Un experimento descubre que la disonancia cognitiva aumenta el dolor de espalda

Disonancia cognitiva

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  • La disonancia cognitiva se trata de la ansiedad o incomodidad que una persona experimenta cuando sus actitudes o creencias chocan o entran en conflicto con sus actos.
  • Este choque de creencias contradictorias pueden provocarte dolor y perjudicar tu salud física, tal y como acaba de averiguar un reciente estudio de la Universidad Estatal de Ohio y la Universidad de Michigan en Estados Unidos.

Sabes que fumar es malo pero fumas como un carretero; amas a los animales, pero te los comes —esto se conoce como paradoja de la carne—; dices respetar el medio ambiente pero vas en coche hasta a por el pan. Estos son algunos ejemplos de disonancia cognitiva.

Este fenómeno es el estado desagradable o incómodo que un individuo experimenta al darse cuenta de dos cogniciones, generalmente una actitud o creencia y una conducta, son contradictorias e incongruentes. Y ahora, un estudio ha averiguado que este choqoue puede provocar dolor físico y mermar la salud.

Realizado por científicos de la Universidad Estatal de Ohio y la Universidad de Michigan (EE. UU.) y publicado en Ergonomics, el experimento lanzó críticas negativas a los voluntarios después de decirles que estaban realizando bien una tarea de levantar cajas.

La disonancia cognitiva experimentada tuvo verdaderas consecuencias físicas: la angustia psicológica resultante incrementó la presión adicional en el cuello y la parte baja de la espalda de los participantes, tal y como recoge Science Alert. El estudio busca descubrir cómo los estresores psicosociales, y en concreto la disonancia cognitiva, pueden perjudicar la salud física.

 

El modelo "biopsicosocial" del dolor ha tardado décadas en imponerse desde que se describió por primera vez en los años ochenta: todo influye en el dolor, que puede manifestarse por tensión física, estrés financiero o una mala salud mental. Las palabras de un médico para describir la lumbalgia pueden, por ejemplo, repercutir en la expectativa de recuperación del paciente.

"Para lograr el objetivo de tratar a los pacientes y no a las columnas vertebrales, debemos abordar la lumbalgia como una enfermedad y no el dolor lumbar como una dolencia puramente física", escribió el cirujano ortopédico Gordon Waddell en 1987.

El problema es que la mayor parte de los estudios orbitan alrededor de la coexistencia del dolor crónico con la depresión, la ansiedad y la tendencia a la catastrofización. Ampliando miras, el equipo dirigido por William Marras, investigador de biomecánica de la Universidad Estatal de Ohio, quería averiguar si la disonancia cognitiva incide en el dolor de columna y espalda.

El propósito era averiguar si el malestar psicológico causado por este choque de creencias se manifiesta en el cuerpo de un modo parecido a cómo la ansiedad y la depresión exacerban el dolor.

Foto y diagrama del montaje del experimento con cajas elevadoras individuales.
Foto y diagrama del montaje del experimento con cajas elevadoras individuales.

Ergonomics

En el experimento, 17 tuvieron que mover una caja ligera en posiciones precisas: durante las prácticas, se les decía que se estaban moviendo adecuadamente para cuidar su espalda, pero 

Durante las prácticas, se les decía que se movían de forma correcta para proteger la espalda. Sin embargo, las respuestas fueron cada vez volviéndose más negativas, hasta decir a la gente que estaban resolviendo mal la tarea.

Comparando las puntuaciones de malestar de los participantes —una combinación de encuestas y medidas fisiológicas del estrés, como la variación de la frecuencia cardiaca y la presión arterial— con las cargas mecánicas en la columna vertebral de las personas, medidas a través de sensores, los resultados desvelaron la influencia de la disonancia.

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De hecho, las cargas espinales máximas aumentaban entre un 10 y un 20% cuando las personas se sentían angustiadas por los comentarios negativos, en comparación al inicio de la tarea. 

Con tareas más complejas o cargas más elevadas, los estresores psisociales podrían implicar una mayor carga y causar dolor. En el experimento, las cargas en la zona lumbar también aumentaron, aunque solo ligeramente. 

Un análisis reciente de tres décadas de datos reveló que en 2020 casi 620 millones de personas en todo el mundo padecían lumbalgia, lo que afectaba a su capacidad para trabajar, moverse, viajar o cuidar de sí mismas o de otras personas. 

El pronóstico es que la cifra se eleve a 800 millones de personas en 2050, una muestra de que los tratamientos para el dolor de espalda crónico no están funcionando. Ya hay estudios que apuntan a lo beneficioso de la terapia de grupo, y que los modelos de atención más holísticos podrían reducir el consumo de opiáceos.

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