La nueva política de Instagram de eliminar los 'likes' es otro desafío a nuestra necesidad humana de 'pertenencia', según una psicoanalista

Kerry Goyette,
Instagram va a ocultar pronto los 'likes'.
Instagram va a ocultar pronto los 'likes'.Ink Drop/Shutterstock
  • Kerry Goyette es la fundadora y presidenta de Aperio Consulting Group. Es analista de comportamiento profesional y entrevistadora forense con estudios de postgrado en psicometría.
  • Según explica, obtener 'likes' o compartidos en una plataforma como Instagram desencadena el centro de recompensa del cerebro. Y aunque las necesidades básicas del cerebro no han cambiado mucho, la forma en que se criaron las diferentes generaciones influye en lo que necesitan. Los millennials, por ejemplo, desean retroalimentación.
  • Ahora mismo, sólo proporcionan un estímulo a corto plazo para nuestros cerebros. Eliminarlos podría transformar a Instagram de una plataforma de identidad aspiracional a una plataforma de pertenencia real.
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A estas alturas, probablemente ya has escuchado que Instagram ha anunciado que va a ocultar los likes en las imágenes de los usuarios. Y mientras todos estamos esperando a ver cómo estos cambios afectarán tanto a la gente normal como a los influencers, vale la pena señalar que las necesidades del cerebro humano no han sido objeto de cambio.

Las investigaciones neurocientíficas muestran que las necesidades humanas más básicas del cerebro no han cambiado mucho en los últimos 10.000 años. El cerebro límbico, o la parte más antigua de tu cerebro, prioriza la conexión social y se pregunta: "¿Estoy dentro o estoy fuera?". De hecho, el cerebro nunca deja de hacer esa pregunta.

Cuando recibimos corazones, likes o compartidos, se activa el centro de recompensa en el cerebro. Cuando sentimos que no estamos recibiendo aprobación —incluso si es de algo que consideramos trivial como recibir "insuficientes" likes— eso puede desencadenar dolor emocional y miedo a ser excluido. ¿Por qué? Porque el cerebro siempre está evaluando la pertenencia.

Lo que nos lleva a una pregunta fundamental sobre cómo usamos las redes sociales: ¿Estamos usando una plataforma para construir un perfil social con likes, comentarios y compartidos que afirmen una identidad aspiracional? ¿O la estamos usando para construir una comunidad social en la que nos conectamos con la gente a través de temas comunes y en la que nos sentimos parte de ella?

Aunque todos compartimos la necesidad humana básica de pertenencia, hay tendencias generacionales y corrientes que diferencian cómo se satisfacen mejor esas necesidades. Como productos de nuestro entorno y del contexto en el que crecimos, las diferencias generacionales generan diferentes adaptaciones.

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La primavera pasada, asistí a curso de formación profesional sobre Generaciones con la Doctora Melissa Furman, profesora y ex-decana asistente de la Universidad de Augusta en Atlanta (Georgia, Estados Unidos) y fundadora de Career Potential. Sus áreas de experiencia incluyen la diversidad generacional, y lo que aprendí en este entrenamiento moldeó la forma en que comprendí las necesidades laborales de las diferentes generaciones.

Kerry Goyette.
Kerry Goyette.

Por ejemplo, pertenezco a la Generación X y crecí en los años 70 y 80 y, como muchos otros de mi generación, tuve trabajos eventuales durante la mayor parte de mi infancia antes de empezar a trabajar en la adolescencia. De hecho, las investigaciones muestran que la generación X tiende a ser adicta al trabajo, a no comprometerse y a quemarse. Mi generación —junto con los Baby Boomers— tiene una alta tasa de divorcio. En cuanto a la pertenencia, parece que los miembros de la Generación X tienden a buscar y encontrar la conexión a través del trabajo y los logros personales.

Los millennials, por otro lado, fueron criados en gran parte por los Baby Boomers que alcanzaron la mayoría de edad en los años 60. Su sentido de pertenencia está mucho más orientado a lo social. Los millennials tienden a ser financieramente independientes más tarde que otras generaciones debido a un énfasis más pronunciado en la educación formal, en los años de descanso y en la Gran Recesión. Tienden a preferir la retroalimentación en el trabajo porque el reconocimiento y la retroalimentación fueron inculcados en su infancia.

Estas tendencias basadas en la experiencia no hacen que los trabajadores millennials sean peores empleados; sólo significa que son diferentes a las generaciones que les precedieron. Este deseo de retroalimentación se refuerza con las redes sociales, y los millennials pueden llegar a sufrir en estas plataformas si se acostumbran a compararse con los demás. Las comparaciones pueden darse al contar likes y seguidores, o simplemente al pensar que la vida de alguien es mucho mejor que la suya. En resumen, si creciste evaluando tu valor comparándote con los demás, entonces la ausencia de un mecanismo de comparación crea un poco de crisis de identidad.

En cuanto a la Generación Z, las primeras investigaciones indican que, debido a que fueron criados por la Generación X, que se centraba tanto en el trabajo, y porque están siendo criados en una época en la que las redes sociales están en todas partes, anhelan relaciones auténticas para sentir que pertenecen a ellas. Los miembros de la Generación Z están demostrando que quieren una comunicación cara a cara y, en general, utilizan más la tecnología como herramienta. Será interesante ver cómo estas necesidades se traducen en su sentido de pertenencia a medida que crecen y entran al mundo laboral.

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Independientemente de la preferencia, la pertenencia es una necesidad humana para todo el mundo. Independientemente de que recurras a Facebook, Instagram, Twitter, Snapchat, Tik Tok, o que evites por completo las redes sociales, esta necesidad impulsa nuestro comportamiento. Aunque intelectualmente sepamos que la conectividad social es algo mucho más importante que la conexión superficial de likes, esto no significa que seamos inmunes a la habitual sensación de placer o a la dosis de dolor que puede producirse cuando el cerebro envía señales al resto del cuerpo de que pertenecemos o no.

Las investigaciones muestran que los likes en las redes sociales proporcionan un estímulo, pero sólo a corto plazo. Tu dopamina sube, pero muy pronto necesitarás otro estímulo. En otras palabras, los likes pueden ser agradables y frenar el hambre, pero no van a alimentar el alma.

Tendremos que ver si esta nueva versión de Instagram consigue que pasemos de una identidad aspiracional y de los golpes de ego a corto plazo a una plataforma con más oportunidades para la construcción de una auténtica comunidad y de pertenencia. ¿Acudirán los usuarios a otras plataformas para obtener impulsos rápidos para sentirse bien? ¿Dejar de contar públicamente los likes ayudará a construir una comunidad social más fuerte? Y a medida que esto se vaya desarrollando, aún podremos saber qué es lo que necesita el cerebro humano y la pregunta es, ¿a dónde iremos y qué haremos para conseguirlo?

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