Odia a Elon Musk todo lo que quieras, pero tiene uno de los trucos de gestión que todo jefe debería emular

Ed Zitron,
Elon Musk ha metido la pata hasta el fondo en su adquisición de Twitter, pero ha acertado en una cosa: los directivos deben estar al pie del cañón con sus empleados.

Britta Pedersen-Pool/Getty; Marianne Ayala/Insider

  • Elon Musk ha metido la pata hasta el fondo en su adquisición de Twitter, pero ha acertado en una cosa: los jefes deben estar al pie del cañón con sus empleados.
  • La cultura de gestión actual está podrida: los gestores han dejado de hacer trabajo real, el tipo de trabajo necesario para crear un producto final que haga ganar dinero a una empresa.

Elon Musk no es un buen jefe. Sus delirantes exigencias y cuestionables prácticas de gestión dicen de él que es un líder caprichoso y poco fiable. Ahora bien, a pesar de sus abusos y las anticuadas órdenes que da a sus empleados, hay que reconocer que tiene razón en una cosa.

En un correo electrónico enviado justo antes de Acción de Gracias, Musk dijo a los empleados que "se espera que los managers se encarguen de una parte de la programación de software" y comparó la incapacidad de un ingeniero para programar con la de un capitán de caballería para montar a caballo. El argumento de Musk es importante y ya lo he expuesto antes: los jefes deben ser capaces de hacer el mismo trabajo que aquellos a los que dirigen.

Los jefes se han distanciado alarmantemente del trabajador medio, tomando decisiones basadas en suposiciones que no se basan en el trabajo real. Esta separación frustrante ha envenenado la mayor parte de la gestión moderna, creando un sistema de clases dentro de las organizaciones donde una secta hinchada de policías de tráfico aislados se aprovechan de la mano de obra de los trabajadores sin participar en ella ni valorarla adecuadamente.

Aunque el mensaje de Musk tiene algo de cierto, su idea de lo que constituye la contribución de un directivo al producto final de la empresa está totalmente fuera de lugar y, por supuesto, está el problema del propio mensajero: un ejemplo paradigmático del jefe desubicado que exige a sus empleados una dedicación desmesurada mientras él mismo aporta poco valor. Pero a pesar de los problemas tanto con el mensajero como con el mensaje, se puede extraer un valioso tesoro. 

Varias sombras y, al fondo, el símbolo de Twitter.

El mensaje adecuado

La cultura de gestión actual está podrida: los gestores han dejado de hacer trabajo real, el tipo de trabajo necesario para crear un producto final que haga ganar dinero a una empresa. En lugar de estar en una posición en la que el respeto se gana a través de la ejecución y el trabajo real, los jefes se han convertido en testaferros en lugar de ejecutores, sumidos en un interminable trabajo que una industria artesanal de "asesores" afirma que es necesario para demostrar su valor.

Por eso Musk tiene algo de razón: un jefe debe participar activamente en el proceso que gestiona y conocer a fondo la actividad que se está llevando a cabo. Una persona que gestiona programadores debe ser capaz de contribuir y revisar ese código, del mismo modo que una persona que gestiona cocineros debe ser capaz de preparar la comida junto a ellos. Un gestor verdaderamente "útil" es alguien que opera sobre la base de la experiencia práctica, mandando desde un lugar de respeto tanto por los empleados como por el trabajo que están haciendo. Este tipo de conocimiento engendra buena voluntad entre empleado y jefe, creando una cultura de respeto mutuo que puede aumentar la comunicación y facilitar un mejor rendimiento.

Equilibrar la capacidad de gestión y los conocimientos técnicos es un debate activo en la industria del software, donde, según a quién se pregunte, el interés o la capacidad de programar de un responsable de ingeniería depende de si el equipo es capaz de funcionar sin él. Scott Berkun, autor de Making Things Happen: Mastering Project Management, declaró al SD Times que creía que ambas disciplinas eran en cierto modo opuestas: "La programación requiere una intensa concentración sin interrupciones, mientras que la gestión exige lidiar con constantes interrupciones y cambios de contexto. Ser capaz de hacer ambas cosas no es algo que mucha gente pueda hacer en la práctica", afirmaba.

Berkun no se equivoca: la increíble concentración y disciplina que hay que tener para escribir, probar y ejecutar constantemente código son atributos muy diferentes a los de un responsable. Además, el hecho de ser un trabajador bueno y productivo, no es suficiente para ser un buen jefe. Estar a cargo de los empleados es una habilidad única que requiere su propia formación y conocimiento. Pasar de producir un trabajo valioso para la empresa a dirigir un equipo de empleados no es para todo el mundo. 

Como he sugerido antes, la proporción entre gestores y las personas a las que dirigen debería ser mucho mayor si el gestor no está realizando el trabajo real pero, incluso en ese caso, la falta de experiencia práctica dificultará su eficacia. Pero como la categoría de gestor se ha convertido en la única vía de ascenso real en muchas empresas, muchas organizaciones acaban con un batiburrillo de jefes desconectados o microgestores que no son los adecuados para el puesto. 

Pedir a los jefes que hagan un poco de trabajo sólo para "probarse" a sí mismos sería trabajo administrativo llamado de otra manera. Lo que quiero decir es que los grandes jefes deben formar parte del proceso. Es fundamental que los gestores comprendan y respeten el trabajo de aquellos a quienes dirigen para tener la empatía necesaria tanto para tomar las decisiones correctas como para crear las condiciones necesarias para el éxito de sus empleados.

Jeff Bezos, CEO de Amazon.

El mensajero equivocado

La ironía de la petición de Musk de que los gestores se impliquen más en el trabajo de sus equipos es que el propio Musk es exactamente el tipo de directivo que dice detestar: desconectado del proceso, ajeno a la cultura de la empresa y claramente confundido sobre cómo funciona su propio producto. 

Musk ha exigido que los gestores sean capaces de crear "buen código", pero él mismo no parece ser un gran programador. Jackson Palmer, cocreador de dogecoin, dijo que Musk era un "estafador" que "tenía problemas para hacer funcionar código básico" en sus interacciones. Musk se ha obsesionado con la revisión de código, pidiendo a los trabajadores "hasta 10 capturas de pantalla de sus líneas de código más destacadas", que los desarrolladores que se pusieron en contacto conmigo equipararon a "un ingeniero aeroespacial al que se le piden sus piezas de avión más importantes" o "pedir a un mecánico de coches que te muestre sus 10 mejores tornillos".

Aunque Musk puede afirmar que quiere que Twitter sea ágil y eficiente, está empantanando directamente a sus valiosos equipos de ingeniería al pedirles que demuestren su valía utilizando elementos que no tienen sentido, algo demasiado exigente para unos equipos que ya están al límite.

Y no son sólo sus extrañas peticiones de código las que han destapado a Musk como un jefe miserable: al intentar demostrar que sabe cómo "arreglar" Twitter, ha conseguido cometer casi todos los pecados que puede cometer un jefe. Se ha aislado a sí mismo, ha despedido a muchos miembros veteranos de la empresa y se ha rodeado de aduladores y familiares sin conocimientos reales de la compañía. 

 

Ha atacado a equipos críticos de Twitter y ha empujado a otros a abandonar, lo que ha provocado un enorme aumento de la incitación al odio en la plataforma. No ha mostrado ningún respeto por sus empleados y ha despedido a aquellos que critican su enfoque de "cortar y quemar". Cuando Musk se hizo cargo de Twitter, declaró que todos los empleados tendrían que someterse a una cultura extremadamente dura que incluía "trabajar muchas horas a alta intensidad", y añadió que "solo un rendimiento excepcional constituirá un aprobado". 

Tras esta amenazadora palabrería, Musk despidió a miles de personas días antes de Acción de Gracias en un intento de infundir miedo y orden a cualquiera que tuviera la "suerte" de seguir trabajando en la empresa. Ha instaurado "revisiones de código" que duran hasta altas horas de la madrugada. Y ha obligado a los trabajadores de Twitter a cumplir horarios irrazonables y abusivos en la empresa, hasta el punto de que Musk ha convertido (potencialmente de forma ilegal) varias habitaciones de la sede de Twitter en dormitorios

Está utilizando una de las formas más antiguas (y peores) de gestión: indicar que el trabajo duro seguirá hasta que mejore la moral y que el mejor resultado se obtiene intimidando abiertamente a los trabajadores.

Pero dejando a un lado, si es que se puede, las decisiones de Musk de hacer la plataforma que compró más nociva y peligrosa, estos movimientos demuestran que no entiende lo que produce un buen trabajo. Está imponiendo horarios largos y agotadores, a pesar de la enorme cantidad de pruebas de que este proceso quema a los trabajadores y empeora la productividad

Musk, que supuestamente está obsesionado con la productividad, no parece tener ningún interés en las pruebas que demuestran que trabajar más de 40 horas a la semana merma la capacidad de rendimiento de las personas: solo quiere más horas y más trabajo para poder ahorrar dinero y pagar la abultada deuda de la red social.

En lugar de inculcar una cultura de confianza que permita a los empleados gestionar su propio horario para producir más y mejor, Musk se ha erigido en un líder de la cultura contra el trabajo a distancia que cree que los empleados "con derecho" lo tienen demasiado fácil y que la oficina es la única forma de asegurarse de que "dedican tiempo", a pesar de la evidencia de que muchos trabajadores son más productivos desde casa.

Ilustración sobre asignaturas y educación

Por supuesto, estas nociones suelen ser impulsadas por ejecutivos extremadamente acomodados que sienten que están perdiendo el control de su empresa, en gran parte porque nunca entendieron realmente ni participaron en el trabajo que les enriqueció. Su único medio para evaluar la calidad del trabajo de los empleados es el tiempo empleado en completar las tareas: el producto debe ser mejor si ha llevado más tiempo y esfuerzo visible producirlo. 

Pero este enfoque corto de miras de las horas empleadas ignora que el tiempo es solo un factor para producir algo valioso. Los trabajadores son criaturas independientes que utilizan sus habilidades para crear algo, y evaluar el producto final en sí, más que el tiempo que llevó crearlo, es el signo de un buen gestor o ejecutivo.

Musk tenía razón en que los gestores deben producir valor para su empresa, pero lo más irritante de ese mensaje es que sus propios aportes no son nada evidentes. De hecho, ha sido un claro lastre para Twitter: los ingresos publicitarios de la empresa han caído un 15% interanual en Oriente Medio y África, las reservas semanales han descendido un 49% y 50 de sus 100 principales anunciantes han abandonado la plataforma desde que Musk se hizo cargo de ella.

Está siendo demandado por lo que un antiguo ingeniero de Twitter tildó de despidos "torpes e inhumanos", y su mal planificado lanzamiento de un servicio de suscripción para la verificación en Twitter provocó que varias marcas fueran humilladas a manos de los tuiteros más afinados del mundo. Y a medida que Musk siga exigiendo más a sus trabajadores, veremos cómo su visión ejecutiva sigue tambaleándose, porque fundamentalmente no respeta a las personas que mantienen vivas sus empresas. 

Esto es lo irónico de la visión de Musk sobre los jefes. En cierto sentido, entiende que el estatus y el orden jerárquico no determinan el valor de una persona para la empresa. Sabe claramente que un buen directivo es aquel que siente empatía por sus empleados y no solo está dispuesto a estar al pie del cañón con los trabajadores, sino que además lo hace activamente. Pero le falta autorreflexión para reconocer sus propias carencias en este sentido. 

Es realmente raro llegar a comprender la capacidad de un alto cargo para dirigir y gestionar una empresa, y Musk ha demostrado que ser rico y tener éxito no significa ser un buen líder. De hecho, según su propia lógica de cómo los gestores pueden contribuir a la empresa, Musk debería despedirse a sí mismo cualquier día de estos.

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