"Son empresas privadas, no hospitales": una de las eminencias de la neurotecnología urge a abordar sus dilemas éticos ante el imparable ascenso del sector privado

Rafael Yuste en su laboratorio en la Universidad de Columbia.
Rafael Yuste en su laboratorio en la Universidad de Columbia.

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  • Rafael Yuste, neurobiólogo de la Universidad de Columbia (EEUU), es una de las eminencias globales en el campo de la neurotecnología.
  • Aunque considera que los productos de Neuralink (Elon Musk) no son tan sofisticados, advierte del riesgo de que el sector privado capitalice estos desarrollos.
  • "Las empresas privadas buscan enriquecerse, no son hospitales que quieran curar enfermedades". Por eso urge a debatir sobre privacidad mental y neuroderechos.
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El debate sobre la privacidad mental es cada vez más urgente. El tiempo se agota, las inversiones en el sector privado en neurotecnología crecen, y el problema puede acabar estallándonos en las manos. Así de claro se expresa Rafael Yuste, neurobiológo en la Universidad de Columbia (Nueva York) y una de las eminencias de este campo.

Por poner en contexto: Yuste es uno de los promotores de la BRAIN Initiative, un proyecto que acabó desbloqueando la Administración Obama allá por 2013 cuyo propósito es registrar la actividad de todas las neuronas del cerebro de un animal. Ese ambicioso propósito es comparable a lo que significó el Proyecto Genoma Humano, que culminó en 2003 tras lustros de investigaciones.

Este español dirige un laboratorio en EEUU y, junto a su labor académica, también dedica buena parte de su tiempo a la divulgación. "Por eso hago esta entrevista", señala sonriente en declaraciones a Business Insider España mediante una videollamada. La urgencia a la que se refiere nace, en buena medida, por los avances que en este campo se están dando en el sector privado.

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Aunque la BRAIN Initiative no culminará hasta dentro de unos 5 o 6 años, a día de hoy el sector privado podría estar invirtiendo en esta disciplina hasta seis veces más que el sector público en todo el mundo, según el propio Yuste. Uno de los exponentes de esa inversión es Elon Musk. El CEO de Tesla o SpaceX es el propietario de Neuralink, que quiere implantar chips en humanos el año que viene.

En neurotecnología, Rafael Yuste advierte que ya se han logrado introducir recuerdos falsos y alucinaciones a animales. "Esto se podrá hacer en humanos", advierte. Por eso urge a dialogar y debatir sobre neuroderechos.

"Musk ha fabricado una interfaz no demasiado sofisticada, la ha puesto en cerditos y se ha puesto a dar ruedas de prensa"

"Lo que está haciendo Musk, de una manera muy concreta, es lo que llamamos una interfaz cerebro-computadora", explica Yuste. "Hay dos tipos de dispositivos: los llamados invasivos, que se implantan mediante neurocirugía dentro del cerebro, y los no invasivos, que se ponen sobre la cabeza: un casco, una gorra, una diadema o unos auriculares", continúa.

Neuralink está fabricando uno de esos dispositivos invasivos para diseñar esa interfaz cerebro-computadora. "Pero no son los primeros en hacerlo. Hay gente que trabaja en ese ámbito desde hace 10 años, lo que pasa es que no salen en los periódicos", asevera. "Ya hemos visto casos espectaculares de estos dispositivos implantados en pacientes paralíticos".

Por ejemplo, el del chute inicial en el Mundial de Brasil del año 2014. Ese chute de honor lo protagonizó una persona con parálisis cerebral que pudo controlar una pierna robótica, parte de su exoesqueleto, gracias a un implante en su cerebro. Otros ejemplos, tal vez "más impresionantes", en palabras del propio Yuste, se han registrado este mismo 2021.

"Un equipo de científicos de Stanford logró, con una interfaz cerebro-computadora invasiva, reconstruir el habla de un paciente, con una capacidad de hasta 100 palabras por minutos. Otros equipos han logrado reconstruirle la escritura. Imagina que un ordenador escribe lo que estás pensando, como si tú estuvieras escribiendo con la mano", detalla.

"Todo eso", enfatiza, "está mucho más avanzado de lo que ha hecho Musk". "Musk ha fabricado una interfaz cerebro-computadora que además no es demasiado sofisticada. La ha puesto en animales, en cerditos, y se ha puesto a dar ruedas de prensa", ríe.

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Entonces, ¿a qué temer? Los planes de Musk nacen, por supuesto, de su empresa. "Es una empresa privada. Lo que quiere es enriquecerse", señala. "No es un hospital que lo que quiere es curar enfermedades. Elon Musk ya ha dicho que su objetivo es poner estas interfaces en los cerebros de las personas para aumentarles cognitivamente y conectarles a inteligencias artificiales".

"¿Para qué estamos desarrollando estas tecnologías? ¿Para ayudar a pacientes, o para aumentar cognitivamente a las personas y enriquecernos con esto? Ahí es cuando el propio Musk se separa de lo que muchos de nosotros pensamos y decimos".

Por eso, el propio Yuste forma parte de la Neurorights Foundation, un ente que quiere impulsar el debate sobre los neuroderechos a lo largo y ancho del globo. Buena parte de esos neuroderechos pasan por la necesidad de debatir sobre los límites y las garantías alrededor de lo que el propio Yuste define como "privacidad mental".

"No es demasiado tarde"

¿Es demasiado tarde? "No. Es un momento perfecto para hacerlo". Hay dos tipos de neurotecnología. "Una que registra la actividad cerebral y la descodifica, y otra que la altera, altera la actividad cerebral y la actividad mental. Lo que quiere hacer Musk es lo segundo. Meter información al cerebro. Para eso todavía quedan años para que sea viable".

Yuste hace varias precisiones durante la conversación. "En realidad es algo que ya se puede hacer, pero con tecnologías invasivas. Pero ya hay dispositivos en el mercado, como un casco que ha fabricado una compañía que me gusta mucho más, llamada Kernel, que es capaz de leer la actividad mental de una persona".

El casco que comercializa Kernel, capaz de leer la información cerebral.
El casco que comercializa Kernel, capaz de leer la información cerebral.

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Kernel ha fabricado y ya comercializa uno de esos cascos a los que Yuste hace referencia. Todavía no se ven este tipo de dispositivos en tiendas como las de Apple, pero el rumbo de la industria tecnológica, ahora que la gran promesa es el metaverso, marcha inexorablemente hacia este horizonte de neurotecnologías. Es casi inevitable.

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Por eso, ahora que ya hay "cascos portátiles" capaces de 'leer' el cerebro, Yuste incide en que esto empieza a ser "algo serio" a tener en cuenta. "Lo puedes tener en tu casa o se lo puedes poner a una persona", destaca. "Por eso tenemos que empezar a estar atentos y poner los neuroderechos en el centro".

"Sobre todo el derecho a la privacidad mental. La privacidad mental es lo más urgente. Cuando un niño va a la escuela o un adulto empieza a aprender un idioma extranjero, por lo general resulta más fácil aprender a leer que a escribir. Con el cerebro ocurre lo mismo. Es mucho más fácil descodificar que 'meterse ahí' y cambiarlo todo".

Yuste considera que la humanidad, los estados, las organizaciones internacionales y las propias compañías tecnológicas deben "estar preparadas". "Es el momento perfecto para dejar estas cosas establecidas y claras antes de que nos lleguen tecnologías más poderosas que acaben cambiando las reglas del juego de nuestra sociedad".

Cuando hacer el gran mapa del cerebro parecía una locura

Por la naturaleza de su trabajo en la fundación, Yuste ha conocido a eminencias también de las grandes tecnológicas de Silicon Valley. Expertos y directivos en seguridad y privacidad de compañías como Google y Facebook, que hacen aproximaciones distintas al problema de la seguridad de nuestros pensamientos.

Aunque el crecimiento de la inversión y la consecuente agilidad con la que la industria de la neurotecnología escala puede suponer un riesgo de por sí, el propio investigador no cree que sean estas gigantes tecnológicas quienes deseen "bloquear el debate". Simplemente "van por detrás de sus propios descubrimientos e invenciones".

"Es lo que siempre le ha ocurrido a las compañías tecnológicas. Surge una nueva tecnología y la gente se preocupa a posteriori de los problemas que acarrea, porque al principio uno no se da cuenta". Por eso la fundación quiere servir para integrar a todas estas compañías e impulsar estos debates. "Asume el papel de avanzadilla de la humanidad", resume el español.

Rafael Yuste lleva tres décadas investigando en neurotecnologías. "Incluso cuando a la neurotecnología no se le llamaba todavía neurotecnología", ríe. Reconoce que alguna vez ha sido "duro" el "salir adelante" porque incluso muchos de sus colegas, hace años, pensaban que era "una cosa de locos".

"Cuando le propusimos al presidente Obama la BRAIN Initiative muchos de mis colega sdecían que era algo imposible, que no se podía hacer". El tiempo, sin embargo, le ha acabado dando la razón. Aunque el programa se dotó de un presupuesto millonario, fruto de su despliegue también han entrado varios países en esta carrera por conocer el cerebro.

Países como China, Israel, Canadá o la propia Unión Europea también están participando con sus propias investigaciones. Por eso Yuste está hoy liderando un laboratorio en un ecosistema que se ha multiplicado exponencialmente. "Nosotros seguimos siendo los mismos. 18 personas que tratamos día a día de mantenernos con la cabeza a flote".

Prueba de que el sector privado avanza lo revela el propio Yuste, que ha visto cómo en muchos laboratorios de este ecosistema, también en el suyo, han llegado las grandes tecnológicas a fichar a estudiantes y trabajadores posdoctorales para que ayuden en "proyectos secretos de Silicon Valley". "Es posible que en unos cinco años quien ponga las castañas en el fuego sea la industria".

Entre tanto, el especialista considera que aunque se hayan hecho bastantes avances, la flor no se abrirá hasta dentro de una quincena de años. Con todo, la diferencia de paradigma es absoluta. De ser tomado por locos, a haber sido uno de los pioneros en enarbolar una bandera: la de la neurotecnología.

Rafael Yuste es uno de esos pioneros. "Precisamente somos esas mismas personas los primeros en habernos involucrado para que esta enorme bola de nieve que crece y crece se conduzca bien". Por eso Yuste insiste en toda la conversación en la necesidad de que se debata cada vez más y de forma más sólida sobre los neuroderechos.

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