"Doctor, quiero parecerme a mi selfi": los cirujanos plásticos alertan del exponencial aumento de intervenciones como el relleno facial o el rasgado de ojos por la imagen distorsionada que construyen los filtros de las redes sociales

Ilustración de una cirugía estética

Getty

  • El auge de redes sociales como Instagram y la proliferación de sus filtros de distorsión de la imagen ha disparado ciertos tipos de peticiones de cirugía estética.
  • En un intento por parecerse a las fotos que suelen ofrecer a sus seguidores, cada vez más jóvenes usuarios de estas redes piden operaciones como el relleno de pómulos y labios y la cantoplexia.
  • Los doctores piden a los pacientes prudencia y ajustar las expectativas a la realidad: "Es doloroso, pero a veces hay que rechazar potenciales pacientes porque piden intervenciones que no les hacen ninguna falta".
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Durante las décadas de los 80 y los 90, coincidiendo con el auge de las revistas del corazón, en España los cirujanos plásticos asistieron preocupados al nacimiento de un fenómeno que terminó convirtiéndose en un clásico. 

Los pacientes, en vez de ponerse en sus manos y confiar en su consejo, acudían en masa a las clínicas de cirugía estética con una publicación de papel cuché abierta por una página concreta.

"Eso, eso es lo que quiero", decían los potenciales clientes de estos negocios señalando el rostro y el cuerpo del famoso o famosa que en ese momento estuviese más de moda.

Por aquel entonces, cuentan los expertos, se trataba sobre todo de mujeres. Con el tiempo, cada vez más hombres se terminaron sumando también al invento.

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Convencidos de que la ciencia les permitiría tener el aspecto de sus ídolos, cada vez más personas se pusieron en manos de los doctores con las esperanza de despertar un día y tener una cara distinta, un cuerpo distinto, una vida distinta. 

Pero la modificación de la cara y el cuerpo humano, contra la voluntad de muchos, no funciona por imitación

Médicas y médicos cirujanos se esforzaron entonces por ser pedagógicos.

Una vez tras otra, tuvieron que explicar a sus ilusionados pacientes que la cirugía estética bien hecha es aquella que no se nota, que la base que había era la base que había y que, desde luego, modificaciones como tener los ojos más hundidos al estilo de su actor favorito de Hollywood no eran posibles.

Hoy, está volviendo a pasar más o menos lo mismo.

No es que sea frecuente, es que ya casi es otro clásico: "Los pacientes vienen con una foto de ellos mismos a la que han aplicado un filtro o algún tipo de modificación, y eso es lo que piden", explica al respecto Cristopher Oyola, doctor de la clínica Bruselas de Madrid. 

Oyola practica este tipo de intervenciones desde hace 23 años.

Pómulos y labios bien rellenos y ojos achinados: las operaciones que trae consigo Instagram

El fenómeno ha sido estudiado recientemente por los investigadores de la Universidad de Valladolid Pilar San Pablo, Marta Pacheco y Manuel Canga en un artículo académico que lleva por título Doctor, quiero parecerme a mi selfi. Distorsiones de la autoimagen: cuestiones para un debate.

"El uso de aplicaciones móviles o redes sociales que, a través de filtros, permiten mejorar o cambiar la propia imagen, podría estar condicionando la percepción entre los jóvenes que utilizan los selfis como referencia para calibrar su autoimagen", explican los investigadores.

Estos recuerdan además un estudio llevado a cabo en 2015 que resultó revelador al respecto. Llevado a cabo en Australia, este halló que los jóvenes que retocaban más sus fotos antes de subirlas a redes sociales mostraban un mayor grado de preocupación por su imagen.

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"Se ha denominado dismorfia de Snapchat a la creciente tendencia a querer parecerse a esos autorretratos retocados. Se presenta como una preocupación excesiva por un defecto percibido en la apariencia física y que muchas veces, incluso, es imperceptible para otros".

El efecto de la dismorfia se deja notar. En España, se ha traducido, según los expertos, en un aumento significativo de operaciones como el relleno de pómulos y de labios y en el aumento de peticiones de rasgar los ojos.

Es justo el efecto que producen algunos de los filtros más utilizados por los influencers en redes sociales como Instagram.

"Estamos hablando de un incremento exponencial. Se ha multiplicado. Es casi imposible de medir. A lo mejor estamos hablando de un aumento de un 3.000% en este tipo de peticiones en los últimos 5 o 6 años", cuenta Oyola.

"Hay que recordar que los filtros de las redes sociales actúan sobre todo rellenando la cara. Es lo que mejor hacen. También se pueden aplicar sobre el cuerpo, pero ahí ya se nota más", añade el doctor, que achaca, por otra parte, la petición de rasgar el ojo —la cantoplexia— a una moda que tiene que ver con asociar lo oriental con lo exótico, lo delicado y lo atractivo.

"Después, vienen a consulta y piden exactamente esa intervención. Pero la cirugía tiene sus límites, el ojo que hay es el que hay, no podemos cerrarlo tal y como nos piden muchas veces. No resultaría nada natural", cuenta Oyola. 

Son los problemas de no considerar la base de la que se parte: "Con mucho dolor, a veces hay que rechazar a posibles pacientes que nos piden una intervención que no les podemos hacer o que no es conveniente para ellos", relata Oyola.

"Me da mucha pena ver a chicas jóvenes con unos labios bonitos y perfectamente perfilados pedir un aumento de labios. Ahí entra la ética del médico. Son operaciones que hay que rechazar".

Los expertos reclaman a los pacientes de cirugía estética que se dejen aconsejar

No se trata de una minoría. Los pacientes de entre 20 y 35 años, que han crecido en un mundo digital en el que la imagen que se proyecta en redes sociales es un importante elemento para socializar, representan la mitad de los pacientes que llegan a clínicas como la del doctor Eugenio Lalinde: el Instituo Lalinde.

"Hay que recordar que los filtros de las redes sociales no ofrecen más que una imagen distorsionada. Esos ojos tan rasgados, esos labios brutales. Se pierde el criterio", cuenta el doctor.

"En nuestra clínica también hacemos simulaciones con realidad aumentada para mostrar cómo quedaría una intervención, pero lo hacemos con criterios profesionales y con máquinas mucho más precisas que no tienen el grado de distorsión de las redes".

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Rinoplastias (modificaciones leves de la zona de la nariz), implantes mamarios, intervenciones en los párpados y, por supuesto, aumentos de labios y rasgados de ojos son las operaciones más solicitadas entre los jóvenes en su clínica.

"Lo peor sin duda son los labios. Los filtros para los selfis los distorsionan muchísimo y vienen con esas expectativas. Nosotros podemos operar y modificar algo su forma, pero nunca podemos hacerlo hasta el punto de que el resultado afecte a la vida cotidiana del paciente", destaca Lalinde.

Ambos expertos reclaman a sus potenciales pacientes que se dejen aconsejar por expertos con décadas de experiencia a sus espaldas.

"En España hay excelentes cirujanos plásticos. De verdad, hay buenísimos profesionales que hacen muy buenas intervenciones. Lo mejor que puede hacer alguien que se pone en nuestras manos es dejarse asesorar", recuerda Oyola.

La batalla está servida. A un lado, los profesionales, cirujanos plásticos acostumbrados a cumplir la ilusión de mejorar el aspecto de miles de personas cada año; a otro, los influencers, que ofrecen la promesa de una imagen casi imposible. 

Un lucha desigual para el doctor Lalinde: "Los influencers son tremendos. Distorsionan la imagen de lo que ofrecen y la gente se lo cree a pies juntillas".

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