¿Adiós a las madres? Un biotecnólogo quiere incubar miles de bebés al año en úteros artificiales

Ectolife

Hashem Al-Ghaili

  • No, no es una película distópica de ciencia-ficción: el proyecto Ectolife es un centro de úteros artificiales ideado por un biotecnólogo que planea incubar embriones en cápsulas de crecimiento transparentes.
  • Según el científico berlinés detrás de la fábrica artificial de bebés, cada edificio podría incubar unos 30.000 embriones al año.

Parece el dibujo de un cómic, la pesadilla de una distopía futurista o una novela de ciencia-ficción, pero en realidad es el proyecto en ciernes de un científico de Berlín. Es Ectolife, una siniestra forma de embarazo sintético en el que los bebés se desarrollan en fábricas, dispuestos en cientos y miles de cápsulas de crecimiento transparentes.

Dicho de otro modo, el controvertido método eliminaría a las madres de la ecuación y sustituiría el tradicional proceso biológico de gestación por uno controlado en el laboratorio. 

Ectolife

Hashem Al-Ghaili

Se trata "del útero artificial más grande del mundo", y se plantea como una inquietante manera de resolver el problema de la natalidad en Europa: según datos del INE, la tasa bruta de natalidad en la UE —que muestra el número de nacidos vivos por cada 1.000 personas— era de 10,2 en 2001, subió a 10,6 en 2008 y desde entonces ha disminuido hasta llegar a 9,1 en 2020.

Hashem Al-Ghaili, biotecnólogo y divulgador científico nacido en Yemen, es el responsable de este invento, calificado por muchos como espeluznante: Ectolife constaría de 75 laboratorios independientes, cada uno de ellos con 400 cápsulas responsables de imitar las condiciones del útero materno. El creador promete que un solo edificio puede incubar 30.000 bebés al año. 

Según detalla un reportaje publicado en New Atlas, los fetos de diseño "gozarían" de toda clase de comodidades y vigilancia en estos laboratorios uterinos. Numerosos sensores registrarían sus constantes vitales, sus características físicas y sus gritos de auxilio, enviando notificaciones al smartphone de sus progenitores. 

Ectolife

Hashem Al-Ghaili

La tecnología se pondría al servicio de la conexión con el bebé: la app facilitaría imágenes en alta resolución, permitiría hablar con el embrión a través de los altavoces internos de la cápsula o ponerse un chaleco háptico para sentir las patadas del feto. 

Incluso es posible ponerse unos auriculares de realidad virtual y ver imágenes de 360 grados desde la perspectiva del bebé. El feto podría escuchar música clásica a través de los altavoces.

 

Además, un par de biorreactores por cápsula son responsables de la alimentación y excreción del retoño. Uno bombearía nutrientes y oxígeno a un cordón umbilical artificial, mientras que el segundo ingeriría los productos de desecho. 

Para garantizar que el retoño contribuya a la sostenibilidad, los desechos se reciclan en un nuevo lote de alimentos, convirtiéndose las enzimas en "un suministro constante y sostenible de nutrientes frescos". Y a la hora de darle la bienvenida al mundo, el parto se ejecuta, presumiblemente, pulsando un botón. 

De camino a la eugenesia: fetos a la carta con tecnología CRISPR

Ectolife

Hashem Al-Ghaili

La RAE define la eugenesia, esa que centró parte de las preocupaciones de la política del nazismo, en la "aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento de la especie humana". Por esa línea va el formato de paquete élite de Ectolife, que permite manipular y personalizar las características físicas del embrión utilizando tecnología CRISPR de edición genética.

Gracias al sistema CRISPR-Cas 9, pueden personalizar la altura, la inteligencia e incluso el tono de piel de su descendencia. Además, Hashem Al-Ghaili plantea la hipótesis de alargar los períodos de gestación para crear una estirpe de bebés mejorados.

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Los magnates más polémicos de Silicon Valley han recibido la noticia de esta inquietante fábrica artificial de bebés —quién sabe si futuros trabajadores de las colonias marcianas de Elon Musk, que recientemente afirmaba que la baja natalidad era peor que el cambio climático, o fuerza de trabajo fresca para las multinacionales tecnológicas—, con buenos ojos. 

"Deberíamos invertir en tecnología que haga que tener hijos sea mucho más rápido, fácil, barato y accesible. Úteros sintéticos, etc.", tuiteó Sahil Lavingia, CEO de la startup de ecommerce Gumroad. "Los úteros sintéticos eliminarían la elevada carga del embarazo, reduciendo significativamente la desigualdad", apostillaba el fundador de Ethereum, Vitalik Buterin. 

Por ahora, la granja-útero para cultivar bebés en biorreactores y monitorizarlos como electrodomésticos queda lejos. 

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