La democracia española estará en una situación "más delicada de lo que parece" si se repiten elecciones, según estos consultores políticos

Cabinas para votar en un colegio electoral de Madrid en las elecciones generales del 28 de abril de 2019.
  • Repetir elecciones generales en noviembre de 2019 generaría frustración en buena parte del electorado, pero los riesgos son mucho mayores.
  • La política española cronifica su inestabilidad y no es posible descartar que tras una segunda votación vuelva a ocurrir lo mismo.
  • Además, dibujará un nuevo escenario en el que se dispará la desconfianza en las instituciones y partidos.
  • Dos consultores políticos explican a Business Insider que los partidos están "jugando con fuego" y la situación puede ser "delicada".
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La repetición de elecciones generales en noviembre de 2019 es cada vez una posibilidad más cercana.

Este lunes arranca la ronda de consultas entre el rey Felipe VI y los portavoces de los grupos parlamentarios que se extenderá hasta mañana, y esta semana sí o sí se deberá convocar una nueva sesión de investidura para cumplir con los exigentes plazos legales antes de que se disuelvan Cortes.

De lo contrario, si el 23 de noviembre no hay un presidente del Gobierno investido en plenas competencias, habrá elecciones el 10 de noviembre. Frustrará al electorado y hará probable que la participación decaiga sensiblemente en los próximos comicios.

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Pero estos no son los únicos desafíos a los que se enfrenta la política y la democracia españolas en caso de que sea necesario acudir de nuevo a las urnas.

Nueva crisis de confianza a las instituciones y a los partidos

Los partidos están "jugando con fuego". A juicio de Paola Cannata, politóloga y directiva de la Asociación de Comunicación Política, "los partidos no están teniendo suficientemente en cuenta" un factor esencial: repetir elecciones en noviembre profundizará en una crisis de confianza.

"Quizá en términos electorales no, pero en términos de calidad democrática, esta se verá empobrecida". Cannata apunta a que puede volver a nacer una crisis de confianza en las instituciones, al crecer la sensaación de que la política no es útil y los partidos no están mirando por el bien del país.

"Me sigue sin parecer rentable ir a segundas elecciones con esta crisis de por medio. Se está perdiendo confianza en que los partidos son útiles para formar gobierno y que las cosas sigan funcionando en España. Las organizaciones no lo están teniendo lo suficientemente en cuenta y lo pagarán caro", advierte.

Se cronifica la inestabilidad: la política española se parece más a la italiana

España e Italia son dos países que comparten muchas similitudes. Sin embargo, la inestabilidad parlamentaria en el país transalpino lleva cronificada décadas. Lo que está sucediendo en las Cortes españoles está tomando un cariz similar.

De cara al probable 10 de noviembre como fecha electoral, Cannata incide en la idea de que hay que mirar más allá de los posibles réditos electorales. "Hay algo que todos los partidos, pero en particular el bloque progesista, debería mirar: qué se va a perder en términos de calidad democrática. Arriesgarse a que parte de su electorado, desencantado y frustrado, no vuelva a votar en noviembre".

En términos similares se detiene David Hijón, CEO de DialogaConsultores. Recuerda que ahora mismo en el Congreso existen dos bloques políticos sin partidos bisagra, lo que está empujando a la política española a un sistema inestable, similar al italiano, "para el que no estamos todavía preparados".

Si se vota de nuevo el 10 de noviembre y los resultados son similares..."¿Tendremos que votar otra vez?". Es la pregunta que se hace Hijón, que coincide con Cannata enn que "la situación es más delicada de lo que parece desde el punto de vista del sistema. No solo desde el punto de vista de la gobernabilidad momentánea".

Hacia una democracia menos parlamentarista

Si no se consigue formar gobierno ni votando dos veces, se volverán a introducir en el debate público varias cuestiones, como reformar la Constitución.

Regular constitucionalmente medidas como la que se aplica en Grecia —aunque en sus pasados comicios fue la última ocasión—, donde el partido que gana las elecciones recibe un bonus con más diputados, podría ser una alternativa a la situación actual de impasse político.

Pero dejaría tocado de muerte las bases del sistema democrático español: la monarquía parlamentaria. Pasaríamos a una democracia semipresidencialista o se perderían muchos fundamentos de la coyuntura actual.

Todo, únicamente por la falta de entendimiento de los líderes políticos.

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