En el futuro tu vacuna podría ser "a base de plantas" y comestible

científica en laboratorio de plantas
  • Un reciente artículo publicado en Science sostiene que las plantas han sido durante mucho tiempo un recurso pasado por alto para la creación de fármacos.
  • Los autores defienden que la agricultura molecular pude permitir desarrollar vacunas y medicamentos a base de plantas que incluso puedan ser comestibles.
  • Entre las ventajas de esto, menos costes, formulaciones más sencillas y un menor impacto ambiental.
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Crear una vacuna comestible a partir de un tomate puede parecer algo de ciencia ficción, pero lo cierto, es que la ciencia está bastante cerca de llegar a ello. 

De hecho es uno de los objetivos de la agricultura molecular. Las plantas por sí solas no producen fármacos, pero al modificar sus genes logran producir determinadas proteínas que después utilizar para crear medicamentos o vacunas.

Esto es posible porque los vegetales también tienen ADN, que alberga el material genético del organismo (como pasa en animales y humanos). Al alterar este, se pueden crear nuevas vías bioquímicas en las células vegetales, o incluso en plantas enteras. Para lograr sintetizar una vacuna a partir de una planta el primer paso es tomar un gen de otro organismo (usualmente de humanos) e insertarlo dentro del material genético de la planta. Con ello ésta comenzará a codificar una determinada proteína que mantengan relación con una enfermedad determinada.

Si bien el cultivo molecular es una tecnología que aún no ha explotado completamente, los inicios de esta rama científica se remontan al siglo pasado. El uso de plantas para la producción de proteínas terapéuticas fue propuesto como método alternativo de biofabricación ya en 1986. Décadas después, en 2012, EEUU aprobó la primera y única proteína terapéutica derivada de plantas para uso humano como tratamiento de la enfermedad de Gaucher. 

No es el único ejemplo. En 2019, una vacuna contra el virus de la influenza de producción vegetal completó los ensayos clínicos de fase 3, con resultados alentadores. Más reciente aún, en marzo una vacuna artificial a base de plantas contra el COVID-19 recibió la aprobación de las autoridades reguladoras canadienses y estadounidenses para continuar con la parte de la fase 3 del ensayo. 

Sin embargo a pesar de estos ejemplos, y contando con los beneficios que esto conlleva, (bajo coste de producción y menos impacto ambiental), la agricultura molecular aún parece lejos de ser considerada una alternativa real.

Así lo propone un reciente artículo publicado enScience, quesostiene que las plantas como recurso  para la biomedicina llevan tiempo pasándose por alto.

Hacia las vacunas "a base de plantas"

Elaborado por los científicos Gary Kobinger y Hugues Fausther-Bovendo, el estudio supone un repaso por todos los ejemplos de cómo "la agricultura molecular podría tener un impacto considerable en la salud tanto humana como animal".

Como remarcan los autores, las plantas son baratas de cultivar, y resisten las formas comunes de contaminación que acechan a otros procesos de fabricación de medicamentos, a la vez que son sostenibles y respetuosas con el medio ambiente. 

Hoy en día los medios para sintetizar fármacos, anticuerpos y vacunas se han basado en un amplio abanico de huéspedes, desde bacterias y hongos, a células animales, como remarca un artículo  en Singularity Hub. Por ejemplo, la vacuna contra la gripe se cultiva en huevos de gallina, y una aspirante a nueva vacuna Covid-19 está basada en lo mismo.

Pero esto es una operación costosa en cuanto a instalaciones y que conlleva riesgos. Pues entre otros aspectos, deben ser protegidos de patógenos zoonóticos que podrían dañar los fármacos. Usar plantas puede acabar con estos problemas, ya que su cultivo abarata costes (un invernadero es claramente más barato que un biorreactor de acero inoxidable) y además no sufre la amenaza de estos contaminantes.

También funcionan más rápido. "Las vacunas producidas por plantas se pueden preparar fácilmente contra nuevos patógenos o cepas emergentes, y el primer lote de candidatos a vacunas se produce normalmente en 3 semanas", aseguran los autores.

Aún hay más. Como explica el artículo de Singularity Hub, la mayoría de las vacunas en estos días requieren de adyuvantes, un componente destinado a mejorar la respuesta inmunitaria. 

Sin embargo, con las plantas, la vacuna resultante no necesitaría de este "extra". Pues su amalgama de bioquímicos vegetales (VPL) tienen propiedades adyuvantes, según remarcan los autores. Lo que podría hacer que las formulaciones fuesen más simples y asequibles.

Por supuesto, esta estimulación del sistema inmunológico puede conllevar efectos secundarios serios. Sobre esto, el estudio acoge una perspectiva positiva.

 "Este aumento de la estimulación inmunológica puede provocar hipersensibilidad (reacciones alérgicas) hacia los componentes de la planta. Sin embargo, varios ensayos clínicos, en particular, la inmunización con esta formulación de VLP tetravalente no se asoció con más eventos adversos o un aumento en las reacciones de hipersensibilidad en comparación con las personas que recibieron una vacuna contra el virus de la influenza autorizada".

Vacunas comestibles, un avance algo mas lejano

Un paso más de todo esto, es lograr que las vacunas de próxima generación sean comestibles. Poder ser inmunizado vía oral a través de una pastilla es algo sobre lo que ya están trabajando las farmaceúticas.

En cuanto a las creadas a base de plantas, existen ya referentes, pero están lejos de ser viables. Desde hace una década se trabaja en desarrollar este tipo de fármacos. El problema es que hasta ahora los ensayos clínicos han mostrado que la respuesta inmune generada es mucho menor, por lo que la vacuna no resulta efectiva.

Sin embargo los autores siguen siendo optimistas. Razones para ello hay. Desde entonces la ciencia ha evolucionado mucho. Por ejemplo la técnica del CRISPR y otras herramientas de edición de genes de precisión suponen un gran cambio. Lo que puede hacer que las "vacunas comestibles elaboradas a partir de plantas ahora puedan generar respuestas inmunes significativas", remarcan.

Por ello, los autores creen claramente que este es el camino por el que se moverá la fabricación de medicamentos y terapias en el futuro. Solo hace falta, como siempre, que sea algo más rentable.

“La fabricación de proteínas farmacéuticas puede seguir dominada por los sistemas de producción actuales hasta que el atractivo económico cambie el equilibrio hacia la agricultura molecular”, remarcan.

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