precios" y por el retroceso de los precios del petróleo, que ha resaltado que "en algunos momentos, abril, mayo, verdaderamente ha sido dramática".

El impacto de los precios del barril de petróleo, estancados en torno a los 40 dólares desde el verano en el caso del crudo de Brent, se explica, según Rivas, porque "el petróleo y sus derivados pesan mucho en el cómputo de la inflación de manera directa o indirecta, porque a fin de cuentas casi todos los productos requieren transporte", al que hay que sumar el desplome del turismo y el transporte aéreo.

Además, Javier Rivas ha asegurado que la deflación presenta varios inconvenientes para la economía, como en el caso de Japón, que sufrió durante más de 15 años sus consecuencias. El experto ha explicado que el gran riesgo de la deflación es el de diferir "el momento de compra creando un círculo vicioso: si no se consume el precio sigue cayendo aún más".

El profesor de Finanzas ha afirmado que aunque "tener una inflación negativa puede parecer a priori muy atractivo, pero en realidad es bastante lesivo para la economía". Por ello, ha detallado que afecta "no tanto para los bienes de consumo inmediato, como la alimentación, como para los bienes duraderos, como electrodomésticos, coches, etc; los consumidores lo piensan mucho antes de comprarlos porque tienen un precio unitario mayor".

Sin embargo, Javier Rivas ha destacado que hay "ventajas evidentes" de la deflación para el bolsillo de los consumidores, que se benefician "de manera directa porque los bienes tienen precios más bajos, y de una manera indirecta porque inflaciones negativas implican normalmente tasas de interés también negativas o muy próximas a estarlo", como ya sucede en la actualidad.

El experto de EAE Business School ha explicado que los tipos de interés negativos implican que "los consumidores y las empresas pueden conseguir mejores condiciones para su financiación". No obstante, esas ventajas son más limitadas para las empresas, según Rivas, dado que "si el consumo cae, lo que se ahorran por pagar menos tasa de interés por sus préstamos va a ser siempre menor que lo que pierden por la caída de las ventas", ha añadido.

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