Elon Musk despide a un ingeniero con un tuit y este responde: "Son una panda de cobardes"

El dueño de Twitter, Elon Musk.
El dueño de Twitter, Elon Musk.

Reuters

  • El ingeniero Eric Fronhoefer fue despedido el pasado lunes en público por Elon Musk tras enzarzarse con él en una discusión sobre el rendimiento de Twitter.
  • Consultado por Forbes, en la tarde del ese mismo día, el ingeniero reconoció que todavía nadie de la empresa se había puesto en contacto con él para confirmar su despido: "Son una panda de cobardes".

En una de las escenas finales de Star Wars, la venganza de los Sith, Obi-Wan Kenobi, el desesperado maestro de Anakin Skywalker, a la postre Darth Vader, le grita: "¡Tú eras el elegido! ¡El que destruiría a los Sith, no el que se uniría a ellos! ¡Se suponía que ibas a traer el equilibrio a la Fuerza, no a hundirla en la oscuridad!".

De manera análoga, más de un empleado de Twitter podría reclamar estos días a Elon Musk que se supone que su trabajo es arreglar los problemas que tiene la red social, no contribuir a generar conflictos donde hasta ahora no los había. 

Musk, podrían decir más de uno y más de dos, debería centrar su atención en apagar fuegos, no en encenderlos. Al fin y al cabo, el primer interesado en que la empresa funcione bien es él, que acaba de pagar la friolera de 44.000 millones de dólares por ella.

Pero el multimillonario dueño de Tesla, sin embargo, vive desde hace semanas empeñado en convertirse en el peor enemigo de sí mismo

 

La penúltima demostración de su obsesión por generar todavía más ruido alrededor de Twitter la ofreció el pasado lunes, cuando, tras enzarzarse públicamente en una discusión con Eric Fronhoefer, un ingeniero con 6 años de experiencia en la empresa, Musk finalmente optó por salirse por la tangente y ganar el debate por la vía rápida.

Con la única autoridad que le dan los 44.000 millones que ha puesto sobre la mesa para ser el dueño del negocio, Musk, excitado por los fans que, escondidos en el anonimato, le pedían sangre, acabó por escribir a Fronhoefer: "Estás despedido".

Era su particular manera de poner punto y final a una polémica que había iniciado él mismo al quejarse en un tuit que la aplicación de Twitter era muy lenta en Android. Fronhoefer, ingeniero de 41 años que ha dedicado sus en los últimos tiempos todos sus esfuerzos a optimizar el rendimiento de la aplicación, se sintió atacado casi personalmente.

"He pasado, más o menos, 6 años trabajando en cómo Twitter funciona en Android, y puedo decir que esto es falso", respondió el ingeniero. Ni corto ni perezoso, Musk, el perejil de todas las salsas, se enzarzó entonces con Fronhoefer en una discusión técnica acerca del supuesto bajo rendimiento de Twitter en Android.

No importó ninguno de los argumentos que Fronhoefer, experto en la cuestión, le dio en un largo intercambio de mensajes. Musk ya había llegado a su particular conclusión: "Twitter es muy lento en Android. ¿Habéis hecho algo para solucionarlo?".

Para ese momento, varios usuarios habían afeado al ingeniero que se atreviera a poner en duda públicamente el criterio del jefe de su empresa. Fronhoefer repuso entonces que, tal vez, quien debía haber utilizado en primer lugar los canales internos para tratar una cuestión tan delicada en una tecnológica como el rendimiento del producto era el propio Musk.

Finalmente, en un tuit que ya está borrado, a eso de las 8 de la mañana del lunes, casi al mismo tiempo que Twitter echaba también a un par de docenas de empleados que habían sido críticos públicamente con Musk, otrora defensor a ultranza de la libertad de expresión, el multimillonario CEO de la empresa añadía un nombre más a su larga lista de despidos.

En la tarde el lunes, Forbes se puso en contacto con Fronhoefer para saber si el despido era ya oficial. Este reconoció entonces que, aunque ya habían cortado todos sus accesos a las herramientas de la empresa, nadie en la empresa le había contactado todavía para comunicarle la baja: "Son una panda de cobardes".

Más leña al fuego de Twitter

"Ya nadie confía en nadie dentro de la empresa", comenta el ingeniero en declaraciones recogidas también por Forbes

Y añade: "¿Cómo se puede trabajar así? Los empleados no confían en la nueva dirección. La dirección no confía en los empleados. ¿Cómo creen que van a conseguir hacer algo? Por eso hay congelación de la producción: no se puede fusionar el código, no se pueden encender las cosas sin permiso de los vicepresidentes".

La de Fronhoefer no es, ni mucho menos, la única ni la última polémica en que se ha visto envuelto en los últimos días el flamante nuevo dueño de Twitter.

Sin ir más lejos, el final de la semana pasada vino marcado por su desastrosa gestión de la cuestión de los ticks azules de verificación de las cuentas. 

Tras empezar a implantar un programa que obliga a los usuarios a pagar 8 dólares por estas marcas azules que lo que hacen es confirmar la veracidad de las mismas, cada vez más cuentas oficiales se quedaron sin verificar y más cuentas falsas obtuvieron su tick azul.

El resultado fue un caos que, por otra parte, resultó en ciertos aspectos revelador

La farmacéutica Eli Lilly perdió un 4% del valor de sus acciones en bolsa después de que una cuenta verificada que se hacía pasar por ellos anunciara que iba a poner gratuita la insulina, un medicamento que quienes padecen diabetes necesitan para vivir y cuyo coste supera en EEUU los cientos de dólares.

A este episodio se añadió un tuit de una cuenta falsa de Pepsi verificada que proclamaba que la Coca Cola era mejor y un tuit de una cuenta de Nintendo también falsa pero verificada que posteó un Mario Bros haciendo una peineta. Y la lista suma y sigue.

Por aquel entonces, en la empresa ya estaban tratando de digerir el hecho de que, de los 7.500 empleados con que contaba hasta hace poco la compañía, Elon Musk haya decidido deshacerse de 3.000, casi la mitad de su plantilla.

Mientras se resuelve el misterio de cómo logrará Twitter funcionar mejor con la mitad de gente, Elon Musk parece por el momento más pendiente de crear nudos que de deshacerlos.

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